Existe un adagio que expresa “Las preguntas más sencillas son las más difíciles de responder” A continuación se tentará dar respuesta a una serie de preguntas que, por lo abarcantes que son, implican respuestas detalladas, actualizadas y precisas en el sentido pedagógico.
¿Para qué tenemos que educar?
Históricamente, la cultura ha sido el aprendizaje de estrategias de adaptación del ser humano a su entorno natural, guiado por su inteligencia y por los recursos que dicho medio le proporcionaba[1]. Este aprendizaje, prehistóricamente era oral y a través de dibujos y pinturas simbólicos. Los dibujos simbólicos se perfeccionaron y saltaron de la religión al comercio y de este a la comunicación entre grupos humanos como una estrategia de organización y mejoramiento de las condiciones de vida. El salto a la lectura es bioevolutivamente reciente, tanto, que la escritura está hecha de acuerdo a las capacidades cerebrales y no al revés[2]. Ello tiene implicancias en las proyecciones de diseño pedagógico.
Actualmente la cultura rudimentaria a dado paso a una compleja red cultural en constante modificación y complejización. La educación es la base de la socialización y culturización de cada ser humano, es el proceso necesario para que cada individuo se vuelva parte de la sociedad; adoptando las costumbres, hábitos y destrezas que dicha sociedad requiere del sujeto. A pesar que se tiene registro histórico de los últimos 5 mil años, solo en los últimos 500 años se empezó a masificar la educación en la lecto-escritura, gracias a la imprenta, base de la transmisión de experiencias y análisis de la realidad. Pero es en los últimos 90 años, con la creación de las tecnologías telecomunicativas, que la educación en la lecto-escritura se vuelve casi completamente universal entre todos los seres humanos. A medida que avanzaba la expansión de la educación en los conocimientos logrados, las sociedades humanas fueron mejorando sus condiciones materiales; generando a la vez nuevos actores que producían nuevos conocimientos, que volvían a mejorar las condiciones materiales en un “continuum” del progreso. Es decir, la educación en los conocimientos y destrezas derivadas permite que la humanidad mejore sus condiciones de vida y avance culturalmente.
El progreso y bienestar que la educación aporta, como estrategia cultural de adaptación y mejora del ser humano, hace que la misma sea la herramienta principal de la evolución cultural y civilizatoria. Sin ella aún estaríamos en sociedades cazadoras-recolectoras, sujetos a las fuerzas naturales.
¿Cuáles son los fines, objetivos y metas de la educación familiar?
Quizás la educación familiar es la más importante de todas. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad la educación familiar quedó en manos de la cultura, de las costumbres y de las creencias. Casi todas las civilizaciones impusieron un machismo proverbial donde la mujer quedaba relegada a las funciones domésticas de cocina, limpieza y cuidado de los niños. En la sociedad cazadora-recolectora el protagonismo de la mujer era más activo, por necesitarse de ella para la recolección y preparado de frutas[3]. Aún hoy se puede observar este comportamiento en las actuales sociedades paleolíticas que siguen existiendo aún (los Sentinelesa y los Jarawa, selvícolas polinesios, que adelantaron la venida del Tsunami de 2004[4], y los grupos sudamericanos como los totobiegosodes y la tribu amazónica recientemente descubierta[5]) De hecho los primeros dioses adorados fueron femeninos, como las Venus prehistóricas de hace 30 mil años[6] Las sociedades agrícolas produjeron un cambio en las relaciones de género, donde predominó el sentido de unidad, jerarquía y capacidad de fuerza para defender la tribu-aldea que paulatinamente se convirtió en agrupación de tribus (dando origen a la ciudad-estado y a los primero reyes) La familia, en la mayoría de las culturas, pasó de ser matriarcal a patriarcal. De la poliandria se pasó a la poligamia; posteriormente, por motivaciones económicas y sus derivaciones religiosas, se pasó a la monogamia; pero ya con un sentido netamente patriarcal donde la mujer era una propiedad más con algunos limitados derechos (el código de Hammurabi así lo testifica[7]) Salvo la civilización egipcia y algunas culturas polinesias, en toda la historia antigua el patriarcalismo era medular en la cultura y educación familiar instauradas a través de las costumbres, las leyes y, sobre todo, la religión (aún hoy lo religioso sigue siendo preeminente en la mayoría de las sociedades, especialmente en los estados religiosos de Irán e Israel; antípodas de una misma realidad)
Con el advenimiento de la democracia y sobre todo con la cultura de los derechos humanos; además de las legislaciones sobre igualdad de hombres y mujeres ante la ley; en la mayoría de los países se impuso la familia monogámica, contractual y hasta cierto punto dinámica en su mecánica interna; vale decir que las costumbres y actitudes machistas siguen siendo preeminentes incluso en países europeos. La cultura de la importancia de la familia fue aniquilada con el desarrollo del capitalismo consumismo y, sobre todo, con su vertiente filosófica; el postmodernismo[8]. Como todo era posible, todo tipo de familia y no-familia eran posibles. Pero la realidad científica nos devuelve a la realidad de los hechos: La familia y sexualidad naturales (sicobiológicas) son la forma más natural y económica de renovar generacionalmente a la población; además de ser la forma básica y necesaria de educación[9]; los hombres y mujeres son distintos, incluso en el cerebro y en la forma de ver la realidad, por ello un niño/a necesita de un padre y una madre para aprender a convivir efectiva y afectivamente en sociedad, en condiciones distintas no tendrá tantos elementos de apoyo emocional como en las condiciones básicas naturales mencionadas.
La sociedad y la cultura se han vuelto muy fluctuantes, la educación formal; a través de las escuelas; no puede compensar el bombardeo masivo que se recibe a través de los medios de información, las músicas y otras formas de culturación masivas. La cultura tradicional familiar ha sido infinitamente desbordada por esta invasión mediática que establece criterios, sentidos comunes y costumbres homogeneizantes y alienantes en gran medida.
Ante esta avalancha informativa y formativa, la educación familiar se hace urgente y necesaria. La gran finalidad general de la educación familiar se centra en el logro de una familia emocionalmente efectiva-afectiva y educadora y socialmente proactiva y productiva. Los objetivos de esta educación cubren tres aspectos o áreas importantes: Las relaciones de pareja de padres, las relaciones padres-hijos y las relaciones padres-hijos-escuela, los dos primeros están estrechamente relacionados, el tercero no lo está tanto.
Existe diversidad de programas de educación familiar, algunos atiborrados de áreas de estudio[10]. Otros más sencillos[11]. Lo claro es que la educación familiar debe centrarse en los tres objetivos ya descritos y no extenderse a tantos objetivos y metas.
La sociedad está en constante fluctuación estructural, lo cual hace que no existan costumbres y conductas tan estables en las relaciones amorosas entre hombres y mujeres. Más aún en el caso de los matrimonios. La familia es la base de la sociedad; más por motivos biológicos que culturales; por tanto la educación familiar debe partir de una educación psicológica que propicie una buena relación amorosa entre hombres y mujeres.
La educación psicológica, dirigida a mejorar las relaciones hombre-mujer, debe también ayudar a mejorar la crianza y formación de los niños; este tema ya quedaría en manos de la pediatría. Finalmente está la orientación pedagógica que los padres necesitan para apoyar a sus hijos en el aprendizaje en la escuela. De esta manera, en forma muy sintética, se han expuesto las metas que la educación familiar requiere; en tres aspectos relevantes: Psicología de pareja, pediatría y pedagogía parental. En ese sentido es recomendable la elaboración de programas de estudio sencillos en los que la participación de los padres cubra todo lo que no esté previsto en los mismos.
¿Cuáles son los fines, objetivos y metas de la educación escolar?
La educación escolar, de reciente data histórica en su aplicación universal, ha ido sufriendo modificaciones, desde la postura de la enseñanza de la lecto-escritura y las matemáticas básicas; pasando luego a la pedagogía constructivista de Piaget[12] y teniéndose actualmente políticas y teorías más avanzadas con Paulo Freire, Henry Giroux[13], además de otros pensadores filosóficos como Dussel, Apel o Jünger Habermas[14].
Básicamente la educación escolar tiene como finalidad la educación inicial y primaria; es decir; la educación en los saberes básicos que requiere el ser humano para desenvolverse en sociedad[15]. Pero resulta ser que estos saberes básicos cada día son más extensos y complejos. Antes solo se hablaba de un analfabetismo en lecto-escritura; hoy se hablan de analfabetismos funcionales (saber como se lee pero no saber leer y escribir fluidamente), de “analfabetismo habitual” o de hábitos en la lectura (el que no se adquiera el hábito de leer por lo menos media hora al día algo más que revistas y periódicos; es decir, no leer libros beneficiosos diariamente) Ahora se agregan los analfabetismos tecnológicos (analfabetismo informático –sobre todo el analfabetismo del uso de software libre, único garante de respeto a la intimidad y la libertad democrática[16]- además del analfabetismo internáutico, saberes tan primordiales en un mundo del nuevo orden internet[17]) y el tal vez más emergente analfabetismo ambiental[18]. Esto por supuesto se expone en consideración de que el alfabeto no es solo “a, b, c, d, e” sino lo que permite este conocimiento. Así no solo se trata del alfabeto, sino del conocimiento contextual que está asociado al alfabeto.
Bien ahora se quiere tecnologizar el alfabetismo con computadoras baratas, pero ¿en qué contexto se quiere aplicar? ¿En un contexto de hambre, miseria y alienación aberrantes? Además, la computadora no puede reemplazar ese trato humano y afectivo que da el profesor al alumno. La educación escolar básica requiere de mucha inteligencia emocional, mucho más cuando el alumno vive en una familia disfuncional y pobre afectiva y emotivamente. Las computadoras no pueden ayudar a superar los analfabetismos tecnológicos si es que se aplican en un contexto de miseria, hambre y pobreza en inteligencia emocional y comunitaria. Sobre todo en un contexto de analfabetismo ético-crítico.
Así que hoy la educación escolar se encuentra con nuevos desafíos, nuevos analfabetismo y nuevos fines.
Los objetivos de la educación escolar, en este nuevo contexto ético-tecnológico-científico requiere superar primero el analfabetismo básico (absoluto, el funcional y el habitual), luego el superar el analfabetismo emocional y comunitario (ayudar a formar la inteligencia emocional y comunal, retomar el sentido comunitario, perdido por la cultura individualista) a la vez que se difunde el alfabetismo ambiental (estrechamente relacionado con el comunitario) para finalmente dirigirse hacia el alfabetismo tecnológico (no solo el informático o internáutico, sino en todo lo relacionado con las nuevas tecnologías: celulares, videocámaras, televisión interactiva, etc. según vayan incorporándose las tecnologías a la comunidad) El alfabetismo tecnológico es también urgente, pero no el primordial; en la ciudad de Pilar hemos tenido el caso de una joven adolescente que murió por no saber usar su celular, había adquirido el vicio de leer y escribir mensajes mientras se movía en bicicleta, terminó debajo de las ruedas aplastantes de un camión doble eje… un caso tristemente paradigmático de analfabetismo tecnológico!
Las metas de la educación escolar, por supuesto, dependerán de cómo varían las necesidades sociales de saberes básicos. Hoy no es básico saber cómo funciona un programa de software libre, el día de mañana podría ser muy necesario. Hoy no es básico saber una técnica de lectura veloz o nemotécnica, en algunas décadas podría ser necesario.
En definitiva, las metas de la educación escolar básica deberían de ser establecidas comunitariamente, dando participación a todos los involucrados en la educación: Docentes, padres y estudiantes; según las capacidades y conocimientos de cada uno.
¿Cuáles son los fines, objetivos y metas de la educación profesional?
La educación profesional es quizás la que es más clara y determinada en sus finalidades: La formación académica y científica en una determinada profesión. Los saberes que se establecen para la educación profesional no son básicos; sino funcionales a ciertos requerimientos de un modelo de desarrollo económico según una determinada estructura social.
Los objetivos de la educación profesional, por tanto, deben corresponderse con los desempeños que necesita el modelo económico de determinada profesión; a la fecha el término académico-conceptual es “competencia”[19], un vocablo bastante polisémico y contextualmente referido a la exigencias del modelo capitalista de economía. Algo que influye preponderantemente en el desempeño de una profesión es la tecnología. Si la tecnología varía prácticamente la profesión puede cambiar totalmente.
Las metas de una educación profesional, por tanto, varían según van variando las necesidades del modelo económico y tecnológico (un técnico albañil en determinadas condiciones socioeconómicas y tecnológicas deberá aprender a manejar un tipo de concreto y algunas herramientas; si varía el concreto que se usa, variarán los esquemas de trabajo y todas las herramientas) En todo caso el programa pedagógico y educativo deberá prever el dar cursos de actualización para que el profesional pueda desarrollar las variaciones de los desempeños socioeconómicos y tecnológicos exigidos.
¿Cuáles son los fines, objetivos y metas de la educación universitaria?
Los fines de la educación universitaria son similares al de la educación profesional, solo que en este caso se habla de una profesión que exige capacidad de investigación científica. No se trata solo de aprender una profesión donde se usan determinados conocimientos, procesos de trabajo y herramientas. Se trata sobre todo de que los profesionales tengan la capacidad de generar nuevo conocimiento en el ámbito de su profesión.
Lo primordial de la educación universitaria es la investigación científica. Todos los profesionales universitarios deben ser capaces de generar nuevos conocimientos de su ámbito profesional, de modo a retribuir beneficios a la sociedad. Esta capacidad de generar nuevos conocimientos no es solamente la capacidad de criticar los actuales, sino de proponer innovaciones en los mismos.
Ya Karl Popper determinó la necesidad de una constante crítica del conocimiento científico[20]. Una constante revisión y renovación de los conceptos y contextos que se usan en la ciencia. Este es el fin primordial de la educación universitaria en general, la búsqueda constante de la renovación del conocimiento.
En ese aspecto, la UNESCO estableció, mediante una declaración general, los fines, objetivos y metas de la educación universitaria[21]. Como toda declaración, es genérica y amplia. Sin embargo no resalta un aspecto primordial y fundamental que debe llevar adelante la educación universitaria: El ser capaz de formar profesionales y científicos que critiquen las relaciones de poder que impidan el desarrollo integral y equilibrado de la humanidad o que promocionen la cultura de la violencia, la guerra, la explotación de los seres humanos y la intolerancia de toda índole.
El método científico podrá tentar ser neutral; basado en su esquema de investigación de lo falso y lo verdadero, pero la ciencia y el conocimiento científico no son neutrales (como no lo fue Galileo Galilei con sus observaciones sobre el heliocentrismo) ellos pueden servir a un proyecto de poder hegemónico y autodestructivo (como de hecho está pasando ahora) o podrán tender a un proyecto de liberación de los atavismos que peligrosamente llevan a la humanidad hacia un camino sin salida ni retorno.
Ese es el objetivo que aún falta cubrir en la educación universitaria. Ciertamente hay enunciaciones similares, pero no categóricamente claras hacia la crítica de los esquemas de poder hegemónicos.
¿Se pueden alcanzar todos los fines, objetivos y metas de la educación?
Claro que se pueden alcanzar, la cuestión está en si se dan los políticos y políticas comprometidos en alcanzarlas.
¿Se pueden jerarquizar los fines, objetivos y metas de la educación?
De hecho, están jerarquizados, de acuerdo a los intereses de los grupos de poder que dominan los medios de comunicación y los procesos de producción tecnológica.
Se ha jerarquizado la formación en los impulsos atávicos e instintivos, en el inmediatismo consumista y en la mentalidad de “competencia y competitividad” productiva deshumanizante (importa producir para consumir egoístamente, no para distribuir generosamente)
Actualmente, existe una urgencia de reinvertir las jerarquías educativas, dando preeminencia al desarrollo de la educación ético-crítico ya que esta habilidad tarda en desarrollarse en el cerebro humano, recién a los 25 años termina de desarrollarse[22]. Es decir, si no existe una educación formal e informal que dé un mayor énfasis al desarrollo del desempeño ético-critico proactivo, nuestra civilización seguirán guiada por comportamientos atávicos, instintivos, mayormente impulsivos y poco racionales, como de hecho está sucediendo hasta ahora. Esa cultura, más el avance tecnológico, nos llevará a la autodestrucción total.
Ya se han mencionado los nuevos alfabetismos básicos, además del ético-crítico-proactivo, estos son los mayores en la jerarquía de las finalidades educativas. Ellos constituyen la nueva labor que queda por delante para los educadores y pensadores de la pedagogía.
Alejandro Sánchez
Abogado. Postgrado en Didáctica Universitaria.
[19] Competencia en la pedagogía actual se usa en un sentido similar al de la competencia jurisdiccional enunciada en las ciencias jurídicas, es decir, al grupo limitado de acciones que le corresponde a un determinado saber. El abogado no necesita saber detalladamente de biología, así como el biólogo no necesita saber de leyes en forma profunda y detallada como lo debe saber el abogado. Sin embargo, competencia tiene múltiples acepciones, tantas, que es muy versátil en su empleo; es muy polisémico. Así, las competencias académicas terminan subsumidas en las competencias del modelo capitalista; de modo que ser competente a nivel académico es lo mismo que ser competente en lo económico capitalista. Desempeño (des-empeño o sea, el efecto de desempeñarse o liberarse del empeño, deuda o carga) podría usarse también, ya que según la real academia española significa “Cumplir las obligaciones inherentes a una profesión, cargo u oficio; ejercerlos.” (ver más en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=desempe%C3%B1o ) El vocablo “desempeño” es menos polisémico que “competencia” y se presta a menos confusiones, algo vital para un lenguaje técnico; que no puede apartarse de las construcciones básicas del lenguaje usado comúnmente por la mayoría de la gente. Esto tiene una grave implicancia, ya que el lenguaje afecta a nuestra forma de pensar, más se puede ver en http://neofronteras.com/?p=1121
[20] Ver más en http://www.monografias.com/trabajos35/teoria-popper/teoria-popper.shtml Su mayor logro está en la inversión de la carga de la prueba sobre una afirmación: No se debe demostrar que una afirmación es verdadera, sino que se debe demostrar que es falsa y si se logra demostrar que no es falsa, entonces es útil temporalmente, pero no eternamente, ya que en el futuro podría demostrarse que sí es falsa o que ha dejado de ser verdadera para determinados aspectos de la realidad y conocimientos humanos.
[22] “La parte del cerebro que regula el razonamiento, el control de los impulsos y el juicio, está aún en construcción durante la pubertad, y no se asienta aproximadamente hasta que se cumplen los 25.” Extraído de http://emprendeus.wordpress.com/2006/12/31/las-50-cosas-que-aprendimos-en-2006-de-astroseti/ y “…Esta región del cerebro relacionada con el manejo de la “ética” está expandida sólo en los humanos y podría explicar por qué los animales no tienen esta clase de comportamientos. Es una parte que madura tarde en los adultos, alrededor de los 20 o 22 años, quizás por eso los adolescentes son menos proclives a seguir las reglas de los adultos. El sistema penal ya tiene en cuenta este hecho cuando la aplicación de la ley es diferente por debajo de los 16 o 18 años de edad…” también extraído de http://neofronteras.com/?p=702