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LA REVOLUCIÓN DE FERNANDO LUGO

 

 

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Mohandas Ghandi sabía bien el poder de la imagen y la semiótica popular. Humilde, sencillo, lideraba una nación de millones caminando descalzo, desnudo, apenas con un taparrabo... Y así fundó uno de los estados más populosos del planeta; liberándolo del imperialismo británico y que hoy se perfila como potencia mundial.

Ahora, Fernando Lugo, sigue los mismos caminos de la revolución ghandiana. Sus sandalias, su rechazo a la corbata (a la moda occidental y su centralismo cultural, antiecológico e insostenible como todo centralismo sistémico, derrochador de recursos al requerir demasiados gastos en transportes y controles concentrados) Su poncho (más emblemático y autóctono que esas foráneas boinas rojas, que nada tienen que ver con nuestra cultura, introducidas por algún grupo de "izquierda confundida") Su sonrisa diáfana, su sencillez y su lenguaje popular.

¿Populismo? Sí, populismo, pero no demagogia. Populismo en su sentido prístino, original y no en el que los imperialismos impusieron, robándonos los significados que vienen de lo más profundo del pueblo. Ese saber que viene de ese campesinado muy experto en resistir en el hambre, en la miseria, entre enfermedades y glifosatos y transgénicos.

Los campesinos son muy sabios, son verdaderos profesionales académicos en saber sobrevivir con una comida al día, a veces ninguna. Son expertos post graduados en organizarse de la nada, sin tener a nadie de su lado. Son licenciados en hacer frente a las injusticias, a los capangas asesinos, a los señores feudales del narcotráfico que imponen las plantaciones de marihuana antes que las de comida -amparados por la narcocracia de diputados, comisarios y militares- Son expertos en ecología al vivir en carne propia la pérdida de lluvias y las enfermedades derivadas de los agrotóxicos y los monocultivos deforestadores.

Tal vez serán ignorantes de autores e intelectuales de libros y tesinas, pero la realidad que vivieron y viven no les ofreció tiempo para aprender esos saberes: Era sobrevivir, luchar o morir bajo las balas de los sojeros y del Roundup de Monsanto, Cargill, Delta & Pine y otros que ya mataron o enfermaron a decenas de niños paraguayos.

Este Fernando Lugo los acompaña, como verdadero revolucionario. Revolucionario de la vida sencilla, de los gustos sobrios, de la sabiduría de vivir sin que nada te falte ni nada te sobre (parafraseando a los sabios taoístas de China)

Un revolucionario sin paragón para el Paraguay. Un impertinente que molesta y molestará a la clase política tradicional y angurrienta de un país esquilmado y depredado hasta la última sangre de sus niños. Esos políticos de corbata, de trajes europeos, de camisas con sus marcas grandes (convertidos en publicidad viviente) de Yves Saint Laurent, de Giorgio Armani y tantos trajes caros; ajenos a nuestro país y su pueblo.

La cultura caudillista paraguaya así, de ser un elemento de opresión, se convierte en un elemento de liberación. Porque el máximo líder está mostrando que todos podemos ser como él, entonces el caudillo de base, el líder político local, el diputado, el senador, el ministro, que ostente sus 4x4, sus celulares al conducir (ridícula forma de ostentar poder por violar las leyes de tránsito) Sus perfumes de Oscar de La Renta, sus corbatas de seda, todo ello se volverá en su contra; porque no será popular, porque no será como el presidente, porque no estará con la gente.

El político que no se una a la revolución de Fernando Lugo, no tendrá futuro a mediano y largo plazo en Paraguay. Que tomen nota los políticos que rodean a Lugo: La revolución, la verdadera revolución semiótica y de conciencias, en Paraguay acaba de comenzar.

Alejandro Sánchez

La Crisis Educativa

 

LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN PARAGUAYA Y MUNDIAL

Desde hace 61 años la educación en Paraguay está en crisis. El último intento de evolución progresista de la educación terminó aplastado a finales de los 1950's, cuando el ejército y la policía dispersaron a golpes y palos a la última gran manifestación estudiantil, en 1959. A partir de allí la educación paraguaya fue estancada, secuestrada y enclaustrada en la noche de la alienación y la propaganda ideológica. Con el golpe de estado de 1989 y el inicio de la transición democrática se intentó tímidamente renovar el sistema educativo. Lamentablemente esta renovación vino signada por el modelo verticalista-capitalista del Banco Mundial (que responde a la lógica de los intereses privados transnacionales, bajo la formalidad de interesarse en los pueblos)[1]Paulo Freire varias veces hizo referencia a esto en sus distintos trabajos. El modelo del Banco Mundial estaba lleno de principios pedagógicos muy buenos pero, parafraseando a Chomsky[2] en relación al sistema capitalista, pervirtió dichos principios inficionando el término “competitividad”[3]; que ideológicamente igualó a “efectividad”, siendo que el término más correcto es “habilidad” aunque, en el contexto de Paraguay y de la actual crisis mundial, debe hablarse más correctamente de “habilidades sociales”, sean científicas, técnicas, interpersonales, emocionales, comunicativas y, lo más importante, de reflexión crítica con respecto a la realidad histórica, presente e incluso futura (en relación a las estimaciones matemáticas que la ciencia puede hacer) La competitividad es un término ideológico, que tiende a maximizar el instinto depredador del ser humano (de hecho durante los últimos 50 mil años el homo sapiens se ha convertido en un depredador de destrucción masiva, alcanzando un pico total en los últimos cincuenta años) Así la reforma educativa, aplicada a mediados de los 1990’s, no solo no vino a solucionar los problemas educativos de Paraguay, sino que vino a extenderlos con un modelo hoy por hoy demostrado científicamente como altamente destructivo del ser humano y de la naturaleza.

Ahora resulta ser que la competitividad no sirve, mucho menos las simples competitividades técnicas que descartan la formación universalista no segmentada (el análisis generalista transdiciplinario se vuelve de nuevo urgente ante la “complejidad” de la realidad) Ser muy competitivo, es decir, saber luchar bien (guerra permanente) por los recursos, termina por agotar todos los recursos (naturales, humanos, tecnocientíficos; que finalmente se destinan a saber aniquilar a los adversarios en competencia: Armas, armas y más armas de dominación y manipulación). Por algo en Bolivia se abandona esta “reforma”[4].

En este contexto (y lo expresa bien las orientaciones programáticas de la reforma educativa del Banco Mundial) la educación es solo el perfeccionamiento en la competitividad, dominio y manipulación de los recursos que rodean al ser humano individual hasta el infinito (por más que los recursos sean finitos).

Abogado Alejandro Sánchez

Post graduado en didáctica universitaria



[1] Desde el análisis sistémico, un organismo conformado por intereses particulares de democracias imperialistas no puede dejar de responder a los proyectos de dominación de estas democracias. La primera democracia imperialista fue la ateniense (ver más en http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/444.htm ) Desde los acuerdos de Bretton-Woods, que crearon al FMI y al Banco Mundial, el dominio de este último está en manos de EE.UU. que, como lo demuestra la invasión de Irak, tiene todas las características de un imperio al establecer tributos encubiertos (transversales por medio de un oligopolio financiero hegemónico) a los demás estados a través de los citados organismos financieros transnacionales. Por cierto, el presidente del Banco Mundial siempre es un estadounidense, más claro imposible (ver más en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62748 )

[3] Competitividad es capacidad de competir (ver http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=competitividad ) de rivalizar, de pelear, de luchar (incluso con violencia) en el contexto de un mundo en constante guerra es violencia pura. El capitalismo ha logrado imponer su ideología de depredación y destrucción absolutas con este término y Paraguay es presa de esta cultura de la violencia encubierta.