Salió de Paraguay cuando tenia 6 ó 7 años y durante las cinco décadas siguientes vivió en lugares tan distantes como Argentina, Brasil, Rusia, Uruguay y Rumania.
Aún así Rosa Luxe Barthe Freis siguió llevando en un rincón de su pecho su amor a la tierra que la vio nacer, a pesar de los maltratos que sufrió su padre y toda la familia detrás. Es nada menos que la hija de Obdulio Barthe, el legendario dirigente del Partido Comunista Paraguayo, quien en su lucha por la justicia y la libertad sufrió prisión y tortura en numerosas ocasiones en nuestro país y en la Argentina.
"Era un hombre de ideas amplias, siempre a favor del diálogo", me dice Rosa, una mujer culta y elegante que habla algo guaraní, mas fluidamente castellano, ruso, rumano y chino. Es filóloga y traductora profesional. Está emocionada. "Es que vengo después de 50 años, con mi hermano, para presentar las memorias de mi padre", señala.
Recuerda con nitidez cuando, en mayo de 1954, Obdulio Barthe salió de la cárcel gracias a la presión internacional y al gesto decidido del entonces jefe de Policía, Roberto L. Petit, y fue con su familia llevado a Río de Janeiro. "Allí fue recibido como un héroe y le hicieron cientos de reportajes; luego fuimos a Guatemala, donde también fuimos muy bien recibidos. Allí conoció al Che Guevara, con quien le unió una gran amistad, aunque mi padre no estaba de acuerdo con el Che sobre iniciar una guerrilla en Paraguay o en el Cono Sur, porque afirmaba que no había condiciones. Discrepaba con él en eso; incluso llegaron a discutir en buenos términos. También hizo amistad con Nicolás Guillén, el poeta cubano, quien nos salvó la vida, pues nos facilitó el asilo en la Embajada de México, adonde fuimos luego. Y de allí toda la familia fuimos a la Unión Soviética. Yo estudié allí y me enamoré de un rumano y me fui a vivir a Rumania por veinte años".
Pero, nos dice, Obdulio volvió pronto hacia el Cono Sur. "Quería estar cerca de su país, haciendo la denuncia de las represiones que se realizaban, la cantidad de presos políticos, solicitando la solidaridad internacional. Él solía visitarme en Rumania, de modo que eso me permitió conocerlo bastante en su vida y en sus actividades".
Lo que aceleró su final fue su detención en Buenos Aires, donde fue brutalmente torturado, y eso le significó un daño muy grave a su salud.
"Desde cualquier lugar que estuviere en el mundo, siempre estaba pidiendo materiales sobre Paraguay, sobre la situación angustiosa de las clases necesitadas", apunta Rosa Barthe.
Grandes personalidades y poetas distinguidos de los países socialistas y de América Latina le rindieron homenaje.
El libro
"Conocía al dedillo la historia del Paraguay y siempre tenía una libreta donde iba anotando aquellas cosas que eran importantes, y luego las iba volcando a la máquina de escribir, con la ayuda de mi madre Dora Freis, que fue también una gran luchadora. El libro es un acto de justicia con la lucha de toda una generación, que aportó para el bienestar del pueblo y que ha sido olvidada en toda la historiografía del país", opina.
"Creo que los jóvenes tendrían que echar una mirada al libro para conocer algunos momentos importantes de la historia reciente del país, y también para que puedan entender por qué un hombre como Barthe tomó ciertas decisiones", sugiere Rosa.
Inquieto y organizador, luego de la revolución del 47 --donde estuvo acompañando el levantamiento de Concepción--, Barthe ingresó clandestino varias veces.
"Él dedicó toda su vida a ideales como el progreso del país y el bienestar de su pueblo; a luchar contra la pobreza y contra la discriminación; por conseguir la igualdad de oportunidades y la inclusión social. Por eso el valor de ese ejemplo de vida", asegura.
Junto a ella un estilo de vida austero, basado en la honradez. "Se distinguió de otros revolucionarios, pues siempre optó por el diálogo; más que mandar fusilar a un opositor, le salvó la vida a Roberto L. Petit y al aviador Acosta durante la revolución del 47".
Mantuvo una larga amistad con figuras como Hérib Campos Cervera, José Asunción Flores, el Pa'i Pérez --"quien iba a visitarlo a la prisión"--, y fue respetuoso de los creyentes. "Incluso a mí nunca me dijo si yo creía o no en Dios. Yo bautizaba a mis hijas y él nunca dijo nada".
El libro resulta, entonces, un recorrido por la historia de las luchas del pueblo paraguayo entre los años 1920 a 1970, décadas que Barthe vivirá intensamente, y permite conocer la faceta de una figura famosa.