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Muere el Obispo Por La Democracia En Paraguay

 

 

 

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Foto de archivo de Monseñor Rolón

Tras casi un mes de internación hospitalaria falleció ayer cerca de las 21.30 el arzobispo emérito de Asunción, Blas Ismael Rolón Silvero (96). Sus restos son velados en la parroquia María Auxiliadora



soviedo@uhora.com.py

Era la noche del 6 de agosto de 1988. Acababa de concluir en la Catedral Metropolitana la misa de cierre de una nueva Procesión del Silencio. La gente comenzaba a retirarse pacíficamente, cuando la Policía arremetía a cachiporrazos contra todo civil que se le cruzara enfrente. Bastó que algunos sindicalistas entonaran Patria Querida y el popular estribillo "El pueblo, unido, jamás será vencido".

En medio de las corridas y gritos, monseñor Ismael Rolón, arzobispo de Asunción, aún vestido con los ornamentos episcopales, dejaba el altar y cruzaba la calle para encarar nada menos que al comisario Carlos Schcreiber, jefe de Orden Público. "Fui a enrrostrarle la estúpida violencia", se lee en su libro de memorias.

Así era monseñor Rolón: determinante, inclaudicable defensor de los derechos y fiel exponente de una Iglesia "no arrinconada en sus templos".

Sus marcadas posturas en contra del régimen represor del general Alfredo Stroessner (1954–1989) comenzaron cuando lo nombraron en 1966 primer obispo de la diócesis de Caacupé, desde donde comenzó a dar señales de que no se doblegaría a un régimen que conculcaba los más mínimos derechos humanos. Que llenaba las comisarías de presos políticos, imponía censura a los medios de comunicación y perseguía a quienes osaban cuestionarle.

Entre sus primeras resoluciones en Caacupé, Rolón pasó a presidir la tradicional procesión del 8 de diciembre, algo que hasta entonces lo hacía Stroessner. También dispuso que la misa de la festividad de la Virgen, de masiva concurrencia, no dependiera de la llegada del presidente, como venía ocurriendo.

En 1970 fue promovido a arzobispo de Asunción. Ya entonces había sobresalido ampliamente por su desafiante coraje y arrojo para afrontar a las autoridades políticas, en más de una ocasión, lo que muy pronto lo convirtió en el más emblemático de los religiosos del país, aliado a quienes lucharon para el sistemático desgaste del régimen.

Dos días después de asumir como arzobispo de Asunción, por razones protocolares fue a presentar saludos al presidente Stroessner. "Nos auguramos respeto, colaboración y libertad de acción", cuenta en su libro de memorias.

Igualmente, visitó a los ministros, entre ellos, al de Relaciones Exteriores Raúl Sapena Pastor, quien le expresó entonces: "Ni usted ni yo tendremos libertad de decir la verdad". En su afán de defensa de los derechos humanos, también solicitó autorización al temible ministro del Interior Sabino Augusto Montanaro para visitar las comisarías, atestadas de presos políticos. Este solo se limitó a responderle que consultaría al respecto.

En febrero de 1971 protagonizó un hecho histórico y desafiante: generó una gran crispación política al renunciar a integrar el Consejo de Estado, instancia política de la cual, por Constitución Nacional, el arzobispo era miembro nato. Tomó tal determinación invocando razón de conciencia moral y en solidaridad, "particularmente con los más pobres, oprimidos y perseguidos". El gesto le valió la acusación de perjurio por parte del Gobierno.

Ese año también impuso la excomunión al ministro Montanaro, por el apresamiento y tortura en Asunción del sacerdote uruguayo Uberfil Monzón.

VALIENTE. En 1978 se constituyó en el primer obispo que ingresó a la cárcel de Emboscada. Visitó a los presos políticos hacinados y sin proceso, por varios de los cuales abogó.

También fue él quien, con la Junta Arquidiocesana de Laicos, convocó el 30 de octubre de 1987 a una Procesión del Silencio, "en protesta por tanta violencia e injusticias". Participaron 40 mil personas. El objetivo era animar a la gente a perder el miedo y a expresarse.

En agosto de 1988 se realizó la segunda Procesión del Silencio. Pero esta vez, al final del acto, la Policía arremetió contra los participantes. La tensión entre Gobierno e Iglesia crecía. Stroessner expulsó al cura jesuita José Antonio de la Vega.

En protesta de esto y en rechazo a las violaciones a los derechos humanos, el arzobispo suspendió el tradicional tedeum, bendición especial impartida cada 15 de agosto en la Catedral Metropolitana, con presencia del jefe de Estado.

Nueve meses después de la histórica visita en 1988 del papa Juan Pablo II a Paraguay, se produjo el golpe de Estado que derrocó a Stroessner. Reclamó hombres nuevos para el país, para reemplazar a los "hombres escombros".

En julio de 1989 dejó el cargo de arzobispo de Asunción tras presentar renuncia ante el Vaticano al cumplir 75 años, edad límite para ejercer el episcopado.

Fiel a su vocación, a partir de esa fecha siguió educando y defendiendo los derechos humanos desde su hogar de retiro en el Aspirantado Salesiano de Ypacaraí, donde escribía semanalmente sus cartas pastorales tituladas Desde mi oasis.

VOCACIÓN JOVEN

Blas Ismael Rolón nació en Caazapá en 1914.

A los 13 años ingresó al Seminario Salesiano del Manga, en Montevideo.

Cursó la licenciatura en Filosofía, en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y estudió teología en el Instituto Internacional Salesiano de Villada y Cabrera, en Córdoba (Argentina).

Fue ordenado sacerdote en 1941. Ejerció como administrador y luego como director del colegio Monseñor Lasagna, además de cura párroco de María Auxiliadora.

Después fue sucesivamente prelado y obispo de la diócesis de Caacupé entre 1960 y primera mitad de 1970, año en que fue promovido a la sede arquidiocesana el 16 de junio; ahí estuvo hasta 1989.


 


El hombre que hizo temblar a la dictadura


Obs. Publicado el 22 de mayo de 2010


Por Andrés Colmán Gutiérrez - andres@uhora.com.py |


Diciembre de 1969. La caravana de promeseros asciende la loma de Caacupé, mientras el país se estremece bajo una fuerte oleada represiva del terrorismo estatal. Los campesinos de las Ligas Agrarias son perseguidos a sangre y fuego. En los oscuros calabozos, medio centenar de presos políticos claman sordamente a una Justicia que tiene los ojos más vendados que nunca.


El dictador Alfredo Stroessner se dispone a hacer gala de catolicismo en la tradicional Procesión de la Virgen de Caacupé, cuando le comunican que el nuevo obispo de la diócesis serrana ha resuelto suspender la festividad religiosa, en protesta contra "las injusticias y falsedades de parte de los responsables del Gobierno del país". En una carta pastoral, el prelado escribe: "La Procesión de la Virgen hubiera debido significar íntima alegría de todos los hogares, pero en muchos la luz de la alegría se apagó. El temor alejó, si no es la muerte, al jefe del hogar...".


El supremo gobernante monta en cólera: ¿Quién es ese insensato obispo que se atreve a desafiarlo, privándolo de la anual exhibición ante el altar de la Virgen? "Es un salesiano, excelencia...", le contesta la voz trémula de uno de sus esbirros. "Se llama Ismael Rolón".


Aquel cura caazapeño testarudo se convierte rápidamente en uno de los mayores dolores de cabeza del tirano. El 4 de febrero de 1971, a poco de asumir como arzobispo de Asunción, monseñor Ismael Rolón renuncia a integrar el Consejo de Estado -cargo que constitucionalmente correspondía a los arzobispos-, para no avalar "la situación de crecientes abusos y patentes violaciones de derechos humanos", según justifica en una carta pública.


Habló con profética valentía cuando tenía que hablar, y actuó calladamente cuando sentía que las gestiones privadas eran más efectivas. Sus masivas "procesiones del silencio" enseñaron que la mudez puede ser más estentórea que el grito panfletario. Y definió con una certera frase para la historia ("hombres escombros") a los autoritarios y corruptos.


Tras la caída de la dictadura, en 1989, dejó su silla arzobispal, pero siguió educando y defendiendo los derechos humanos. Desde su idílico Oasis de Ypacaraí, iluminó con su palabra reflexiva la realidad cotidiana.


En estos días en que su cansado cuerpo físico se debate entre la vida y la muerte, a sus 96 años de edad, es necesario rescatar la figura de monseñor Ismael Rolón. Un compatriota digno y heroico, quien mantuvo siempre una intachable conducta moral, una coherencia y rectitud humana poco frecuente en el Paraguay.


 


Los paraguayos debemos eterna gratitud a monseñor Rolón, afirma Emilio Camacho


El asesor jurídico de la Presidencia de la República, Emilio Camacho, aseguró que los paraguayos debemos eterna gratitud al fallecido obispo Ismael Rolón. Sostuvo que el religioso supo buscar la justicia y proteger a sus feligreses.


 


"Monseñor Rolón fue un hombre fundamental en el proceso de conquistas públicas", dijo el funcionario, este miércoles, en conversación con la 780 AM. "Supo buscar la justicia, como manda la Biblia, y proteger a todos sus feligreses", añadió.


Recordó que Rolón protegió a los perseguidos políticos durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954.¡-1989). Subrayó que es una figura que difícilmente se repita. "Todos los paraguayos le debemos eterna gratitud", reflexionó.


Tras casi un mes de internación hospitalaria falleció este martes cerca de las 21:30 el arzobispo emérito de Asunción, Blas Ismael Rolón Silvero (96). Sus restos son velados en la parroquia María Auxiliadora.


Una de las primeras disposiciones adoptadas por monseñor Ismael Rolón para desenmarcar a la Iglesia del poder político fue emitir como arzobispo el mensaje de Navidad desde la catedral y ya no desde el palacio presidencial, y después del presidente, como se venía haciendo hasta la Navidad de 1969.

Cuando en 1971 asumió la decisión de no asistir a las reuniones del Consejo de Estado, del cual el arzobispo era miembro nato, como protesta por las violaciones a los derechos humanos y las persecuciones del régimen hacia miembros de la Iglesia, Rolón cuenta que personalmente fue a entregar una carta a Tomás Romero Pereira, presidente del Consejo. Airado, este le espetó: "Lo que usted tiene que hacer es dejar esa cruz que cuelga de su cuello y poner en su lugar la hoz y el martillo".

En marzo de 1971, Rolón impuso la excomunión al ministro del Interior de la época, Sabino Augusto Montanaro. Fue tras el apresamiento y tortura en Asunción del sacerdote uruguayo Uberfil Monzón, y el ataque de que fueran víctimas el obispo auxiliar de Montevideo, monseñor Andrés Rubio, y el padre Lelis Rodríguez, en pleno aeropuerto Silvio Pettirossi, cuando vinieron al rescate del anterior.

En enero de 1972, en una carta dirigida a Montanaro, monseñor aboga por los presos políticos que atestaban las comisarías. "Hundimos nuestra mirada y nuestra conciencia solidaria cristiana en las prisiones instaladas en las comisarías, en donde a estas horas siguen gimiendo en desesperantes situaciones materiales y morales, hermanos y conciudadanos nuestros". Invita al ministro del interior que visite esas prisiones y disponga con urgencia disposiciones que alivien la situación de los detenidos. Solicita proceso normal y justo para ellos.

En mayo de 1972, en protesta por la expulsión por el Gobierno del sacerdote José Luis Caravias, Rolón suspende el tradicional tedeum en la catedral metropolitana, oficio religioso programado para el 15 de mayo en conmemoración de la Independencia patria.

"Cuando la libertad y los derechos que se vinculan son sistemáticamente violados; cuando la liberación es apenas una palabra; cuando el mismo pueblo cristiano y la Iglesia que lo expresa son sofocados abiertamente en el ejercicio de su vida y de su misión evangélica de liberación, no tiene sentido una celebración litúrgica de acción de gracias (...)", explicaba en una carta dirigida a Conrado Pappalardo, director de ceremonial del Estado.

En 1988 repitió la misma medida, en ocasión del tedeum del 15 de agosto, en señal de protesta y denuncia por la expulsión del padre Juan Antonio de la Vega (SJ) y otros atropellos.

En 1984, con motivo del cierre del Diario ABC, dispuesto por el Gobierno, celebró una misa en la catedral metropolitana por la libertad, con asistencia del propietario de este periódico, Aldo Zuccolillo, y los empleados del periódico. "Hasta una pareja de canillitas, con hojas en blanco en la mano participaron", se extrae de su libro de memorias.

Como luchador por los derechos humanos, Ismael Rolón recibió el "micrófono de plata" (1987), otorgado por Radio Ñandutí, en mérito al constante apoyo y defensa de la libertad de comunicación y de los DDHH. Ya en la transición democrática que comenzó en 1989, fue galardonado por el Congreso nacional, la Comisión de Verdad y Justicia y la Junta Municipal de Asunción, entre otras instituciones.


 

 

 

MURIÓ MONSEÑOR ROLÓN.


NOS DEJA SU EJEMPLO 


ENFRENTÓ VALIENTEMENTE A LA DICTADURA STRONISTA 


 


Siendo Jefe de la Iglesia Paraguaya, impuso la máxima sanción  religiosa, excomulgó a Sabino  Augusto Montanaro, Ministro del Interior de Stroessner, y al General Alcibíades Brítez Borges, Jefe de Policía, responsables directos del atropello al Colegio y al templo  de Cristo Rey, y del apaleamiento y de los maltratos a niños, jóvenes, mujeres y hombres que allí se  habían reunido en solidaridad con los presos políticos y en protesta por la presencia de Nelson Rockefeller, quien visitaba Asunción para respaldar al dictador. Corría el año 1968.  


 


Encabezando la corriente postconciliar de la Iglesia católica, asumió la opción preferencial por los pobres y marginados, y dio pleno respaldo a las ligas agrarias.


 


En protesta contra el terrorismo de Estado, se negó a continuar asistiendo al Consejo de Estado del cual era miembro nato. Y renunció a las solemnidades religiosas de Navidad y Año Nuevo con la presencia del dictador Stroessner y su camarilla militar y civil.


 


Uno de los rasgos sobresalientes de Monseñor Rolón fue su espíritu solidario con los presos políticos y con los familiares de éstos.


 


Visitaba las cárceles, las comisarías y los campos de concentración llevando apoyo moral y aliento a las centenas luchadores democráticos presos, que  purgaban en calabozos de castigo por su consagración a los ideales de libertad, justicia e igualdad.


 


Características relevantes de Monseñor Rolón fueron su sabiduría, su bondad, su compromiso con la causa popular.


 


Expresamos nuestro sentimiento de pesar por la irreparable pérdida e invitamos a acompañar sus restos mortales hasta su última morada.


 


Su límpida trayectoria y su ejemplo perdurarán  por siempre en la mente y el corazón de los luchadores e idealistas paraguayos.





Partido  Comunista  Paraguayo


Asunción, 8 de junio de 2010

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