La Oligarquía Mezquina, lucha de clases y la creciente brecha entre ricos y pobres
El derramamiento de sangre lo produjeron ellos y siguen impunes
El Partido Popular Tekojoja, ante la homilía hecha por el Obispo Claudio Giménez en Caacupé y las diversas expresiones de sectores políticos tradicionales que intentan manipular dicho discurso pescando en rio revuelto a través de la falsa vinculación a grupos de izquierda, quienes serían según la voces de la “oligarquía” los que promueven la lucha de clases y la violencia. “La lucha de clases es producto del sistema perverso impuesto por la Oligarquía, los mismos actores políticos que por más de 60 años condenaron al pueblo a la miseria, la desigualdad más escandalosa, y hoy buscan justificar su accionar miserable en contra de la sociedad paraguaya sin asumir una mea culpa histórica y someterse en varios casos a la justicia por enriquecimiento ilícito”.
El derramamiento de sangre lo soportamos desde añares los que con sus hijos a cuestas han recorrido hospitales públicos viendo morir a sus seres queridos sin atención médica en la era de la rosca colorada, la falta de trabajo que desangró al pueblo en la migración más terrible mutilando familias, y aun hoy en este tiempo nuevo seguimos pagando caro la hipoteca que nos dejó como sociedad los gobiernos más ladrones de la historia todos de un mismo color el de la injusticia social (rosca colorada), hoy antes que hacer un pedido de perdón a la sociedad e ir a la cárcel tienen la desvergüenza de querer dictar cátedras de democracia. La misma que prostituyeron tanto que hoy nos cuesta levantar cabeza por la obstrucción de ellos.
La alta polarización existe y la lucha de clases recrudece por el crecimiento de la brecha entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más en la miseria. Esto no es un invento de la izquierda, ni de los movimientos sociales, tiene causas y responsables con nombre y apellido. La causa histórica proviene en la alta acumulación de la riquezas en pocas manos dentro del modelo neoliberal aplicando recetas que se constituyeron en una “fábrica de pobres”, contrariamente a esto el socialismo busca el Bien Vivir de la gente, mayor igualdad social, equidad, mayores oportunidades para todos, combatir esa extrema y vergonzosa brecha que divide a la sociedad paraguaya entre ciudadanos de primera y segunda. “Se equivocan aquellos, o lo hacen intencionalmente en vincular izquierda con inestabilidad, inseguridad, causantes de crispación social, violencia y hasta secuestro.
La violencia es patrimonio del sector más rico de nuestra sociedad que tiene una acumulación material egoísta concentrando, la tierra, los ingresos, la propiedad, los beneficios mientras el pueblo paraguayo en su gran mayoría vive con menos de un dólar diario en el bolsillo para sobrevivir. Violencia es que 370 propietarios concentren el 70% de las mejores tierras para el cultivo, que dos de cada tres paraguayos estén sumidos en la pobreza.
Y esto no es por “obra divina” ni un fenómeno natural sino producto de un sistema político, económico y social heredado luego de más de 60 años de corrupción, donde una pequeña minoría concentra todas las riquezas y condena a la miseria a la mayoría de la población ubicándonos como uno de los países con mayor desigualdad social en el planeta y en la región.
Más que lucha un ensañamiento de clases
Esto trae como consecuencia más que una lucha de clases un ensañamiento de clases, donde un sector poderoso dominante sigue en su afán egoísta de concentrar, acumular la riqueza a expensas de la pobreza de la mayoría del pueblo. La culpa lo tiene no el pueblo pobre ni el poder divino sino una Oligarquía Mezquina extremadamente egoista. El peligro de violencia existe pero la misma proviene históricamente de arriba, de esa Oligarquía violenta e inhumana, que actúa en cada etapa de nuestra historia con el uso de la fuerza sin límites para imponer modelos de sociedad para sus intereses, basta con traer a la memoria la etapa de la dictadura y otros hechos de la etapa política, económica y social actual para demostrar la violencia estructural que oprime al pueblo paraguayo.
Desde hace tiempo en el Paraguay hay derramamiento de sangre por acción de la Oligarquía Mezquina.
1. Paraguay sufrió una de las dictaduras militares más largas, sanguinarias y sangrientas de América Latina, la del Gral. Alfredo Stroesner, más de 35 años estuvo en el poder gobernando a sangre y fuego, de 1954 a 1989 más de 20.000 personas fueron víctimas directas de las graves violaciones a sus derechos humanos cometidos por el régimen militar, aunque si contamos entre victimas directas e indirectas (allegados y familiares) el número es mucho mayor alcanzando a 128.000 personas, 336 fueron desaparecidas y 3470 exiliadas. La impunidad del régimen donde varios de sus personeros siguen paseándose con impunidad hace sangrar aún las heridas. Los mismos políticos del pasado hoy intentan retornar por vías autoritarias al poder.
2. Otros hechos como el marzo paraguayo que termina con la vida de jóvenes paraguayos con impunidad en la plaza. Los autores morales e intelectuales, así como aquellos que cegaron la vida de nuestros compatriotas gozan de absoluta impunidad.
3. La expulsión de los campesinos e indígenas de sus tierras por un modelo de agricultura capitalista de agro exportación sin responsabilidad social.
4. Más de 300.000 familias paraguayas no tienen tierras y están obligados al éxodo forzoso a España, Argentina y zonas urbanas, mientras las mejores tierras se regalaron durante los gobiernos colorados en remates públicos terminando más de 8.000.000 de hectáreas en manos de personas no sujetas a la reforma agraria, como empresarios, políticos, militares, extranjeros, ganaderos, etc.
5. Dos de cada tres paraguayos/as hoy son pobres, no como castigo divino, sino por la mezquina y violenta acción de la Oligarquía, que por sus negocios ilícitos e intereses son capaces de oprimir, explotar, vender nuestra soberanía, empeñar nuestra dignidad e hipotecar el presente y el futuro de nuestra nación.
Esta oligarquía mezquina y las roscas mafiosas para defender sus intereses son capaces de atentar contra la vida y las instituciones democráticas. Si no se cambia el sistema económico, político, y social, podríamos caminar como lo dijeron los Obispos en Caacupé a un grave enfrentamiento entre una mayoría que requiere el cambio para vivir mejor, avanzar hacia tiempos de soluciones, y una minoría que quiere que la democracia fracase, añora el viejo sistema dictatorial, extraña los tiempos de impunidad absoluta para hacer sus negocios ilícitos.
No habrá paz sin democracia participativa y justicia social en Paraguay. Es una necesidad histórica para evitar un enfrentamiento con graves consecuencias. Para avanzar hacia una sociedad en el disenso, democrático, depende de superar la pobreza y la ausencia de justicia. El sistema de violencia contra los más pobres lo han creado ellos y hoy la sociedad paraguaya necesita recuperar su soberanía política, económica, social, reconstruirse como país.
La violencia se engendra en la pobreza de muchísimos paraguayos, las desigualdades no son un castigo divino sino obra y gracia de la Oligarquía que solo piensa en sus cuentas bancarias y sus bolsillos. Carecen de conciencia social, sensibilidad y un proyecto nacional de cambio. Es hora de superar el atraso y la miseria y para ello hay que dejar atrás a la Oligarquía mezquina que lleva al país a un enfrentamiento permanente.
Hay un nuevo tiempo que nace y crece pese a ellos, a sus políticas obstructivas desde una mayoría de parlamentarios insensibles y que responden a las clases ricas, y un poder judicial en manos de la mafia. El cambio es una decisión histórica del pueblo paraguayo que la Oligarquía ya no podrá frenar.
El Paraguay esta cambiando poco a poco, pero con pasos firmes y seguros en la construcción de su propio porvenir y desarrollo, es muy positiva la conciencia social creciente, la madurez cívica de nuestro pueblo y su vocación para rectificar rumbos a la Oligarquía decadente.
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