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LA DANZA DE LA INTEGRACIÓN

Desde hace un tiempo, con el espectáculo que emprendiera la bailarina y artista Luz Marina Acosta Mena; junto a la comunidad Maká; muchas y muchos han tenido la oportunidad de acercarse al mundo de nuestros ancestros. Basado en el libro Mimbí, Luz Marina ideó un espectáculo artístico transcultural y sinérgico; o sea, un evento donde se mezclan dos culturas (la flamenca y la Maká) de forma que las culturas no se restan, sino que se suman sin que desaparezca una cultura frente a la otra. Esta idea, de lo más revolucionaria e innovadora, por su importancia trascendental e increíble, rápidamente recibió apoyo de la UNESCO, no podía ser de otra manera, porque lo que hasta ahora se da en el mundo no es ni transculturalidad ni multiculturalidad, lo que sucede hasta ahora es la alienación cultural y la imposición de una sola cultura establecida en la televisión, la radio y la Internet.

 

Desde los centros económicos y financieros (a decir de los análisis del premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz) son los centros los que imponen una sola cultura con un solo y único estilo de vida: El consumista alienante, que no permita pensar. Basta saber que hace unos años atrás en Paraguay estaba de moda la cumbia villera argentina, pero luego llegó el bombardeo del reggaetón (un consecuente de la cultura latina marginal de EE.UU.) El reggaetón, como música y fiesta que sigue las órdenes de las grandes empresas, solo trata de lo más primitivo y vulgar del ser humano: Sexo explícito, relaciones sexuales brutas o un romanticismo totalmente vacío de poesía y sentimientos. A lo sumo, como lo hizo la cumbia villera, llega a dar importancia a la vida marginal del latino en EE.UU. El cantante “Don Omar” así lo hizo. Las letras indican un abierto machismo, cierto racismo y el protagonismo del alcohol o las drogas.

 

Volviendo al espectáculo Flamenco-Maká, además de mostrarnos a los Maká en toda su riqueza, agregó un final donde dicha comunidad indígena invitaba a todos a unirse al Gran Baile de la Integración. El llamado “baile de la integración comunitaria” no existe en nuestra cultura, no conocemos eso, es que la televisión y todos los demás medios nos enseñan a ser egoístas y consumistas, a vivir como islas solitarias y a mirar a los otros según nuestro egoísmo. Cuando vemos a otros, no vemos al vecino, al prójimo o a un compueblano, vemos la ropa que viste, la moto que usa o el auto que muestra. No nos miramos como seres humanos, nos miramos como cosas que tienen un precio y que si podemos consumir, tratamos de comprar. Algunos y algunas llegan incluso a lo horrible de venderse intencionalmente; de hecho, venderse es algo lindo según nuestra cultura, los y las  “modelos” son el ejemplo. El comercio es parte de la economía, pero comerciar con seres humanos ya es detestable.

 

Ante la invitación de los Maká, para danzar con ellos, pocos se unieron al gran baile comunitario, quizás porque el escenario del teatro era pequeño o, lo más seguro, porque no es fácil liberarse de la cultura egoísta que vivimos. El intendente de Pilar se unió a los Maká, también me uní y puedo decir que fue una experiencia fabulosa, porque en ese baile se podía sentir la hermandad y la solidaridad que tanta falta nos hace en nuestras vidas. Quizás deberíamos aprender de los Maká y tratar de tener bailes comunitarios de la integración, fiestas así podrían ayudar a vivir mejor y a construir un nuevo país y una nueva cultura. Para pensarlo.

 

 

Abogado Alejandro Sánchez

Activista de Derechos Humanos y Ecologista

 

 

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