HACIA OTRA CORTE
En Paraguay desde 1992 tuvimos tantas libertades que jamás hemos podido practicar, gracias a esa avanzadísima Constitución Nacional, tan avanzada que hace poco alguien creyó que una de sus libertades era parte de la supuesta “revolución” del socialismo del siglo XXI.
Tantas libertades que jamás hemos podido vivir.
No quiero cambiar de constitución hasta al menos practicar alguna de esas libertades.
De nuevo, por tercera vez, se nos ofrece el “cambio” de corte del poder judicial, no se puede llamar justicia a lo que vivimos en Paraguay, no viendo el horror de casos como el Ycuá Bolaños o el de dejar impune a conocidos genocidas como Alberto Buenaventura Cantero, sanguinario torturador de la última dictadura en Paraguay.
El sistema de cambio ofrecido: La varias veces fallida técnica del “cuoteo político” No importa si es probo, honesto o si es un reconocido e histórico defensor de los Derechos Humanos (ley máxima de la nación) Lo que importa es que sea de nuestro partido, de nuestro color, chancho de nuestro chiquero; por más que el chiquero termine ensuciando a todo el país.
Dos veces se aplicó esta técnica y dos veces fracasó. Sinceramente, prefiero a los actuales ministros de la Corte que a los que puedan venir, mejor mal conocido que por conocer. ¿Para qué hablar de nueva corte si se va a tener la misma corte? Salvo que hagamos una ley extra que obligue al consejo de la magistratura a elegir algo más que los colores. Exigir que todos los candidatos a ministros de la corte cumplan los siguientes requisitos:
1-Que hayan publicado libros sobre Derechos Humanos que sean reconocidos internacionalmente por organizaciones de Derechos Humanos de varios países, especialmente las del Mercosur.
2- Que tengan un mínimo de trayectoria en la promoción y defensa de los Derechos Humanos, al haber trabajado con organizaciones defensoras de los Derechos Humanos a nivel nacional e internacional.
Solo los que tienen reconocimiento internacional han probado que su trabajo sirve para todos y no solo para el poder judicial paraguayo anti Derechos Humanos. Si se cumple este requisito hasta el cuoteo político sería aceptable, siempre que sea el requisito último y no el primero, como se viene queriendo hacer.
Hace poco se recordó el 60ª aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que junto con todos los tratados internacionales humanitarios constituyen una verdadera Cultura de los Derechos Humanos, cultura que no hay en Paraguay, porque estamos en un país que tuvo casi 78 años de gobiernos autoritarios. Mucho de los hábitos y parte de la mentalidad vigentes en Paraguay son autoritarios. La Constitución Nacional es prácticamente un reflejo de la Declaración Universal, es decir, nuestra constitución es una Constitución Nacional de los Derechos Humanos. Por eso mucha de las libertades que establece la constitución no se cumplen ni se respetan. No estamos en democracia por eso.
Se supone que una Corte de Justicia debe ser la promotora y la guardiana de la Constitución Nacional de los Derechos Humanos. Pero el “cuoteo político” hasta ahora no nos ha dado esa Corte de los Derechos Humanos, base de la Democracia.
Fernando Lugo ha llamado a un gran diálogo político en dónde también se hablará del “cambio” en la Corte, las dirigencias de los grandes partidos políticos ya dialogaron y pactaron todo: La Corte no será de Derechos Humanos, sino de colores politiqueros, lo mismo de siempre pero con proporciones diferentes. Nada nuevo se espera.
A menos que, nosotros, los ciudadanos, el pueblo, la nación, El Soberano, pidamos ejercer una libertad que nunca hemos practicado: El referendum legislativo y la consulta popular (artículos 121, 122 y 123 C.N.) No es un mecanismo contra los partidos políticos, es a favor de ellos porque es lo más democrático que hay, está en nuestra constitución. No es parte de un plan revolucionario porque esa libertad ya está establecida desde 1992, antes de que siquiera se hablase de revoluciones en América Latina. No es contra ningún político tradicional porque los tradicionales tendrán oportunidad de hacer sus campañas de siempre, a ver si convencen al pueblo de los “beneficios” del cuoteo político. No es un gasto inútil, porque la democracia es una inversión para vivir más libre y con mayor justicia social. No impedirá un diálogo político sobre una nueva corte, porque los políticos tendrán que escuchar el pedido de la ciudadanía si no quieren terminar su carrera política.
Es una libertad tan sencilla, democrática y participativa (como lo es el Estado Paraguayo) Es solo pedir un referendum para que se apruebe o no se apruebe como ley las exigencias que debe pedirse a los candidatos a Ministros del Poder Judicial, para que de una buena vez se tenga una Corte Nacional de Derechos Humanos (tenemos una internacional, pero es muy difícil acceder a ella) Nunca hemos vivido esta libertad del referendum legislativo.
No quiero cambiar de constitución sin vivir las libertades que me da esta constitución. Por primera vez en mi vida quiero ser libre, realmente libre, ¿acaso eso no quieren todos los paraguayos?
Ojalá que todos los que deseamos lo mismo nos juntemos y nos organicemos para proponer y ejercer esta libertad que nunca hemos vivido.
Abogado Alejandro Sánchez
Activista de Derechos Humanos y Ecologista
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