La Inseguridad En Paraguay
La crisis económica y contrabando internacional aumentan inseguridad
El estancamiento económico, el aumento demográfico y la ubicación de Paraguay en la ruta del contrabando internacional serían las causas del aumento de la delincuencia y por ende de la inseguridad, dice el estudio sobre el tema que realizó el programa de DD.HH. de la facultad de Derecho de la Universidad de Harvard.
El estudio fue publicado en un libro titulado: La seguridad en el Paraguay: Análisis y respuestas en perspectivas comparadas, y cuya edición cuenta con el apoyo de la universidad Columbia de nuestro país. La investigación, basada en encuestas, entrevistas calificadas, observaciones, archivos y bancos de datos desmitifica varias creencias y clisés respecto al problema de la seguridad ciudadana en nuestro país.
El libro señala entre otras cosas que con el aumento de la sensación de inseguridad pública, también surgió la creencia popular que atribuye este incremento de la delincuencia a las reformas penales recientemente implementadas.
Afirma que los niveles de delincuencia en los centros urbanos del Paraguay -si bien altos- son más bajos comparables con los niveles en la región, “lo cual sugiere que la percepción de inseguridad es exagerada”.
ESTANCAMIENTO ECONÓMICO
Para los investigadores de Harvard, las causas más probables del aumento de la delincuencia y por ende de la inseguridad incluyen el estancamiento económico, los cambios demográficos y el aumento del uso de nuestro país como tránsito del contrabando internacional.
El trabajo de los investigadores, coordinado a nivel local por la Dra. Soledad Villagra, señala asimismo que Paraguay tiene como legado de inseguridad las secuelas de varias décadas de dictadura y una complicada transición que dificultaron el establecimiento de una justicia penal eficiente.
Algunas de las herencias de estas dos etapas de la vida nacional son: 1. Una policía que cumplía órdenes del Ejecutivo sin hacer investigaciones técnicas; 2. Las prisiones superpobladas que facilitaban la reincidencia y por ende la corrupción y los privilegios. 3. La resistencia institucional al cambio y el aumento de la percepción de inseguridad.
Este legado ha contribuido a que la ciudadanía opte por un reclamo de volver a prácticas políticas más severas y autoritarias contra la delincuencia.
“Estas contrarreformas, que incluyen la reducción de la disponibilidad de medidas alternativas a la prisión y el aumento de las condenas a prisión para algunos hechos punibles, en gran medida han sido respuestas precipitadas a eventos magnificados por el sensacionalismo de los medios de comunicación, que han capturado la atención pública”, dice el informe.
Otras afirmaciones señalan que el gobierno se vio presionado a implementar medidas que ofrezcan visibilidad, aún cuando no resistan una fundamentación seria. Los datos estadísticos oficiales no son confiables y las fuentes alternativas son escasas. El servicio de 911 pierde cobertura financiera frente a la controvertida Policía Urbana Especializada. Mientras, aumenta la corrupción institucional, las penitenciarías continúan superpobladas y la privatización de la seguridad sigue sin límites.
Mañana: Evaluación crítica de la seguridad ciudadana.
No se deben tomar medidas en base a la percepción ciudadana
La investigación de la Universidad de Harvard, publicada aquí sobre el problema de la seguridad ciudadana, señala que la delincuencia y la seguridad pública son problemas frecuentes de sociedades en transición a sistemas de gobiernos más democráticos. Asegura que es necesario analizar todas las aristas del problema en sus causas y no limitarse a tomar medidas en base a la percepción, que muchas veces es vulnerable a la manipulación y la exageración.
El estudio fue realizado en nuestro país bajo la dirección de James Luois Cavallaro y de Soledad Villagra. Todos los investigadores pertenecen a la Facultad de Derecho de dicha universidad norteamericana, que además realizó la misma investigación en otros países latinoamericanos.
El libro publicado sobre los resultados del trabajo (La seguridad en el Paraguay: análisis y respuestas en perspectivas comparadas) dice que los reclamos populares de reforma para combatir la delincuencia pueden estar orientados por los medios de comunicación y políticos oportunistas y debido a ello pueden ignorar temas complejos como la pobreza, los cambios demográficos y la corrupción. Esto, a su vez, puede hacer que las medidas sean tomadas de manera apresurada sin un análisis riguroso de la eficacia y menos aún de las consecuencias negativas.
Los autores se refieren a la creencia de que el incremento de la inseguridad se debe a que el Código Penal y el de Procedimiento Penal “son blandos” con los delincuentes y no son adecuados para el Paraguay. La investigación afirma que encontraron importantes vacíos de implementación en la reforma.
INSEGURIDAD PERCIBIDA VS. LA REAL
Afirma más adelante que la percepción del aumento en los niveles de inseguridad puede tener aún mayor influencia en la formación del discurso público que los índices reales del delito y de seguridad, especialmente cuando no hay disponibilidad de información estadística confiable.
Luego cita a los académicos John Bailey y Lucía Dammert, quienes señalan que cuando los gobiernos “no pueden producir datos creíbles, oportunos y accesibles sobre las tendencias de la delincuencia y de las prácticas policiales, el público responde a la retórica política y periodística, que con frecuencia son imprecisos cuando no inflamatorios”.
El estudio dice que según la OPS, los índices de homicidios dolosos se han incrementado durante la última década en Paraguay. “Si bien este incremento se encuentra muy por debajo del índice de toda América Latina, que promedió 25,3 homicidios por año por cada 100.000 habitantes de 2000 a 2004, el índice sigue siendo considerablemente alto. Aunque el incremento no es tan dramático como la percepción pública pareciera indicar, el aumento observado por la OPS tiende a demostrar que el crimen ha aumentado”, expresa el informe final.
LA EXPLOTACIÓN DEL MIEDO
El trabajo de investigación indica que los medios sensacionalistas y la explotación política de los miedos públicos afectan directamente en la formación de la percepción de la inseguridad y pone como ejemplo un extracto de entrevista a periodistas, que afirman que los medios normalmente se encuentran en la escena del delito antes de que llegue la policía o el fiscal.
Luego observan que según todas las encuestas, los medios de comunicación gozan de un alto nivel de confianza en la consideración del público, en una proporción mayor que en otros países, mientras que en contrapartida el nivel de confianza en el Poder Judicial es bajísimo.
El libro destaca que se investigó el contenido de los noticieros de TV de la mañana y encontraron que el 31% de las historias transmitidas muestra un crimen violento, además de otras historias sobre accidentes o incidentes sangrientos y cada programa incluía al reportero parado en la puerta de Emergencias Médicas esperando la llegada de la próxima víctima.
Llegan a la conclusión de que con este tipo de coberturas se simplifica el enfoque de un problema complejo.
La delincuencia es producto de mala política social, dice abogado
La delincuencia es producto de la exclusión social y de la poca capacidad del Estado de satisfacer las necesidades básicas del ciudadano, sostiene el doctor Marcos Khon. Aseveró que los hechos punibles que se ven a diario son producto de la mala política social.
Para el doctor Marcos Khon Gallardo, presidente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales y Penales (INECIP), las autoridades no deben confundir los problemas de seguridad pública con pobreza, porque así se estaría castigando a las personas más carenciadas con el derecho penal. Sostuvo que estos hechos punibles que a diario ocurren y que se reflejan a través de la prensa son producto directo de una mala política social.El fiscal Rogelio Ortúzar, durante el polémico procedimiento donde semanas atrás murieron varios delincuentes en el Este. El secuestro es uno de los males.
“La delincuencia es producto de la exclusión social, de la poca capacidad que tiene el Estado de satisfacer necesidades básicas del ciudadano. Un sector que ha sido permanentemente desatendido por el Gobierno, que no tiene nada que perder, es fácil que caiga en el delito”, expresó el ex magistrado.
Desde el punto de vista del profesional, esta situación que atraviesa la sociedad también puede generar la conformación de “escuadrones de la muerte” o que la gente decida hacer justicia por mano propia.
“Se pueden dar los escuadrones de la muerte, porque los sectores más poderosos pueden organizarse para mantener fuera del ámbito donde se desenvuelven a los que ellos consideran un peligro para su seguridad”, puntualizó.
Dr. Marcos Khon
“El gasto social que anualmente presupuesta el Gobierno es mínimo, así como el gasto en rubro justicia. Estos puntos son los que hay que verificar para encontrar explicaciones”, dijo el abogado.
Seguidamente apuntó que la clase política, por su ineficiencia e ineficacia, busca trasladar el debate sobre este problema hacia la reforma del sistema penal, que desde su punto de vista no es la solución. “El debate que debe hacerse es sobre cuál es el modo en que el Estado está cubriendo los gastos sociales. Mientras esto persista, el problema no será solucionado”, apuntó.
Violencia juvenil por falta de oportunidad
La violencia generalizada que se está dando en nuestro país, sobre todo en los jóvenes, es un “complejo drama que tiene en la ruptura de la contención familiar una de sus bases esenciales” y en la falta de oportunidades laborales y de distracción, según sostiene el sociólogo Tomás Palau.
“Son hijos (los jóvenes) de la violencia, de la degradación, de la falta de oportunidades laborales, de distracción y de educación”, afirma Palau. Tomás Palau, sociólogo
Agrega que, desde el punto de vista social, “a la juventud no se le ofrecen alternativas laborales, vocacionales, no hay inversión pública del Estado”. “Para romper este cuadro es absolutamente imprescindible una perspectiva laboral, educacional seria, sostenible en el tiempo”, dice. “Son jóvenes desintegrados, que no han tenido otra forma de socialización que la televisión y las barras”, enfatiza. Para el sociólogo, en este contexto, es “obvio que se metan en las drogas, en el alcohol. Este fenómeno de desintegración se va a seguir acelerando en los núcleos urbanos”, advierte.
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Sandra -