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Estado Terrorista

Un breve pero esclarecedor artículo de Julio Venegas Villadet

 

 

 

 

 

 

El Estado terrorista

 

Hoy, gran prensa incluida, dudamos de los libretos mediáticos de la Policía y la Fiscalía. Pareciera que ya no hay forma de sostenerse cosas tan burdas, tan criminales, como la procedencia de la matanza de los supuestos secuestradores en el Este.

 

¿Pero acaso era creíble el asalto policial en Sanguinas Cue, donde “encontraron” un arsenal de guerra en una casita de madera, a cien metros de un asfalto, y una agenda donde aparecían nombres de próximos secuestrados?

 
¿Era creíble acaso esa “evidencia” de los 50.000 dólares encontrados en la casa de Víctor Colmán, como parte del supuesto botín del secuestro de María Edith de Debernardi, en un operativo dirigido por Javier Cazal y Antonio Gamarra, hijos de la corrupción y el matonismo?

 
¿O que un funcionario oscuro del Ministerio de Justicia y Trabajo, Marcos Alvarez, “devolviera” 350.000 dólares que le dejara en depósito el “autor intelectual” del plagio, Juan Arrom, porque este no tenía dónde depositarlos?

¿Podría haber participado Gumercindo Aguilar, fantasma de la miseria y la mendacidad, de un asado en el que altos componentes del poder económico (Papalardo, Oviedo, Víctor Paniagua) “planificaron” el asesinato de Luis María Argaña?


Qué hablar de aquel guerrillero confeso que se presentara tras un incendio en una comisaría, hechos provocados posiblemente para despejar la presión emergente sobre la desaparición de Enrique Galeano, en Yby Yaú.



Fiascos como los de Ortúzar abarrotan nuestra historia reciente, en esta criminal transición.



Ahora, cuando el gobierno oficial –no el poder político– entra en decadencia, cuando hace de todo para sostenerse en la impunidad, y porque se acercan las elecciones, empezamos, por fin, a poner en duda la mayor parte de los últimos libretos. Enhorabuena. Pero hay que tener mucho cuidado con los maquillajes.


Hay que tener mucho cuidado con los nuevos discursos, con las campañas de terror que intentan nuestra complicidad con el Estado terrorista cuando conviene a los intereses del poder económico, cuando se pretende ordenar la casa perseguiendo, matando, atemorizando, amedrentando a dirigentes campesinos, “invasores de la propiedad”, persiguiendo a los trabajadores cuando intentan organizarse, presentando a los pobres solo como parte de crónicas policiales o grandes delincuentes del narcotráfico al caballo loco.

 
Bien, por ahora, porque ya no les resulta tan fácil meternos el perro. Pero mejor si fuéramos comprendiendo que este Estado es, en todos sus costados, de terror. Y que el brazo policial, fiscal, judicial no hace otra cosa que cerrar, con martillo o bala, el modelo que nos acogota a la gran mayoría.

 

Julio Benegas Vidallet, Comunicador, Periodista y Secretario General del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP)

 

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