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Pobreza en Paraguay

La Mayor de las Pobrezas

La pobreza material no es tanta como la pobreza emocional y espiritual que se refleja en esta historia.


Carlitos, una víctima real de la pobreza y la exclusión

 

 

Pasa noches dormido en la calle. A veces sobrio y en otras oportunidades bajo los efectos de las drogas. No pasó del primer grado. Esta es la historia de un adolescente y su mundo. La historia de Carlitos.

Patricia Figueredo

pfigueredo@uhora.com.py

Huidizo, temeroso, con los pies descalzos y cierta desconfianza en la mirada nos observa Carlitos (nombre ficticio), el joven adolescente que hace 48 horas fue rescatado de la vía pública por la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, luego de pasar toda la noche durmiendo en una vereda.

Última Hora llegó hasta su casa y, antes de hablar con él, lo que primero impacta es la precariedad de su vivienda ubicada en el Barrio Chino. Pero luego eso queda en segundo plano cuando el adolescente, con cada expresión, logra demostrar una ausencia de motivación y esperanzas de futuro.

La pobreza se traduce, en ese momento, en más que la simple falta de dinero. Se convierte en un estado que se refleja en sus ojos y en cada palabra.

Con mucha timidez, Carlitos afirma no tener sueños, mientras que cualquiera, a su edad, con otras condiciones, sueña con parecerse a un jugador de fútbol, estudiar o viajar.

Ni uno, ni otro. Su realidad es muy distinta. Tiene 14 años y nunca pasó del primer grado, "porque siempre entro y salgo, y ahora ya no quiero ir más. No sé por qué", dice. Y agacha la mirada sin saber cómo argumentar su decisión.

AYUDAR. Su mundo no es el mismo que el de otros niños, ya que trabajó desde pequeño y ahora cuida autos, esperando recaudar unos cuantos billetes para aportar en la casa y así ayudar a la familia.

Cuando más éxito tiene junta entre 20.000 y 30.000 guaraníes, principalmente los fines de semana, cuando cuida autos frente a una discoteca céntrica.

Esta labor se extiende hasta altas horas. Es por eso que muchas veces, por efecto del cansancio, termina durmiendo en cualquier esquina. Más de dos veces fue rescatado por la Secretaría de la Niñez.

Y no es simplemente dormir. Algunas noches están marcadas por el consumo de drogas, principalmente crack, aunque otras veces también accede a la marihuana o a la cola de zapatero.

Eso permite que el estómago no moleste con alertas de hambre y el cuerpo se llene de adrenalina y una energía que trata de sustituir a la que debería ser proporcionada por un buen plato de comida.

En un descuido, Carlitos se esconde bajo la excusa de no querer ser fotografiado y entra a su casa. En nuestro intento de acercarnos más a su historia, el chico acepta que el equipo de ÚH entre a la vivienda, "pero solo para hablar", pide.

"Hay veces que no comemos en casa porque no hay", se sincera. Y nos tira una frase que es casi su filosofía de vida: "Estoy preparado para lo que venga, no me levanto pensando en algo especial que quiera".

FAMILIA. La calle es su parque y su escuela, aunque aún mantiene un lazo familiar. Siendo uno de los menores de la casa, vive con su mamá y otros tres hermanos.

"Él me ayuda en casa y mi otro hijito es lustrabotas", comenta la madre, mientras se preparan para bañar a la hermanita más chiquita y llevarla a un centro de salud.

Una vez dentro de la casa, la miseria y las grandes necesidades se notan en cada rincón. El adolescente se sienta en la cama y nos permite continuar el diálogo también sentados en el mismo lugar.

El delgado colchón cobra mayor espesor al estar envuelto en una frazada, y es el único lugar de reposo para una familia de 5 integrantes.

Las paredes, hechas con tablas de madera clavadas unas con otras, soportan a las delga- das chapas de zinc y bolsas de plástico que hacen de techo.

Detrás de la casita, un montón de basura sirve como cueva de bichos y cualquier alimaña. Haciendo referencia a esa situación, la mamá pide a la Municipalidad de Asunción que vaya al lugar a limpiar.

"Tantas veces ya pedí y siempre me dicen que van a hacerlo cuando tengan tiempo, y no pasa nada", reprocha la mujer, que en todo momento carga en brazos a su pequeña enfermita.

Ante cualquier ruido, la desconfianza clava al adolescente como una aguja en la cama y lo hace saltar para asomarse a la pequeña ventana y observar qué pasa afuera.

De un momento a otro, y sin dar explicaciones, queda callado. Lo único que a duras penas logra responder es: "Ya no quiero hablar", y sale corriendo, perdiéndose entre los delgados pasillos del Barrio Chino.





A menos utopías, más drogas
(Frei Betto)





Consumo de crack en Asunción se expande con suma rapidez



La juventud de escasos recursos está siendo el blanco de los proveedores de droga en pequeñas cantidades. El microtráfico está en aumento y el crack junto con la marihuana van ganando terreno.

Por Patricia Figueredo

pfigueredo@uhora.com.py

Hace pocos días tropezamos una vez más con una triste realidad. Un niño de 14 años, desabrigado, dormía profundamente en la vía pública. Esa imagen quedó en nuestra retina.

Tras eso, Última Hora inició un recorrido y llegó a la casa del adolescente, para conocer su mundo desde su entorno familiar, el lado que muy pocos conocen.

Carlitos (nombre ficticio) fue el protagonista que reflejó la realidad de muchos niños y niñas que aún sufren en carne propia la falta de oportunidades, la miseria y exclusión.

El viaje emprendido con un equipo de ÚH nos llevó a palpar la triste realidad de estrechez y desesperanza que deshumaniza.

Y aún más, tener cara a cara a menores que, con toda normalidad, consumen drogas a plena luz del día, incluso con el amparo de sus padres.

Apostados en una esquina del barrio Pelopincho de Asunción estaban Miguel y Claudio (nombres ficticios) preparando sus pipas para fumar crack.

Eran las 13.10 horas, momento que para muchos es el indicado para almorzar. Sin embargo, otra era la situación de ellos.

En eso llegan voluntarios de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA) y en medio de insistencias interrumpen "la pitada" y los convencen de aceptar el plato de comida que les llevan.

Cada día representa un desafío nuevo para los educadores de calle, que deben estar preparados para ser aceptados o rechazados en su intento de alimentar a los jóvenes. Brindan desayuno y almuerzo.

EN CRECIMIENTO. En otro momento y siguiendo de cerca la cruda realidad, un conocedor de la zona asegura que allí es normal ver a chicos drogarse. "Los mismos padres fuman con ellos o proveen", dice.

Ya forma parte de la rutina diaria, a nadie sorprende. Es más, los mismos pobladores del barrio miran la escena y con una sonrisa cómplice y temerosa les regalan moneditas a los chicos.

Hasta el mismo jefe de operaciones antinarcóticos de la Policía Nacional, Luis Chávez, afirma que el microtráfico va cada vez en aumento. "Se ha vuelto un cáncer", asegura.

La mayor preocupación de esta dependencia de la Policía es el crecimiento de este delito, principalmente con el crack y la marihuana. Ambos se consiguen desde 5.000 guaraníes.

A criterio del funcionario, este aumento se da por el bajo precio de estos estupefacientes. Atrás quedaron los operativos donde la cocaína era la principal estrella.

"Ahora encontramos más marihuana y crack. La cocaína la consumen quienes tienen más recursos económicos. Continúa pero es menos", refiere el profesional.

Además de ser más baratas, puntualmente el crack produce efectos peores que las demás drogas. Esto se debe a que esta sustancia es el residuo último en el proceso de refinamiento de la cocaína.

EFECTOS. El doctor Manuel Fresco, director del Centro de Adicciones del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, así lo asegura, y añade que actualmente la mayoría de los niños en situación de calle que ingresan a la institución son consumidores de crack.

"El crack tiene una forma química diferente que la cocaína y por más que derive de ella, sus efectos son mucho más intensos, ya que se fuma y el humo llega con más fuerza a los pulmones y la sangre", indicó el especialista.

Su consumo causa un estado de dependencia con mucha rapidez y compulsión por fumar. Es por eso que hay muchos casos de consumidores que pasan de 2 a 3 días sin comer, beber líquidos y solo están prendidos a la pipa, por no poder parar, según el experto.

Los daños son mayores en lo físico, aunque también psíquicamente deja sus huellas. Provoca un fuerte adelgazamiento, deterioro de los dientes por el humo corrosivo y un desgaste completo.

Además, padecen delirio de persecución, paranoia, celos y son violentos. Mientras que la marihuana puede ser controlada en el consumo y no consigue excitar como el crack, sino más bien provoca un estado de tranquilidad y relajación, convirtiéndose eso en un problema, ya que genera un síndrome amotivacional y problemas pulmonares.

A DÓNDE RECURRIR EN CASO DE ADICCIONES

Para quienes son víctimas de algún tipo de consumo de drogas, sea cocaína, marihuana, crack, hachís u otros, el Centro de Adicciones del MSPyBs presta asistencia.

Todos los tratamientos son gratuitos, la internación también y los medicamentos que se requieren para el proceso de recuperación del paciente, según Manuel Fresco, director del centro.

"Es importante que la gente sepa que tenemos estos servicios e incluso para los familiares que tienen de cerca a un ser querido con adicción pueden recibir orientaciones para el buen manejo del caso", mencionó.

A la vez, prestan asesoramiento jurídico y todo lo que hace referencia al mundo que vive un adicto a las drogas y su entorno.

Muchos son los casos de personas que mediante la voluntad y el esfuerzo logran salir de esa realidad y rehabilitarse día a día.

El centro tiene 13 años de funcionamiento y a lo largo de este periodo ya tiene fichados 11.000 pacientes. Anualmente reciben, en promedio, a 1.000 adictos desde los 8 años de edad.

El instituto dispone, a la vez, de una Unidad de Desintoxicación Programada, que trabaja en conjunto con la Secretaría de la Niñez. El número telefónico del centro es el 298-352.




Jóvenes consumen de forma más precoz drogas chatarra



Crack, flúor y aerosoles son las nuevas sustancias utilizadas por consumidores juveniles. La Policía registra el inicio del uso de las mismas desde los 9 años de edad y pide a los padres extremar controles.

Crack, Paco o Chespi. Como sea que las llamen, las drogas denominadas chatarra empiezan a pegar fuerte entre los jóvenes de nuestro país, muchos de los cuales se inician en la adicción con este tipo de sustancias que son altamente dañinas.

Datos de la Policía Nacional revelan que cada vez son más los jóvenes que experimentan con las nuevas drogas, como es el caso del crack, llamado también paco o chespi, que se consiguen a bajo costo.

El flúor que se extrae del polvo de la lámpara fluorescente es otra de las sustancias que se utilizan para aspirar, al igual que los aerosoles usados para las pintatas y el cigarrillo de marihuana, que se mantiene entre los estimulantes más consumidos por los jóvenes del país.

Otro dato de alerta es que cada vez los jóvenes se inician más precozmente en el consumo de drogas. Se han detectado niños desde los 9 años. Esto sin considerar a los que están en situación de calle y que normalmente aspiran cola de zapatero.

Entre las drogas de uso más común, la Policía considera el tabaco y el alcohol. "Hemos encontrado a niños de 11 y 12 años tomando vino mezclado con gaseosa", reporta la comisaria Elisa Ledesma, encargada del operativo de seguridad en las instituciones educativas.

Una de las caras ocultas de la adicción es el desconocimiento de los padres y el desentendimiento de los colegios.

"En estos primeros tres meses encontramos que los padres desconocen que sus hijos están fumando o dónde se quedan luego de las horas de clase. También encontramos padres que se enfadan con nosotros cuando les preguntamos si saben que sus hijos fuman", indicó la comisaria.

Sostuvo, además, que desde este punto de vista, el trabajo preventivo no resulta eficiente, porque la mayoría de los padres tampoco reconocen que el chico llega al consumo como una forma de llamar la atención o en reacción a situaciones de falta de atención, diálogo o maltrato familiar.

"Se buscan culpables, y se le culpa al vecino, al colegio y hasta al cíber", comentó la comisaria.

COLEGIOS. Otro punto negativo es que los colegios también deslindan su responsabilidad. "Si vemos a varios alumnos en una plaza y llamamos la atención del colegio, nos dicen que no es responsabilidad institucional porque ya están fuera del horario de clase o del local educativo", precisa.

Ledesma llama la atención de las familias para que conozcan y controlen el horario de llegada de los hijos a la casa, la compañía que tienen y los lugares que frecuentan.

"Pedimos a los directores que nos inviten a las reuniones de padres en las que se entregan las libretas de calificaciones para que con los agentes antidrogas podamos informarles de estas situaciones", indicó.

Al referirse al trabajo de prevención que se realiza en torno de las instituciones educativas, comentó que existen investigaciones sobre distribución y consumo en colegios, además de trabajos con la Fiscalía Antinarcótico y la División de Microtráfico del Departamento de Narcóticos.

"Hace 10 días terminamos un censo de vendedores ambulantes. Cada efectivo sabe qué hay en los alrededores del colegio en donde monta guardia, quiénes circulan en las zona, y qué tipo de ventas se realizan", precisó.

Algunos centros asistenciales, entre ellos el Centro de Toxicología, ya registra el ingreso de personas intoxicadas con crack. Agregó que, incluso, algunos casos son severos porque llegan en coma o con un infarto.

SUSTANCIAS PELIGROSAS SE VENDEN A BAJO COSTO

Una de las metodologías más utilizadas para crear adictos o captar clientes es a través del regalo de las sustancias. En el caso de la marihuana, los distribuidores regalan los primeros tres o cinco cigarrillos principalmente a estudiantes.

Este sistema de distribución permea tanto los colegios oficiales como privados.

La Policía registra casos de consumo de cocaína en alumnos de colegios costosos, mientras que la marihuana y las drogas chatarra se estilan más entre estudiantes de colegios oficiales.

Algunos de los consumidores que asisten a colegios privados son alumnos expulsados o trasladados justamente por caso de inconducta, pero al cambiarse de colegio, se mantienen dentro del círculo vicioso.

En el caso de los alumnos de colegios oficiales, para ellos resulta más accesible la adquisición de marihuana, ya que un cigarrillo orilla los G. 4.500. Este monto es el que muchos estudiantes llevan para el recreo.

En otros casos se juntan tres o cuatro jóvenes y cada uno aporta lo que puede hasta completar el monto, para luego compartir la fumata.

La comisaria Elisa Ledesma pide que a los consumidores se los vea como enfermos y no como delincuentes.





Efecto del crack se hace visible en la sociedad



El doctor Manuel Fresco, del Centro Nacional de Control de Adicciones, manifestó que el caso del chico que robó un arma para cambiarla por crack es una muestra del alto poder adictivo de esta droga.

Ayer, agentes de la Comisaría 15ª Metropolitana capturaron a un menor de 13 años en la zona de 4 Mojones. El chico robó el arma a un oficial de policía para entregársela a Héctor Rolando Riveros, de 27 años, a cambio de unas pepitas de crack. Riveros tiene varios antecedentes.

Fresco explicó que la característica de la dependencia del crack, que es residuo de cocaína, es justamente la enorme compulsión que genera su consumo.

Esta compulsión hace que los dependientes de esta sustancia hagan, literalmente, cualquier cosa para conseguir otra porción y seguir fumando, planteó Fresco.

En países como Argentina y Uruguay el crack está causando estragos en la población juvenil. Incluso, la televisión argentina denomina a los chicos consumidores "niños con fecha de vencimiento", justamente por el mortal impacto que registra.

A nivel local, la Policía Nacional reveló que cada vez son más los jóvenes que experimentan con drogas , entre las que se citan el caso del crack, o "chespi", como se lo denomina entre los consumidores.

Como un dato alarmante dicha dependencia expuso que el inicio del uso del crack, flúor y aerosoles, que son las nuevas sustancias utilizadas por la población juvenil, se da incluso desde los nueve años de edad, según sus registros.

EFECTO. En el caso del crack, su efecto es muy intenso ya que entra gran cantidad de droga a la sangre porque pasa directamente al pulmón, y tiene un pico de excitación muy intenso. El efecto es breve, por lo que se produce una desesperación para reiterar el consumo.

A medida que una persona va consumiendo una droga su organismo va tolerando la dosis que recibe, obligándola progresivamente a un mayor consumo para sentir el mismo efecto.

En general, algunas drogas, como la marihuana, no producen un impulso tan grande por un mayor consumo inmediato. Sin embargo, el crack tiene esta característica: la reacción es de un intenso deseo de volver a absorber una mayor dosis de la sustancia.

Fresco explicó que el niño que cambió el arma por la droga solo es una parte visible del problema. "Hay que investigar a las personas que lucran con esto", apuntó.

Al cierre de nuestra edición el menor permanecía en su vivienda, pero tiene que presentarse a la Fiscalía a declarar.

EL CENTRO NACIONAL DE ADICCIONES ESTÁ ABIERTO A LAS CONSULTAS

El Dr. Manuel Fresco manifestó que el Centro Nacional de Control de Adicciones está abierto a las consultas.

Los interesados pueden llamar al (021) 298-352.

Este centro tiene como meta garantizar que el abordaje de la problemática de las adicciones se realice de forma eficiente y rápida, con información de calidad y oportuna.

QUÉ ES EL CRACK

El crack es un producto intermedio en la elaboración de la cocaína, que se logra al macerar las hojas de coca con solventes muy tóxicos como la bencina, ácido sulfúrico, etc.

Su efecto es de muy corta duración, por lo que se lo fuma muchas veces por día.

La sustancia demora solo de 8 a 40 segundos en llegar al sistema nervioso central, donde produce un inmediato efecto de euforia que dura de dos a cinco minutos.

Su efecto tiene varias etapas: euforia, disforia, deseo de consumo, y sicosis y alucinaciones.





Utilizan a menores para el tráfico de estupefacientes




La realidad de los niños en situación de calle está marcada por microtráficos, consumo de drogas y delincuencia. Los menores negocian el territorio para poder seguir con la venta y utilización del crack.

"Muchos de los menores ya eligieron a la calle como su escenario de vida", empieza comentando Emiliano Silva, al ser consultado sobre la situación se los niños y adolescentes afectados por la droga en la zona de Cuatro Mojones.

Silva pertenece al Programa de Atención Integral a niños/as adolescentes en situación de calle (Painac), quien detalló que hacen abordajes sistemáticos sobre la situación diaria que viven los niños que se encuentran en los alrededores del Viaducto de Calle Última y Avda. Fernando de la Mora.

"Cuatro Mojones es el foco de mayor vulnerabilidad, los que están ahí ya eligieron a la calle como su escenario de vida, y una de esas realidades es el consumo (de drogas) y el delinquir y negociar la permanencia en el lugar", agrega.

El registro que se maneja es de la existencia de niños de 8, 13 y 14 años de edad, con la preminencia de adolescentes de 17 años de edad.

SISTEMA. Los niños involucrados en este mundo marginal deben "negociar" para que personas de la zona les den vía libre para delinquir y vender estupefacientes (crack en mayor medida) y dar un porcentaje de lo percibido por el "trabajo".

Los menores son utilizados como peones por los microtraficantes para ampliar el mercado, reciben la droga y la venden con el fin de dejar también para su propio consumo. "El negocio es usar menores para el microtráfico", resalta el funcionario de Painac.

"Valiéndose -agrega- de las valoraciones de inocencia que estos poseen les utilizan para la distribución, ya que no llaman mucha la atención, y no serían descubiertos muy fácilmente".

Los prostíbulos que están bajo el puente de Cuatro Mojones son también los que brindan algún tipo de "servicio" a estos chicos, siempre a cambio de bienes robados brindando un lugar donde dormir a los menores.

POLICÍAS IMPLICADOS. Silva comenta que otra de las formas de negociar el territorio es a través de un acuerdo implícito o explícito con los policías de la zona.

"El tema de los robos, por ejemplo, es una forma de negociar. Sabemos que hay policías de la zona que conocen la realidad de los chicos, que conocen claramente cómo se maneja el microtráfico, que se encuentran en esa zona, pero que hacen malas actuaciones o malos procedimientos", apunta Silva. Agrega que cuando los menores son detenidos son llevados a las comisarías para ser "agentes de limpieza", según reportes que tienen los integrantes del Painac.

Terminó diciendo que la Secretaría de la Niñez no puede ir a arrear a los menores, pues lo que hacen es un trabajo sistemático con los chicos.

FALTA VOLUNTAD POLÍTICA

La falta de voluntad política para una lucha frontal contra el microtráfico está a la vista. Existe una mesa interinstitucional de trabajo entre la Secretaria de la Niñez, la SENAD, la Policía de la zona y Dirección de DD.HH. del Ministerio del Interior.

Sin embargo, a pesar de la existencia de esta mesa, aún no se ven resultados positivos.

En el PAINAC recogieron datos brindados por los menores sobre el crack, como los lugares donde se venden, los nombres de los distribuidores y reducidores, que son datos muy confidenciales. Si bien, los mismos se ponen a disposición, la Senad y la Policía aún no toman cartas en el asunto, ni toman medidas concretas.

Más Drogadicción En Asunción

Cada vez más niños se drogan

 

 

Vendedores ambulantes y vecinos del barrio Vista Alegre de la capital persiguen a los niños que roban y asaltan a transeúntes, pasajeros y automovilistas.
Fuente: ABC Color

Decenas de programas y proyectos para la asistencia a niños de la calle “duermen” en los cajones de las distintas instituciones de la administración pública, fundaciones y organizaciones no gubernamentales (ONG), que reciben millones de guaraníes anualmente con esos documentos.

Sin embargo, cada vez hay más niños y adolescentes que duermen, comen si tienen algo que comer, se drogan, asaltan y mantienen relaciones sexuales en las diferentes calles del país. Asunción y la zona Central son los lugares más críticos.

La desidia es tal que los políticos, los candidatos de turno solo se acuerdan de estos menores en época de elecciones. Lo hicieron los ex presidentes Juan Carlos Wasmosy y Nicanor Duarte Frutos. Fue más insistente el mandatario Fernando Lugo, pero hasta ahora hizo poco o nada para solucionar el problema.

El barrio Vista Alegre de Asunción, específicamente en los alrededores de las avenidas Fernando de la Mora y Médicos del Chaco, se convirtió en una zona de mucha concurrencia de niños que se pasan el día inhalando cola de zapatero. Parece increíble, pero en un “paseo” de media hora, un equipo periodístico de este diario se tropezó con al menos 50 bolsitas y 10 latas de esa sustancia tóxica.

El motivo de ese lamentable escenario es que a tres cuadras de la citada dirección funciona “Oga Mimbi”, que alimenta a los chicos carenciados, pero no los asiste para desintoxicarse. El Gobierno le da la espalda a estos precoces delincuentes, quienes ahora roban celulares y cadenas, y con el riesgo en que  mañana se conviertan en  asaltabancos.5 de Septiembre de 2009.

La Pobreza Se Concentra Alrededor de la Capital Paraguaya

Un anillo de pobreza de 200 mil personas rodea a Asunción


Solo en las poblaciones vulnerables de la capital viven 17 mil familias. Ocupan la cota de inundación y están a lo largo de los arroyos en condiciones precarias. En algunos asentamientos, no todos salvan el día a día.

 

Sentado en una desvencijada cama, De los Santos Salinas (85) trataba de calentarse con las pocas brasas de un brasero, ubicado frente a sus piernas. Entre las tablillas de la pared, lado derecho de su casilla, se filtraba el viernes un viento frío que traspasaba la vieja campera que vestía como abrigo.

La "casa" de don Salinas está al borde de un arroyo de aguas negras y debajo de una de las varias torres de alta tensión que hay en el terreno, a metros de Primer Presidente y calle Azteca II, a unas 10 cuadras de la avenida Artigas. Ya mediaba la mañana, y el anciano, entrado en confianza, con una voz cansada dice resignado: "No tenemos nada. Lo que mi esposa trae, 8 a 10 mil guaraníes por día, no alcanza. No ve... ahora mismo, yo todavía no comí nada, ni un bocado", admite.

Don Salinas está perdiendo la vista y el sentido auditivo. Su esposa Pablina sale a lavar ropa y a limpiar casas. "Yo ya no puedo trabajar, estoy enfermo", lamenta él. Oriundo de Acahay, vivió por varios años con su mujer en Luque en un terreno ajeno, cuenta. No tienen hijos. Hace 6 meses que habitan la casilla de madera y chapas que le hicieron por 80 mil guaraníes.

Paradójicamente, pese a estar bajo inmensas torres de la ANDE, no tienen luz eléctrica. "Hace frío aquí", dice, en medio del diálogo. Dentro de la habitación guarda una jaula de alambre con un par de gallinas. Hay además un estante y una mesita de madera, un balde de agua y la imagen de la Virgen de Caacupé.

La situación de don Salinas y su esposa es la de muchos otros pobres que viven en las zonas inundables de la Capital o en terrenos de fábricas abandonadas, alrededor de vertederos clandestinos de residuos domiciliarios o a lo largo de las cuencas hídricas de Asunción. En cualquier terreno donde pueda levantarse una casilla precaria.

DRAMA. "Estamos ante un problema creciente. Asunción está recibiendo una población muy huérfana de posibilidades, en su mayoría, proveniente del interior del país", explica Evanhy de Gallegos, intendenta.

Según indica, los habitantes de "las orillas" de la Capital figuran como asuncenos, pero no están catastrados, porque no se puede dar títulos a quienes están asentados en la cota de inundación.

"Asunción está encerrada en un anillo de pobreza infinita de 200 mil personas que han dejado el interior para venir acá. Ya no son solo 17 mil familias como se calculaba. La gente se arrima a Asunción pensando que aunque sea limpiando auto, puede encontrar una salida económica al problema de fondo que es la falta de empleo", reflexiona.

A criterio suyo, estas poblaciones se convierten en un verdadero drama para la ciudad, porque los asuncenos que apenas sobrepasan los 500 mill, se están expandiendo hacia otras ciudades del Área Metropolitana. En contrapartida, "se nutre de habitantes a los que, por el lugar donde vienen a asentarse, generalmente bajo la cota de inundación, ni siquiera podemos cobrarle por ningún tipo de servicios", señala Evanhy. Por el contrario, implican erogaciones significativas para la Comuna, ya que tienen que preverse fondos para ayudarlos luego de cada lluvia grande o tras una tormenta y para dotarles de servicios comunitarios básicos.

La intendenta simplifica la situación: "Asunción se descarga de habitantes con poder adquisitivo y se llena de pobladores insolventes". En su opinión, se necesitan fuentes de trabajo para que las regiones del interior puedan retener a sus habitantes.

Entretanto, con la población ya asentada y en los nuevos asentamientos se dejó pasar mucho tiempo, por lo que reasentarlos hoy resulta imposible, según la jefa de la Comuna capitalina.

VECINDARIO. En un asentamiento ubicado camino a Viñas Cué, cerca de una arenera, viven unas 70 familias que antes estaban en Blanco Cué. Ellas fueron reasentadas 12 años atrás por la Municipalidad, tras una creciente.

"Al final, nos quedamos definitivamente aquí. Ya tenemos escuela, centro de salud, capilla y cancha. Completo hay acá", describe don Rosalino Dávalos, padre de 4 hijos.

La calle de su casa está sin empedrar, pero en el vecindario ya tienen un sistema cloacal. "Yo mismo ayudé a hacerlo; tengo experiencia porque trabajé 12 años en Corposana", dice con satisfacción.

El medio de vida de don Dávalos es un carrito tirado por caballo. De las 70 familias que originalmente se reasentaron allí, hubo quienes vendieron el terreno que le asignaron y se marcharon. "Los más antiguos ya quedamos pocos", aclara.

Él es de los que se hicieron asuncenos, sin más remedio, y de los que aún dan batalla a la pobreza, desde la orilla.

 

 

Niños obligados a vivir bajo el peligro

 

Cristian, su hermano Arnaldo, y José no tienen mucho que elegir, como pobladores de Asunción. Los tres tienen en común las condiciones de pobreza en que transcurren sus vidas en la capital del país. Viven en una parcela de tierra, a orillas de un arroyo, y bajo columnas de gran porte de la ANDE, en un asentamiento que ellos denominan San Miguel.

"Este lugar es de la ANDE; sabemos que está prohibido vivir aquí, pero subió el agua, por eso estamos acá", dice Cristian. El sitio se halla hacia el lado izquierdo de la avenida Artigas, zona del Puerto Botánico.

Cuando la lluvia es muy grande o sopla un viento fuerte, las torres de alta tensión silvan, aseguran los tres. "Claro que nos morimos de miedo, si sabemos que encima estiran rayos", agrega.

Su hermano Arnaldo y él estuvieron viviendo en el hogar Tapé Pyahú, "ese que era de Nicanor, pero ya cerró", cuenta Cristian. Él asegura estudiar por la noche en un colegio del barrio IPVU, que está en las inmediaciones. Su hermano cursó hasta el 4º grado, pero ahora no va a la escuela. "No tengo partida de nacimiento", argumenta.

EL ENTORNO. En la casilla de madera situada al borde del arroyo viven con su madre y padrastro. "Es impresionante el olor que despide el arroyo. La gente de las casas lindas también tira acá sus basuras", se queja.

Si no estuviera el muro de contención, agregan, "el agua ya les hubiera arrastrado a todos", acota Arnaldo. Aunque, de durar mucho la lluvia, de todos modos entra agua en la casita que ocupan.

Cuando hay necesidad, algo que es frecuente, los tres chicos salen a la avenida para limpiar el parabrisas de los coches. "Algunas veces pedimos para comer. No da gusto eso, pero qué vamos a hacer, si tenés hambre...", interviene José con su reflexión.

"La municipalidad no hace nada. El presidente tampoco. Él, sobre todo, tiene que mirar también a los pobres", expresa Cristian.

Sus palabras alientan a José que añade: "Sí, cierto, nosotros necesitamos una casa, no importa si no es linda, pero al menos que no gotee". "También nos hace falta ropa abrigada, porque de noche hace frío aquí", dice con naturalidad.