33 Años del Brutal Asesinato de los Hermanos Ramirez Villalba
Recuerdan aniversario del asesinato de los hermanos Ramírez Villalba. | |||
Memoria Historica
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Fotos del encuentro por la Memoria de las víctimas de la Dictadura:
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Fotos del encuentro por la Memoria de las víctimas de la Dictadura:
Víctima stronista contó historia real del cadete Benítez
El capitán Juan Bautista González Flores, víctima de la dictadura, comentó sus vivencias y entregó una fotocopia autenticada del expediente que se conoce como "Caso Cadete Benítez", que fue una presunta conspiración contra el dictador Alfredo Stroessner, donde fue involucrado junto a otros compañeros como el capitán Napoleón Ortigoza, Escolástico Ovando, Hilario Ortellado, entre otros.
El acto se llevó a cabo en el Museo de la Justicia, Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos del Poder Judicial.
El capitán González Flores afirmó que no fue condenado porque la Policía stronista pensó que estaba muerto, ya que fue torturado y llevado al policlínico Rigoberto Caballero donde le prepararían el certificado de defunción; sin embargo, fue rescatado por el oficial Federico Ramón Franco.
Asimismo, aseguró que el asesinato del cadete Alberto Benítez fue un invento del dictador para eliminar a los militares institucionalistas y por ello, los demás involucrados fueron condenados a pena de muerte.
Participó del acto el director del Museo, Luis María Benítez Riera, quien agradeció al capitán por sus expresiones que servirán a los jóvenes para entender acerca de lo que se vivió en el periodo dictatorial y por el documento entregado que servirá para futuras investigaciones.
La coordinadora del centro de documentación, Rosa Palau, valoró el expediente donado y aseguró que lo preservarán para el uso de todos los paraguayos y para la humanidad.
El capitán González Flores, además de que está próximo de cumplir 80 años, pelea por un resarcimiento de parte del Estado.
Publicado también en Polémica Sobre La Guerra De La Triple Alianza
Aclaración:
Este tema trata de la siempre polémica y recientemente aclarada Guerra de la Triple Alianza que resultó en el genocidio casi total de un grupo nacional organizado en un estado: El pueblo paraguayo. Hasta la fecha es el único caso de su tipo en el mundo. En recientes fechas, Cristina Kichner, la flamante nueva presidenta (primera mujer electa) de la Argentina, hizo un elogio público a favor del Mariscal Francisco Solano López; presidente del Paraguay durante la citada guerra y que peleó en la misma hasta morir, junto con la casi totalidad de la población paraguaya; ello incluyó el nombramiento de una unidad militar con el citado nombre del líder paraguayo. Ante este hecho, que significa una reconciliación histórica lograda a más de 140 años del genocidio del pueblo paraguayo, el diario La Nación de Argentina (periódico fundado por Bartolomé Mitre, quien fue el presidente argentino que dirigió la guerra contra Paraguay) bajo dirección del tataranieto de su fundador (también llamado Bartolomé Mitre) emitió un editorial rechazando enérgicamente los elogios a López. A ello, el periodista Luís Verón (avezado historiador paraguayo) responde con este artículo:
En la vida de los pueblos hay acontecimientos que marcan a fuego la convivencia internacional. Así también, muchos hechos protagonizados por dichos pueblos han dejado profundas heridas en el sentimiento colectivo. Mirar el pasado y analizar con ojos críticos, develando las causas y los enigmas que la Historia nos ofrece, nos lleva a entender nuestros actuales desasosiegos
Mariscal Francisco Solano López
Confrontando fríamente los episodios de nuestra historia –mirando desapasionadamente nuestros errores y nuestros logros– nos llevará a descubrir las claves de una convivencia actual armoniosa. ¿A qué vienen estas disquisiciones? Al escozor causado en nuestro medio por el comentario editorial del diario bonaerense La Nación (fundado por Bartolomé Mitre en 1870) sobre la decisión del Ejército argentino de denominar con el nombre del mariscal Francisco Solano López a una unidad militar. La postura y la crítica del diario La Nación es coherente y lógica, pues ese importante medio de prensa fue fundado por el propio Bartolomé Mitre, estadista argentino que se alió con el uruguayo Venancio Flores y el brasileño Pedro II para traer la “guerra civilizadora al Paraguay”, una guerra que en vez de civilización, trajo sufrimiento, desolación, miseria y muerte, con sus terribles consecuencias demográficas y de otra índole. Sin entrar a analizar los hechos concomitantes, es de justicia reconocer que fue López quien, con sus desatinados actos, desató la guerra; también es verdad que fuerzas paraguayas realizaron desmanes contra la población civil de Corrientes. Pero también es verdad que estos desmanes y otros hechos fueron castigados con el ajusticiamiento del general paraguayo que permitió dichas atrocidades.
Bartolomé Mitre, Pdte. argentino.
Lo ilógico del comentario de La Nación, que acusa a López de genocida, es que el genocidio del pueblo paraguayo fue causado por la Triple Alianza y no por el mariscal López. La población paraguaya casi fue exterminada por una guerra desigual del ejército y pueblo paraguayos contra los ejércitos de tres países aliados. Tratar a López de genocida es cerrar los ojos a las penurias causadas a la población civil, a los prisioneros paraguayos obligados a pelear contra sus compatriotas, al tráfico de niños llevados al Brasil como esclavos de los ingenios agrícolas; es cerrar los ojos al concurso de “voluntarios” provinciales traídos maneados al campo de batalla; es cerrar los ojos a una de las causas principales de la guerra: desterrar el conservadurismo regional y la imposición de un sistema y de una ideología política, el liberalismo.
Defensa paraguaya en Curupayty (Oleo de Cándido López).
Es cierto que López cometió innúmeras torpezas en la conducción de la guerra, pero no menos cierto es que también los cometió Mitre, cuando fungiendo de estratega llevó a la muerte a cerca de cinco mil aliados, que perdieron la vida chapoteando en los esteros de Curupayty –¿eso no es genocidio?–. Tal vez no sea genocidio, pero de que tuvo un alto costo político para Mitre, lo tuvo, pues se vio obligado a abandonar la comandancia del ejército aliado y acudir presuroso a sofocar los levantamientos de amplios sectores del pueblo argentino, contrarios a la guerra contra el Paraguay. Para criticar la paja en el ojo ajeno, miremos primero la viga en el ojo propio. López, lógicamente, fue un hombre de su tiempo, con la mentalidad de su tiempo y representante de un pensamiento contrario a los vientos ideológicos que se iban imponiendo en esta parte del mundo. Que López haya sido un ferviente conservador, tal vez para los ojos de los liberales aliados haya sido equivalente a ser bárbaro. Pero las barbaridades realizadas por los aliados, con sus saqueos, violaciones, profanaciones, muestras de civilización, precisamente, no fueron.
Fuerzas aliadas, carne de cañón ante las triaderas de Curupayty.
De ahí que compararlo con un monstruo, como lo fue Hitler, es absurdo. Por lo menos, sus acciones fueron consecuencias de la misma guerra, no de un minuciosamente calculado sistema implementado para la eliminación de adversarios, como lo realizado en la misma Argentina por el Proceso de Reconstrucción Nacional, décadas atrás, y motivo de profundas heridas que no terminan de cicatrizar en la sociedad argentina y ante los cuales gran parte del periodismo argentino cerró los ojos. El comentario editorial del periódico de Bartolomé Mitre (tataranieto) menciona que se están realizando auspiciosos esfuerzos para limar viejos rencores entre las sociedades paraguaya y argentina. ¿El gesto del Ejército argentino, acaso no es una muestra de esos esfuerzos? Es un gesto que habla de la grandeza y el pundonor de las Fuerzas Armadas del vecino país.
El diario “La Nación” de Buenos Aires publicó en su edición del pasado jueves un comentario editorial con el título “Absurdo tributo a un dictador”.
En la nota cuestionó el hecho de que el Grupo de Artillería Blindada 2 de Rosario Tala, Entre Ríos, haya adoptado el nombre de “Mariscal Francisco Solano López”. “El Ejército argentino ha reconocido el 14 de setiembre último, presuntos méritos extraordinarios a quien, como mandatario de Paraguay, dispuso, en 1865, la invasión del territorio argentino, provocó enormes daños, muertes de inocentes y el cautiverio de mujeres correntinas que soportaron crueles sufrimientos por su orden”, señala un párrafo del editorial. “La denominación de Mariscal Francisco Solano López a una unidad militar de un país cuya bandera el dictador pisoteó es tan absurda como inadmisible sería que Francia o Polonia llamasen Adolf Hitler a uno de sus regimientos”, compara en otro párrafo la nota editorial.
Artículo relacionado:
En una carta de marzo de 1989 (1) el entonces embajador norteamericano en Asunción, Timothy Towell (2) reconoció que numerosas instituciones paraguayas habían recibido dinero de la National Endowment for Democracy (NED). Esta organización, “Fomento de la Democracia”, tenía desde 1985 una oficina en Montevideo, Uruguay. El embajador Timothy Towell mencionaba en su carta a los que recibieron dinero, entre ellos a “dirigentes laborales, medios de prensa, académicos”, etc. En cuanto “a los proyectos que están siendo considerados para asistencia futura -decía Towell- una lista definitiva y una distribución de los fondos aun se encuentran bajo estudio”. El embajador hacía también referencia a “los objetivos de la visita del Dr. Carl Gershman” a Paraguay. El “ilustre visitante”, el Dr. Gershman (3), presidente de la NED, había venido “de compras a Paraguay”, pero no compró artesanía paraguaya sino otros “objetos de dudoso valor”.
Un año antes de la clausura del diario “Abc-color” empezaron los rumores de que “una moderada suma de dinero” del gobierno norteamericano había ingresado a Paraguay con el objetivo de promover un cambio ajustado a los intereses norteamericanos. Era la época de los embajadores Arthur H. Davis (Jr.) y de Clyde Taylor. Este rumor, aunque solo en parte, no se confirmaría sino mucho tiempo después por la propia embajada de los Estados Unidos de América en Asunción. El generoso hombre de la billetera norteamericana no era otro que el señor Agustín Torres Lazo. Por entonces, y desde 1979, funcionaba en Asunción el “Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre” (IADSL), que tenía su oficina en la calle Montevideo N° 822 (Archivo del Terror, Microfilm 00189F-0031). El Director del “Instituto” era Agustín Torres Lazo, un hombre vinculado a los americanos y a sus órganos de inteligencia. Fue suya la “genial” idea de incluir también a los patrones en el Sindicato de Periodistas del Paraguay.
Agustín Torres Lazo –ex diplomático nicaragüense nacionalizado norteamericano- consiguió en 1979 que el Departamento de Estado invitara por primera vez al ex policía Alcibíades González Delvalle. Así nació una fructífera relación entre el agente de los norteamericanos y el ex policía Alcibíades González Delvalle. Siempre en el rubro sindical, Torres Lazo también trabó amistad con Víctor Báez Mosqueira, quien al poco tiempo se convirtió en hombre de confianza de la embajada norteamericana en Paraguay (Archivos del Terror. Microfilm N° 00045F 2336). Báez Mosqueira fundó después el Movimiento Intersindical de Trabajadores (MIT), hoy es Secretario de la “Confederación Internacional de Organizaciones y Sindicatos Libres” (CIOSL). Más adelante aparecerían en escena otros dos hombres de muy diverso valor en metálico: Humberto Rubín y Aldo Zoccolillo, propietarios de Radio Nandutí y del diario “Abc-color” respectivamente. Rubín y Zuccolillo fueron invitados en noviembre de 1986 por George Bush, entonces Vicepresidente de los Estados Unidos de América (Archivo del Terror. Microfilm N° 00020F 0743).
El Informe de la National Endowment for Democracy (NED) 1987-1989
En 1987 Radio Ñandutí recibió de la NED 121.880 dólares “para la conducción de formas de orientación democrática con énfasis en la activa participación de la audiencia en su auditorio de 300 sillas”. Otros 92.400 dólares recibió de la NED para aguantar “las presiones gubernamentales”. Poco después recibió 86.900 dólares “para la compra de un nuevo transmisor”. A esto debe sumarse otros 41.000 dólares “para la publicación de libros”. En cifras redondas, Humberto Rubín recibió 342.000 de la NED. En cuanto al señor de la CIOSL, Víctor Báez Mosqueira, entonces líder del Movimiento Intersindical de Trabajadores, recibió de la NED 92.688 dólares “para fortalecer la libertad de los sindicatos”. Resumiendo, los clientes de la NED en Paraguay recibieron en conjunto 1.074.584 dólares entre 1987 y 1989. En un próximo artículo se dará a conocer la lista completa de los viejos y nuevos clientes de la NED, IAF, FREEDOM HOUSE, etc.
NOTAS:
1) Carta de Timothy Towell, del 13 de marzo de 1989, dirigida a Joaquín Burgos y Carlos Ferreira Ybarra. Fotocopia autenticada en poder del autor.
2) Timothy Lathrop Towell fue embajador desde el 26 de septiembre de 1988 hasta el 27 de abril de 1991. “Un acicalado individuo de unos sesenta años, elegantemente vestido (blazer azul, camisa blanca y corbata a rayas diagonales) se alzó entre el círculo de mesas. Era Timothy Towell, el jubilado y antiguo, pero omnipresente, embajador de EE.UU. en Paraguay. Luego de hablar de la manera de contrarrestar la amenaza de Chávez, alardeó: "He trabajado con John Maisto durante años, desde que estuvimos juntos en Cochabamba, Bolivia en 1967, cuando nos libramos de Che Guevara. Si eliminamos una amenaza, podemos librarnos de otras”. Fuente: La Fogata - Internacional. El Maestro Maisto (que va a estar en Mar del Plata) y la muerte de Che. Juan Bolipaine Rebelión Traducido para Rebelión por Germán Leyens. http://www.lafogata.org/05inter/inter11/in_4-2.htm - 13k -
3) Carl Gershman. Director del Fondo Nacional por la Democracia (NED). Que el señor Gershman no es ningún demócrata quedó en evidencia en agosto de 2005 en Estocolmo, Suecia, cuando a Eva Golinger, autora del libro El Código Chávez, (The Chavez Code: Cracking U.S. Intervention in Venezuela), Carl Gershman no le permitió participar en un panel. Joshua Mata, testigo presencial, señala cuanto sigue: “La confrontación entre Estados Unidos y Venezuela pasó a primer plano en el Encuentro de Fundaciones que Promueven la Democracia realizado en Estocolmo entre el 28 y 30 de agosto de 2005. En lo que muchos han considerado un despliegue escandaloso de unilateralidad y arrogancia, Carl Geshman, prohibió la presencia de la abogada estadounidense-venezolana Eva Gollinger en el panel”. Fuente: “La confrontación entre Estados Unidos y Venezuela”. http://www.focusweb.org/confrontaci-n-entre-estados-unidos-y-venezuela-tensiona-reuni-n-sobre-democ.html?Itemid=94- 89k - Véase, asimismo, el diario sueco “Aftonbladet”: “Hon får inte delta” (“Ella no puede participar”). Artículo firmado por el periodista sueco Björn Kumm. Estocolmo, Suecia, 30 de agosto de 2005.
El Paraguay andaba a los tumbos. Todos los comprometidos en la asonada creían que con un “golpe de Estado” podrían reencauzar los senderos de la República a través de un nuevo llamado a elecciones generales. Movidos por ese afán, los conjurados llevaron adelante lo pactado, mas ninguno pensó siquiera que el jefe de los complotados, Alfredo Stroessner, se tenía muy bien guardadas (en el más preciado secreto) sus verdaderas y trazadas intenciones.
Reinaban las intrigas, las traiciones, los intereses y las confrontaciones que generaron un marco propicio para considerar la alternativa que necesariamente desembocaría en un golpe militar. Ya la desconfianza ganó la calle y a los distintos organismos del Estado. El ambiente áspero por las intrigas a granel, delaciones inventadas, dimes y diretes y reservistas militares politizados con poderes extralimitados terminó por exasperar a Chaves, quien puso en duda la lealtad de Epifanio Méndez Fleitas, por lo que resolvió confinarlo –como castigo– a su pueblo natal (San Solano), el 4 de enero de 1954. Los “isabelinos”, Cnel. Néstor “Necho” Ferreira (comandante de la Caballería), Rosa Agustín González, Hilario Gómez y otros, quienes influenciaron en “Don Federico” para desplazar del partido y del gobierno a esclarecidos colorados calificados de “antipáticos” para el entorno presidencial, un pequeño círculo de acomodados burócratas repletos de privilegios, pretendieron purgar políticamente al partido en una especie de “autogolpe chavista”, separando de él a los elementos de peso, independientes y con ideas propias, que por sí solos competían con gravitación natural en contra de los abyectos y oficialistas “chavistas-isabelinos”. “En la trama golpista, jamás se consideró la posibilidad de su presidencia, ¡Nunca!, porque de haberlo manifestado, o por lo menos insinuado, no hubiéramos desarrollado ningún plan militar. Tampoco me prestaría para ello, ni mi domicilio para la reunión y mucho menos para elaborar las probabilidades o contingencias de una acción relámpago. Recién después del éxito golpista sacó a relucir sus ocultas garras, volviéndose un obsesivo por la presidencia y, para ello, fue Epifanio el artífice, porque le dio el gusto activando en pro de su obcecación y mediante su encomiable trabajo político logró imponerlo como candidato entre los colorados y la ciudadanía, a pesar del gran rechazo y las encolerizadas oposiciones que generaba su figura. Al lograr Stroessner su propósito de ser presidente, tampoco pensaríamos que todos los comprometidos en el golpe seríamos blancos de su ilimitada ira”. Testimonio del mayor DEM (SR) Virgilio Candia Romero. Mario Ortega, con Stroessner.
En 1954, el Partido Colorado llevaba ya 7 años en el poder. Accedió a él gracias al “golpe de mano” (autogolpe, muy de moda por entonces) del presidente Higinio Morínigo, el lunes 13 de enero de 1947, quien decidió apoyarse definitivamente en la ANR y en algunos comandantes militares de raigambre colorada como el Tte. Cnel. Enrique Giménez (Caballería) y el Tte. Cnel. Rva. Rogelio Benítez (Policía), como consecuencia del abandono político realizado por los demás partidos, generando el “vacío” para aquella frágil y efímera “primavera democrática” alcanzada entre todos los sectores en 1946, que no duró más de 6 meses.
Esta elección unipartidista de Morínigo generó profundas desavenencias en la vida nacional, desembocando posteriormente en la revolución del 8 de marzo de 1947, donde finalmente los gubernistas terminaron por derrotar a los “revolucionarios libero-franco-comunista”, movimiento nacido en la ciudad de Concepción. A partir de ahí, Morínigo pasó a ser un títere de los militares colorados triunfantes, en su mayoría del arma de Caballería, siendo depuesto el 3 de junio de 1948. En lo sucesivo, pasaron por la Presidencia de la República los colorados Dr. Juan Manuel Frutos (presidente del Poder Judicial), Juan Natalicio González (por votaciones), Gral. Raimundo Rolón (golpe), Dr. Felipe Molas López (Cámara de Representantes) y Federico Chaves (golpe y elecciones).
FEDERICO CHAVES
En enero de 1949, el presidente constitucional Natalicio González deja inconcluso su período de gobierno al ser reemplazado por Raimundo Rolón. Luego, este es depuesto y suplido por el Dr. Felipe Molas López, obligado a su vez a renunciar por un grupo cívico-militar del ala democrática del Partido Colorado. Federico Chaves es ungido para completar el periodo presidencial del electo y desplazado líder del guionismo, Natalicio González, y en 1953 fue elegido por las urnas para un nuevo periodo presidencial. En sus casi 5 años de gobierno, “Don Federico” demostró mucha bondad personal, siendo por ello muy permisivo, situación propicia para las triquiñuelas políticas. Entonces sobreviene la indisciplina general (orden subvertido), transformándose en anarquía, inflación galopante y el gobierno de la República dirigido por la novia del longevo presidente Isabel Vda. de Vallejos, quien llevaba las riendas de la nación. Todo esto terminó por minar la paciencia de muchos sectores, entre ellos el militar, del cual Chaves no era comandante en jefe porque prefirió delegar tal función en un “profesional uniformado” de mayor antigüedad en su graduación: Alfredo Stroessner. Fue el error fatal cometido por exceso de confianza.
Las aceleradas degradaciones gubernamentales generaron un caos administrativo en la República porque el presidente “ya no mandaba”. No tomaba medidas concretas de fondo, más que algunas formalidades muy superficiales. Esta situación era el caldo de cultivo ideal que justificaba las intenciones por quebrar la institucionalidad del país de cualquier rebelde antojadizo. En consecuencia, la oportunidad estaba dada para pensar, planificar y ejecutar un golpe contra la situación imperante.
EL GOLPE
TCnel. Rva. Mario Benito Ortega, Comdte. del Bat. 40 y jefe de Policía en 1945.
En consecuencia, Federico Chávez ordenó separar de sus cargos públicos para alejarlos del gobierno y del partido al Arq. Tomás Romero Pereira (ministro de Obras Públicas y titular de la Junta), Epifanio Méndez Fleitas (presidente del Banco Central y miembro titular de la Junta), Dr. Guillermo Enciso Velloso (ministro de Hacienda y vicepresidente de la Junta), Cnel. Esteban López Martínez (jefe de la Policía de la Capital), Juan Manuel Santander (jefe de Investigaciones), Teodoro Salvador Mongelós (funcionario público, poeta y amigo de Epifanio), entre otros, fueron “tachados” por los obsecuentes que rodeaban al presidente Chaves.
Pero no todo fue acierto; hubo errores en las acciones. En esta movida del tablero, increíblemente, conservaron en sus puestos a muchos como al Gral. Alfredo Stroessner (comandante de las Fuerzas Armadas, delegado), al Cap. Alberto Fragnaud, al Cap. José María Argaña, al mayor Mario Benito Ortega y a Roberto L. Petit (nuevo jefe de Policía). Estos, siempre muy cercanos al presidente, superaron la suspicacia reinante en el ambiente político-militar y, sin embargo, muchos de ellos protagonizaron diferentes golpes y autogolpes en detrimento de Chávez y su entorno.
MEMORIA
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Mañana: Los amaneceres del 4 y 5 de mayo de 1954.
alcandia@abc.com.py
Hoy se cumplen 53 años del golpe militar en el cual afloró la intención de Alfredo Stroessner de ser presidente de la República. Arrestado el mayor Candia, por orden de Federico Chaves, el golpe se descubría. Ortega decididamente salió a las calles a ejecutar el plan para salvar el pellejo; de lo contrario, todos los complotados se incineraban como en una gigantesca hoguera. Como fue su costumbre, la gestión de Stroessner solo se redujo a observar los acontecimientos desde el Comando en Jefe, a recibir impresiones y escuchar sugerencias para actuar convenientemente de acuerdo a la coyuntura.
Stroessner, una vez obtenidas las adhesiones de las distintas unidades y apresado el presidente Chaves por el Gral. Marcial Samaniego, director del Colegio Militar donde “Don Federico” fue a refugiarse, se consideró victorioso y emergió públicamente como jefe de la revuelta. Así, cualquiera... Algunos policías y guardiacárceles que se encontraban en el penal (en aquel momento detrás de la Catedral) durante el ataque, escucharon los disparos y, presurosos, acudieron al apoyo de sus compañeros. Quisieron retomar el cuartel desde la plaza porque el Batallón 40 ya lo había ocupado y en esa balacera, tanto Petit como el subjefe Ramón Caballero Zavala cayeron heridos. El mismo Ortega, que se encontraba a dos cuadras dirigiendo el operativo, al recibir el informe de los sucesos, se abrió paso para socorrer al amigo. A pesar de la tardanza para un auxilio, este ordenó su inmediato tras lado a un centro asistencial, pero camino al Policlínico Rigoberto Caballero, Roberto Luis murió desangrado por el balazo de una ametralladora recibido en la axila derecha. Una amistad cada vez más sólida. “Epi es tomado del brazo del general y presidente Juan Domingo Perón, en la Casa Rosada, en 1953”.
Ya era vox pópuli que un golpe se venía. Afloraba el cambio como producto de una necesidad ciudadana. Don Federico Chaves debería ser sustituido para intentar una recuperación institucional y una marcha orientadora hacia el desarrollo e integración de la república.
EL GOLPE ESTABA EN MARCHA
Federico Chaves consideró que su “medida correctiva” de purga (autogolpe) estuvo acertada, mas no pensó en la infidelidad de su “comandante derivado” Alfredo Stroessner, quien, paralelamente, ya estaba gestando una silenciosa y planeada conspiración utilizando hombres clave de la estructura militar del Ejército. Estaría, gracias a sus amigos, a punto de dar un contragolpe, una antigua ambición íntima.
Noche y día, en sus fueros íntimos, Stroessner apuntaba al poder y sigilosamente complotaba en la ciudad capital. Las reuniones secretas se realizaban en el domicilio del Cap. Virgilio Candia, a la sazón comandante del RC 3, y de ellas participaban el Tte. Cnel. Mario Benito Ortega, comandante del célebre Batallón 40; el comando en jefe Alfredo Stroessner y el dueño de casa.
Se trataba de una conspiración puramente militar. Con Epifanio Méndez Fleitas, solo se tomaba contacto epistolar a través de su amigo Ortega, ya que se encontraba “internado” en su pueblo, cumpliendo castigo por las últimas decisiones de “Don Federico”. Epifanio era el único soporte civil y político con que se contaba para el contragolpe y un eventual éxito de la asonada castrense. Después confirmaría por completo su relevante protagonismo al encumbrar a Stroessner a la primera magistratura, mediante sus habilidades políticas.
LOS TEMORES DE STROESSNER
Sin embargo, con lo avanzado del proyecto, Stroessner, a cada instante, manifestaba sus dudas y temores. No se animaba a llevarlo a cabo. Por ello dilataba su ejecución una y mil veces originando el desagrado de los complotados. Finalmente, persuadido, a duras penas, resolvieron ejecutar el plan, como sea, en marzo.
A días del operativo, acometido por sus vacilaciones, peligrosamente lo volvió a suspender, generando la irritación de sus camaradas. Estas dilaciones minaron el ánimo de los dos comprometidos (Candia y Ortega), quienes al unísono expresaron: “La péicha jahárõ, jajepilláta hína”.
Y así fue. Las temidas sospechas se concretan en la noche del 3 de mayo. El comandante de la división de Caballería Néstor Ferreira, por orden de “Don Federico”, ordenó el apresamiento del comandante del RC 3 Virgilio Candia, lo que motivó la acción inmediata de su camarada, precipitando los hechos.
Ante la grave situación presentada, afloraron las agallas de Mario Benito Ortega, quien reaccionó y, resuelto, tomó las calles a las 20:00 del día siguiente, acompañado de su batallón. Al tomar la compañía telefónica, pone a Stroessner en conocimiento de lo realizado con el fin de obligarlo a dirigir su propio movimiento. La decidida tarea de Ortega y las adhesiones de las otras unidades determinaron el desenlace de los acontecimientos ya que no titubeó un instante en accionar como hacía tiempo estaba previsto, aunque se retrasaba en exceso por los frecuentes temores del jefe.
A pesar del coraje de Ortega tomando la policía y la telefónica, el comandante en jefe Alfredo Stroessner seguía sumiso en la retaguardia, inmerso en sus dudas, mientras los otros protagonistas directos consumaban los hechos victoriosamente.
Al amanecer del 5, recién cuando el terreno de operaciones estuvo allanado y se volvió seguro con la acción por parte de Ortega y otros camaradas, afloró su figura sin riesgo alguno, apareciendo ante la ciudadanía y el mundo como el gran triunfador del movimiento.
LA SENTIDA MUERTE DE ROBERTO LUIS PETIT BARÚA
Durante el golpe, Roberto L. Petit fungía de nuevo jefe de Policía. Era una promisoria figura del Partido Colorado, muy apreciada y amigo de todos, y muy especialmente de los románticos y soñadores. Su entrañable amigo Mario Benito Ortega, jefe del famoso Batallón 40, poeta, guitarrista y “cantador nocturno”, precisamente le había ofrendado una serenata en la madrugada del 3 de mayo, pero al no encontrarse en su domicilio debido a un viaje al interior, entonces Mario Benito dedicó la serenata a la madre del joven político.
Minutos después de concluida la expresiva velada, llegaba Roberto L. de regreso a su domicilio, siendo recibido por su eufórica madre, quien le comentó: “Acabo de deleitarme con una hermosa serenata que te trajo tu amigo Mario Ortega y, como no estabas, me dedicó en tu nombre”.
Es importante recordar este acontecimiento por las especulaciones que se han propalado respecto de la muerte de un entrañable compañero. Por malicia política, necedad y falta de información, se ha tergiversado lo acaecido.
Es bueno advertir la sólida amistad entre ambos. Su muerte ha sido muy sentida y fue fruto de la refriega en la toma y retoma del Cuartel Central de Policía.
Epifanio Méndez Fleitas, en su plenitud política. Luego fue perseguido tenazmente por Alfredo Stroessner.
STROESSNER INSISTÍA EN SER PRESIDENTE
Después del contundente éxito logrado, al día siguiente del 4 de mayo, Stroessner ya no ocultó su desvergonzada ambición. Le traicionaba el subconsciente, expresando a sus camaradas la necesidad de modificar el plan primigenio, cual era el de convocar a elecciones generales. Señalaba repetidamente: “Para qué vamos a dar a otro si nos sacrificamos nosotros poniendo en riesgo nuestras vidas”. ¡Qué desfachatez! Una simplista reflexión y antipatriótica conducta que pisoteaba los verdaderos objetivos de la revolución. Anhelaba desmedidamente ser ungido presidente, sin más trámites ni pérdida de tiempo. Todos (Méndez Fleitas, Candia y Ortega) contuvieron su empeño, oponiéndose con determinación a tales intenciones, porque se apartaba sideralmente de los ideales y fundamentos de la sublevación.
La unánime negativa a los propósitos de Stroessner (mantenidos hasta entonces en silencio) fue motivo suficiente y principalísimo para “marcarlos” y tenerlos en persistente ojeriza que alimentó la posterior persecución inmisericorde que sufrieron los tres integrantes del “grupo auroral”, desde que se apropió unipersonalmente al poder el 21-XII-55 hasta su providencial caída del día sábado y domingo, 2 y 3 de febrero de 1989.
MEMORIA
“En las reuniones que hacíamos en mi domicilio, solo hablábamos Ortega y yo. Stroessner se remitía a consentir o desaprobar con monosílabos una idea, plan o proyectos profesionales. No aportaba nada interesante, era pura vaguedad, pero cuando descansábamos y dialogamos de “bueyes perdidos” cobraban un impulso inusitado sus ansias de comunicación. Le gustaban las tonterías, los juegos de barajas, los casos de mujerzuelas, el chismerío, la hacienda del vecino y toda esa literatura de la vida mundana o de baja ralea que demostraban por sí solos los quilates de nuestro jefe”. Testimonio del mayor DEM (SR) Virgilio Candia Romero.
Mañana: Las negociaciones del 6, 7 y 8. (Final)
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Obtenida la victoria, se producen posiciones encontradas entre el Partido Colorado y los militares triunfantes, ante las intenciones de Stroessner de imponerse inmediatamente como presidente provisorio. Esta situación obligó a negociar los antagonismos entre el rubio militar y el partido renuente. Es aquí donde adquiere relieve la figura de Epifanio Méndez Fleitas como soporte político para catapultar al cada vez más ansioso Alfredo Stroessner, ya visiblemente baboso por la silla dorada. En esta nota exponemos los detalles del acuerdo conseguido y las posteriores elucubraciones del nuevo presidente que le per mitieron conseguir su “tranquilidad” para gobernar.
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Las primeras disidencias se producen entre Stroessner y sus compañeros de campaña Mario Benito Ortega, Virgilio Candia y Epifanio Méndez Fleitas. Estos tres últimos fueron artífices del movimiento golpista con el fin de restaurar la institucionalidad perdida a causa de los malos manejos por parte de la “camarilla isabelina” del presidente depuesto Federico Chaves. El partido había aceptado la renuncia de Chaves y debatía sobre su posible sucesor. “Don Rigoberto” expresó que no había mucho que discutir, que el cargo naturalmente correspondía al presidente del partido, Tomás Romero Pereira. Pero las ocultas intenciones de Alfredo Stroessner contravenían el ideal del “grupo auroral”. Por otra parte, el Partido Colorado, integrado por figuras relevantes como Tomás Romero Pereira (Pdte.), Rigoberto Caballero (Vice Pdte), Fabio Da Silva, Pastor Filártiga, Enrique Zacarías Arza, entre otros, se mostraba reacio a la posibilidad de que un militar golpista llegue a la presidencia (de facto) de la república, porque había un acuerdo tácito en la dirigencia partidaria de que nunca más fuese ungido un militar.
Apegados a la legalidad, los tres protagonistas de la victoria deseaban llamar a elecciones generales para así reencauzar la marcha del país. Nada más lejos de los omisos planes de Stroessner, quien deseaba convertirse en inmediato presidente provisional porque temía que, pasado un tiempo, las cosas cambiaran para él y sus intenciones.
EPILOGO DE UN ASPERO ACUERDO
Ya cuando las tratativas arribaron a un punto de inacción resultante de la fricción entre las partes, se produce la siguiente conversación entre el intransigente y aprensivo comandante y Méndez Fleitas:
Stroessner: “Yo no valgo para desenvolverme en un gobierno constitucional, en uno de facto sí porque no existe tanto formulismo. Tres meses es mucho, en tres meses pueden ocurrir muchas cosas. Para algo debe servir que hayamos triunfado…” tratando de ejercer presión sobre la posición partidaria. A lo que Epifanio responde desencajado: “…pero ¿tú crees que esto es un botín de guerra? Si es así, no vale la pena discutir, parece que tú no comprendes que es de tu propia conveniencia la posición del partido, que también merece consideración de tu parte”.
Stroessner se incorporó mudo y vacilante caminó unos pasos, evaluando las desventajas de una resistencia por su parte. Luego se acercó y pidió los detalles del posible acuerdo y sin más preámbulos aceptó. Así el Partido Colorado mantuvo indemne su principio de autoridad, adjudicándose la dirección política de la nación que hacía días estaba sin timón. El comandante en jefe tuvo que aceptar gobernar con el Partido Colorado para cumplir con el periodo que correspondía a “Don Federico”. Por consiguiente, fue superada la crisis que duró del 3 al 8 de mayo, día en que asumió la presidencia transitoria el Arq. Tomás Romero Pereira.
Ante una presentación de armas durante la formación, Virgilio Candia y Alfredo Stroessner pasan revista en 1955 a la disciplinada tropa de la Caballería. |
DETALLES DE LAS NEGOCIACIONES
a) Presidencia provisoria para el jefe del partido Tomás Romero Pereira. Duración: 3 meses
b) Comandancia de las FF.AA. para Alfredo Stroessner
c) Cuotas de reparto conjunto de Ministerios
d) Preparación de las elecciones generales con Stroessner como único candidato
e) Fecha de “asunción democrática” al mando, 15 de agosto del mismo año.
LOS ATAJOS DE UN CAMALEON
Después de asumir Stroessner “democráticamente” la presidencia el 15 de agosto, el ambiente político debía recomponerse porque el Dr. Guillermo Enciso Velloso se hallaba defenestrado, Rigoberto Caballero semi rretirado a la vida civil, el Dr. Roberto Luis Petit muerto, Federico Chaves derrocado y enconado. Entonces, Epifanio Méndez Fleitas adquiría gran relevancia, siendo la figura representativa del partido. Los comandantes Mario Benito Ortega en la Policía y Virgilio Candia en la Caballería igualmente eran protagonistas superlativos de la vida castrense. El comandante Stroessner no veía con buenos ojos el prestigio de estos hombres que demostraron esfuerzo, amistad y patriotismo por lo que urdió un plan para desembarazarse de todos aquellos que pudieran interponerse en su camino rumbo a la autocracia. Para él, la gratitud hacia los demás nunca existió, razón por la cual comenzó secretamente a desarrollar un autogolpe con oficiales subalternos de Caballería en abierta violación a la disciplina institucional y militar, quienes sobrepasaron la autoridad de sus inmediatos superiores (comandos). A Stroessner le importaba un comino la verticalidad, el orden y la conducta, destruyendo todo cuanto encontraba a su paso. Así halló el eco favorable en oficiales como los capitanes José María Argaña, Roberto Cubas Barboza, Andrés Rodríguez, Sixto Duré Franco, Amado Solís, Julio César Palacios y otros que se prestaron sin reservas para conjurar y generar una crisis que desembocó en el “puts ch” del 21 de diciembre de 1955, donde el autogolpe de Stroessner con la adherencia traidora del Arq. Tomás Romero Pereira exigían la remoción del comandante y subalternos leales. Con esta estrategia “barrió” al mayor Virgilio Candia, el primero de los tres indeseables. Una vez logrados sus propósitos, el rubio general se cortó solo hacia la meta final. Mas tarde, Méndez Fleitas y Ortega serían exiliados por causas ficticias, creadas por la mente dislocada del Presidente.
FRASES CELEBRES DE LOS ATRIBULADOS 35 AÑOS
* Años después, en 1957, en rueda de amigos, le preguntarían a Stroessner cómo fue que ocurrió la insubordinación en la Caballería. Muy orondo y sacando pecho contestó en tercera persona: “la ‘crisis de comando’ fue el plan de la hiena”. Por ello, Ortega en el exilio tituló sus memorias “Por las huellas de una hiena” donde narra todos los pormenores de las distintas actuaciones de Stroessner en la milicia.
Mayor Virgilio Candia, comandante de la 1ra. DC, y el general Alfredo Stroessner, presidente de la república en un acto oficial de la Caballería en 1955. Nadie preveía que “El Rubio” sigilosamente ya elucubraba una “crisis divisional” con los subalternos en contra del “comandante natural” para desalojar al mismo de la milicia y así descabezar al Ejército Nacional para su irrestricta privatización. |
* A finales de la década del ’60, el entreguista impío Tomás Romero Pereira pronunciaría su más célebre frase: “Para ser un buen colorado, hay que ser stroessnerista”.
* Triunfado el autogolpe de Stroessner el 21-XII-55, uno de los principales complotados, Cptán. Andrés Rodríguez, al subir el último escalón hacia el despacho en la comandancia de la Caballería en medio de un indisimulado júbilo -mirando el horizonte y fregándose las cinturas - dijo una profética máxima: “Ko’ápe ñamanda aréta, ha ñande ricopáta” (aquí vamos a gobernar por mucho tiempo y seremos todos muy ricos).
* Hacia finales de la década del ’60, en sus descontraídas arengas a los camaradas, le gustaba a Stroessner recordar los hechos del 4 de mayo del 54, mucho más que el 26 de febrero del 49. El Cnel. Pedro Miers, protagonista de aquella gesta, al respecto siempre le decía: “Por qué usted solo recuerda el 4 de mayo, si nunca hubiese sido posible sin lo ocurrido el 26 de febrero”. Buscando salirse del atolladero, Stroessner solo respondía con una irónica sonrisa.
* En un acontecimiento social hacia finales de la década del ’70, le preguntaron a Pastor Coronel si por qué el Gral. Stroessner le ordenaba ejecutar a casi todos los opositores y él respondió: “A mí él nunca me ordenó matar a los delincuentes, solo me reiteraba que los comunistas no merecen vivir”.
(Este texto es parte del artículo Ecos del Marzo Paraguayo, publicado también en Argentina Indymedia Copyleft: Permitida libremente solo su reproducción completa en todos los medios de comunicación, sean estos comerciales o no, con la sola obligación de mencionar al autor del mismo. Prohibida la reproducción parcial o distorción del contenido del texto)
Ya es hora de contar algunos detalles sobre el Marzo Paraguayo que no se han contado, lo que ningún periodista o cronista ha contado hasta ahora; porque ellos no estuvieron en las barricadas toda la noche, en el frente de los combates civiles, la intensa balacera y lo inadecuado de las filmadoras profesionales del siglo XX se lo impedían a muchos (los betustos aparatos de aquélla época los hubiesen convertido en blanco fácil para los francotiradores y grupos armados.
Desde antes de la noche de la masacre, antes del 26 de Marzo, se sospechaba que Oviedo iba a ordenar el ataque con francotiradores y paramilitares de sus fuerzas de choque. Se sospechaba de ello, ya que Oviedo calcaba las técnicas nazis de las S.A. y las S.S. en forma semi encubierta, con las variantes propias de un país del tercer mundo. Fue así que los grupos de jóvenes democráticos más combativos, de entre los manifestantes, prepararon neumáticos usados para rápidamente construir barricadas con fuego a manera de cortinas de humo, para evitar muertos lo más que se pudiera. El bendito viento norte de esa noche del 25 y 26 de Marzo de 1999 ayudo vitalmente a tal plan.
Los grupos combativos, los verdaderos luchadores civiles del Marzo Paraguayo, los verdaderos líderes de esa gesta ciudadana no fueron los líderes políticos del grupo denominado “Jóvenes Por La Democracia” a excepción de Enrique Sánchez, el único político que sí estuvo en las barricadas, en medio de las balaceras y la resistencia civil no armada, que se hacía con piedras y petardos para fuegos artificiales. Es imborrable de mi memoria que, al acabarse los petardos explosivos, lo único que servía para resistir a los grupos paramilitares armados eran las bengalas de luz. Flores multicolores contra armas de fuego, la belleza luminosa contra la fealdad asesina. Como en un sueño surrealista, las luces de múltiples colores vivos caían repetidamente sobre los paramilitares oviedistas. Tan repetido y testarudo era el ataque multicolor, que los oviedistas (partidarios de Oviedo) empezaron a retroceder, temerosos de quemarse con tan vivas acuarelas. Los valientes de la resistencia civil solo tenían la ayuda de la cortina de humo y el correr sin parar y arriconarse en cualquier objeto que sirviera de escudo contra las balas, no pocos fueron heridos por tal condición desfavorable de batalla, heridos pero no vencidos.
Los personajes grises de siempre, los eternos protagonistas de la tragicómica política paraguaya no fueron los héroes del Marzo Paraguayo. Apenas empezó la balacera y los muertos, ellos desaparecieron de las plazas, salvo algunos jóvenes líderes de los partidos de oposición de ese entonces, que se dedicaban a dar discursos grandilocuentes y vacíos de verdadero contenido en una tarima alejada de las barricadas y de los verdaderos combates.
Los únicos héroes que merecen tal nombre son los muertos y los lisiados, aquéllos que quedaron minusválidos por las balas que penetraron sus cuerpos. Los que luchamos en el frente, sobreviviendo a los disparos arteros y frenéticos, tal vez no merescamos tal título, después de todo, solo estábamos luchando por mantener una incipiente pero necesaria transición democrática, ya que sabíamos que si abandonábamos las plazas del Congreso, los oviedistas iban a ocupar el edificio del Senado e iban a impedir el juicio político contra Cubas Grau y posiblemente la propia existencia del Poder Legislativo paraguayo, con lo cual una dictadura con una farsa de apoyo popular iba a instaurarse de nuevo en Paraguay. Es decir, sucedería algo similar a lo que hizo Hitler y los nazis en 1933, cuando quemaron el parlamento alemán para justificar una dictadura cruel y sanguinaria.
Pero Lino Oviedo se equivocó, Paraguay en 1999 no era la Alemania de 1933 y luego de su intento de golpe de 1996, el Mercosur había instaurado la cláusula democrática, por la cual otros países podían intervenir en el territorio de un país socio para reestablecer la democracia. Así lo hizo Brasil, a través de Fernando Henrique Cardozo y así también lo hizo la inolvidable Maura Harty, embajadora de EE.UU. en ese momento bajo el gobierno de Clinton. Además, a diferencia de la Alemania de 1933, había una unidad opositora contra Oviedo.
Esta unidad no fue “Jóvenes Por La Democracia”, ellos no participaron de la resistencia civil activa, a excepción del dirigente ya citado, los verdaderos protagonistas de la resistencia civil no armada fueron los campesinos, los jóvenes de izquierda del Partido Patria Libre, los jóvenes católicos del Paraguay Jaipotava y una organización cuya ayuda fue clave: La barra brava del club de fútbol Olimpia, me refiero a los “Mafia Negra”, que sufrieron la pérdida de un activo miembro, Henry Díaz Bernal. También los estudiantes del CEUNIRA (Centro de Estudiantes Universitarios Residentes en Asunción, una organización con base popular y accionar activo y combativo) distintos estudiantes universitarios, entre los que estaba, estuvimos combatiendo, pero ninguno participó del latrocinio y corruptela generalizados que se impusieron luego del Marzo Paraguayo. Los que como buitres asaltaron el tesoro que la ciudadanía obtuvo con el Marzo Paraguayo no fueron los que combatieron y participaron de la resistencia civil no armada en las barricadas.
También la pastoral social, los bomberos voluntarios y muchos ciudadanos y organizaciones más actuaron como soporte de la resistencia civil en el campamento de primeros auxilios y víveres que se había improvisado en la Catedral Metropolitana. Por supuesto, los medios periodísticos fueron vitales, sin ellos no hubiese existido resistencia, entre ellos destaca Radio Ñandutí, sin cuyos informes oportunos muchos hubiesen muerto. El pilar de la resistencia civil fueron estos medios y periodistas, que a pesar que la mayoría no podía estar en el frente mismo, se mantenía cerca, informando de todo y ayudando a organizar la resistencia.
Cuando llegué a la barricada donde combatí, a Henry recién lo habían llevado, aún podía verse el charco de sangre donde cayó, esa sangre roja y viva que jamás olvidaré por el resto de mi vida.
La barricada en la que luché no fue la que estaba frente al edificio Zodiac (desde donde paramilitares oviedistas disparaban intermitentemente, matando a algunos e hiriendo a muchos) Sino la que se formó por un camión tumbado (los combatientes democráticos de algún lado quitaron una fuerza sobrehumana para tumbar un camión así) frente a la entrada del edificio del correo nacional. En realidad el camión no sirvió para nada de barricada, la barricada eramos los que combatíamos, avanzando y retrocediendo con nuestros fuegos artificiales y piedras, enfrentándonos a grupos armados con pistolas y fusiles de guerra para francotiradores. Las piedras y las bombas molotov eran nuestra herramienta de lucha, pero sobre todo el correr y crear fuego y humo, para que los paramilitares oviedistas no pudieran disparar fácilmente.
Lamentablemente no estábamos bien organizados, pero eramos tantos y no sé hasta ahora si eramos valientes o locos. Aún después de tantos años no sé establecer la diferencia, solo sé que en un momento dado me aterroricé porque fuimos atacados con petardos explosivos -los oviedistas usaban los petardos para encubrir el sonido de los disparos, ya esa noche lo sabíamos, cuando ellos disparaban sus petardos, sabíamos que nos estaban disparando con balas- y una de las pequeñas bombas de un petardo cayó entre nosotros, cuando la misma estalló, recordé que no hacía una hora que habían lanzado granadas de guerra desde un edificio cercano. Pero, milagrosamente (por esas causas invisibles) las granadas no estallaron. El estallido de la bomba me hizo recordar de dichas granadas, pero a pesar del terror y el temblor que sufrí, decidí seguir combatiendo, hasta que quedé solo en el punto desde donde luchábamos, a escasos metros del grupo armado liderado por el asesino Walter Gamarra (contra él es que luché con otros, días después sabría ello) y muy lejos de la seguridad del camión tumbado.
Cuando me dí cuenta que todos habían retrocedido, en los tantos avances y retrocesos que hacíamos, intenté regresar, pero los grupos paramilitares ya habían avanzado mucho y me estaban rodeando. En ese entonces dudé si quedarme escondido donde estaba o correr lo más rápido que puediera para que no me alcanzaran con sus disparos. Ya casi rodeado en un círculo que se iba cerrando, decidí retroceder lo más velozmente que pude. Cuando lo hice, una ola de estruendosos petardos sonaron tras mi espalda -sabía que me podrían estar disparando- corrí agachado y en zig zag (como lo harían supuestamente los soldados en un combate) y lamentablemente desde la barricada de "Correos" mis compañeros también me lanzaban sus petardos, pensando que era un paramilitar oviedista que los iba a atacar. Suerte que mis compañeros demócratas no tenían armas, si no, hubiese sufrido del fuego amigo. A pesar de lo vivido, ese no fue el mayor riesgo que corrí en mi lucha por la democracia y la libertad.
En el transcurso de la noche, de tanto en tanto y por la exigencia de congresistas opositores, la policía salía a resguardarnos, muy de vez en cuando. En ese momento no lo sabía, pero en la comandancia de la policía una lucha silenciosa se estaba dando. El máximo comandante policial, Niño Trinidad Ruiz Díaz, recibía órdenes directas de Oviedo para retirar a los policías de la calle, algo que muchos policías hacían con disgusto (ya que Oviedo era mal visto por ellos), de esta manera se daba vía líbre total a los grupos de choque paramilitar de Oviedo. Esto fue así hasta que luego de varios muertos en las barricadas, Trinidad Ruiz Díaz fue relevado de su cargo y la policía finalmente pudo actuar contra los grupos paramilitares. Pero el terror no acabaría con eso.
Algunos medios informarían días después que en la plaza existían infiltrados de las fuerzas paramilitares oviedistas, personalmente lo supe esa noche, cuando finalizaron los combates a la madrugada, pidiéndonos que nos retiráramos de la plaza (algo que no se hizo sino hasta el amanecer) Un hombre de edad, que durante la noche estuvo cerca de la barricada y que observaba todo lo que hacíamos, en un momento dado, cuando los combates terminaron, se acercó a nosotros y con una frialdad inhumana se burló de nuestra lucha, ostentando la insignia del movimiento político oviedista; claramente era parte de los grupos paramilitares de choque que nos atacaban. A pesar de todos los muertos y heridos que habíamos sufrido, apenas uno de los jóvenes con actitud agresiva le pidió que se retirara. Luego de tantos años comprendo la cruel labor que tuvo ese viejo,se merecía recibir alguna agresión física, pero en esos momentos la diplomacia internacional estaba actuando a nuestro favor y la policía resguardaba las barricadas, así que solo le pedí a un policía que echara del lugar al paramilitar oviedista.
Nunca olvidaré el amanecer del 26 de Marzo de 1999, el Sol salía, el día despuntaba y la resistencia civil; por primera vez en la historia del Paraguay, había obtenido una victoria sosteniendo una resistencia no armada contra grupos armados. El Congreso se había salvado de ser invadido por grupos paramilitares leales a Oviedo, las plazas quedaron toda la noche en manos de una pequeña pero activa ciudadanía democrática. El precio fue caro, enorme, más de lo que los que resistimos pensábamos que costaría...tanto por tan poco y tan poco para tanto sacrificio!.
Pero no fue tanto así. En aquél momento no lo podía percibir o razonar, solo con los años lo he notado, pero esa noche del 26 de Marzo se acabó la influencia hegemónica de los militares en política. Desde 1935 hasta esa madrugada ellos habían establecido el destino del Paraguay. La trilogía “Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas” se había roto definitivamente, perdiendo a su flanco más fuerte: El ejército. Al fin, luego de 64 años, los generales mandamases se acabaron.
La corrupción que sucedió después de tantas muertes es algo que el Paraguay ha padecido a lo largo de su historia. Pero los militares ya no influirían más en la política, a más del fallido golpe de estado de mayo del 2000, los militares políticos desaparecieron de Paraguay; a excepción de Oviedo, por supuesto, pero la condena que purga le resta protagonismo político. Hoy, a ocho años de tanto sacrificio ciudadano, sorprende como se quiere olvidar todo lo que Lino Oviedo hizo contra la democracia.
La propaganda para figurarlo como un prisionero político es enorme, pero falsa. Ya en 1999 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entendió en la causa contra Oviedo por el intento de golpe de estado de 1996, rechazando la denuncia que este presentó. Textualmente la CIDH estableció que “la Comisión considera que de la exposición del peticionario contenida en su denuncia original, en sus observaciones a la respuesta del Estado y en las demás presentaciones efectuadas a la Comisión, no surgen hechos que caractericen, prima facie, una violación por parte del Estado paraguayo de derechos consagrados en la Convención. Por tanto, y conforme a lo establecido en el artículo 47(b) de la Convención Americana, la Comisión debe declarar inadmisible la denuncia ” Por tanto, es categórico que la condena que purga actualmente Oviedo se ajusta a los Derechos Humanos.
Lino Oviedo con su discurso de “Correrán Ríos de Sangre” instigó e incitó a la creación de grupos paramilitares que ejercieran la violencia política y el terrorismo. Está más que comprobado que fueron sus fanáticos seguidores, de los grupos de choque paramilitar, los que masacraron a varios de los jóvenes que resistíamos sin armas y solo con piedras, petardos y esos benditos neumáticos quemados que nos sirvieron de escudos de humo contra las balas y los francotiradores oviedistas.
El poder judicial paraguayo, tan acostumbrado a las componendas políticas y a las dádivas corruptas, desvinculó a Oviedo de la Masacre del Marzo Paraguayo. Pero hay algo que ninguna víctima ha presentado aún, algo que Oviedo hizo contra toda la ciudadanía y que consiste en la tortura psicológica a la que todos fuimos sometidos por el reino del terror que Oviedo promovía con sus discursos y que encontró apoyo en Trinidad Ruiz Díaz y en esos grupos de paramilitares oviedistas que sembraron la muerte la noche del 25 al 26 de Marzo de 1999. Y el crimen de tortura no prescribe.
Y La Triste Sorpresa Luego de Tantos Años
No hace muchos días me ha sorprendido y espantado enormemente la forma descarada y poco inteligente en que Fernando Lugo ha coqueteado con el oviedismo, como no recordando a los muertos del Marzo Paraguayo, a los heridos, a todos lo que hasta ahora sufrimos las heridas psicológicas del terror que esa noche desgarró nuestras almas y cuerpos, pero no nuestro amor por la patria.
Fernando Lugo, en un ánimo descontrolado de protagonismo político, ha llegado a admitir que haría dupla política con Lino Oviedo. Lugo parece olvidar que eso mismo hizo Argaña...y Argaña fue asesinado. Lugo debe saber que Oviedo tiene cuentas pendientes con la justicia y que lo que dice no solo está fuera de lugar, sino que le da protagonismo renovado a alguien que causó tanto daño a Paraguay.
¿Acaso tenemos que pisotear tanto sacrificio, tenemos que volver a la oscura era de los militares políticos que subyugaban al destino del pueblo paraguayo?
Dar un innecesario protagonismo político a Oviedo nos lleva al olvido de sus actos dementes. Quien olvida su historia está condenado a repetirla. No repitamos una era que comenzó en 1935 y terminó con mucho dolor el 26 de Marzo de 1999.
No olvidemos la sangre derramada.
Alejandro Sánchez
ECOS DEL MARZO PARAGUAYO
...No será tan fácil ya sé qué pasa
No será tan útil como pensaba...
(Fito Paez)
Publicado también en Argentina Indymedia
En el trajín del día al día, los hombres sencillos no parecen hacer historia ni cambios relevantes. Pero las apariencias a veces engañan. Hay momentos en el devenir de los pueblos en que esos sencillos días comunes anteceden y se originan en instantes que marcan un cambio definitivo en el destino de una comunidad, de una nación o del planeta entero. Son esos tiempos que no pueden ser separados de los días normales y comunes que nadie o casi nadie recuerda.
El que se conoce como Marzo Paraguayo fue uno de aquellos instantes. Prácticamente desde que se fundó el Paraguay como nación y estado, el signo de la dictadura y de los regímenes militares sojuzgaron su historia. Apenas es recordable un periodo democrático estable desde 1922 a 1935, año en que un golpe militar de estado puso fin a la endeble democracia liberal imperante, pasando el gobierno a manos de jefes militares inspirados por los totalitarismos europeos; muy de moda por aquéllos tiempos, si bien este movimiento militar introdujo muchas reformas sociales beneficiosas, acabó con la frágil cultura cívica forjada en esos años. Sucedió que desde aquél año de 1935 hasta 1999 la influencia de los militares en la política y el gobierno de Paraguay sería total o muy relevante.
Ni siquiera con el golpe de estado de 1989 los militares perdieron su protagonismo en la política paraguaya. Muy por el contrario, ese golpe de estado no fue más que un simple relevo de mandamases uniformados. Del viejo dictador Gral. Stroessner al Gral. Rodríguez, yerno del primero y familiar político del déspota. Las estructuras de opresión y autoritarismo apenas se vieron perturbadas. Tuvo que ser el constante y reiterado sacrificio de organizaciones sociales y ciudadanas las que lenta y fatigosamente pondría fin a partes del sistema dictatorial. Muchos esquemas de esa dictadura seguían vigentes en el Paraguay de comienzos del siglo XXI. La afamada unidad fascista “Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas” en los hechos había estado sometiendo al país hasta el año 1999; cuando prácticamente se hizo inevitable el choque entre las corrientes democráticas y las fuerzas neofascistas del Paraguay. Sería un año signado por acontecimientos vertiginosos, que empezaron a gestarse desde el año 1993.
Esas Luchas Olvidadas y Aplastadas
Las luchas democráticas y populares en Paraguay siempre fueron aplastadas. No existía en la historia paraguaya un solo acontecimiento cívico, y no armado, que haya logrado cambiar el destino del Paraguay. En 1947 un sector del ejército, favorable al institucionalismo y la democracia, organizó un levantamiento que terminó en una guerra civil que al poco tiempo se perdería. Luego de ello, se formarían las bases para la dictadura de Stroessner, quien, con un golpe de estado en 1954, definitivamente plasmaría la trilogía “Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas”. A comienzo de los 1960 hubieron luchas armadas de guerrillas organizadas por opositores de un amplio espectro ideológico, recordables son el FULNA y el M-14 (Movimiento 14 de Mayo), todos aplastados salvaje y horrendamente con el más abierto apoyo del gobierno de EE.UU. y de su “Pentágono”.
Pero si la lucha armada no era viable, la lucha pacífica lo era mucho menos. En 1975, durante la tristemente famosa “Pascua Dolorosa” se desarticularían las Ligas Agrarias, un movimiento cooperativista y solidarista apoyado por sectores progresistas de la Iglesia Católica. Cientos de campesinos serían brutalmente torturados, asesinados y desaparecidos. Eran los tiempos de la Operación Cóndor y la bestialidad y el terrorismo de estado dominarían al Paraguay y a gran parte de Sudamérica. Nunca una gesta ciudadana había logrado una victoria o un cambio en el Paraguay, hasta 1999.
A pesar de ello, la eterna y sufrida perseverancia por la libertad, los derechos humanos y sociales, era la bandera de no pocos paraguayos sacrificados en vida o hasta la muerte.
La Frágil Transición Democrática
En 1993 sube al poder Juan Carlos Wasmosy, en unas elecciones irregulares pero aprobadas finalmente. Desde ese año, la sombra de Lino Oviedo se empezaba a proyectar como el verdadero hombre fuerte detrás del poder político. La base militar de la caballería del ejército en ese entonces reunía el mayor poder armado de combate. Cada vez que Wasmosy o el Congreso (con mayoría opositora en ese entonces) introducían reformas democráticas, Oviedo mostraba su músculo militar no tan encubiertamente. Eran años de temor y del inicio de las movilizaciones sociales campesinas, reprimidas por la policía y el ejército con un saldo de campesinos muertos anualmente.
La aprobación de la ley que ordenaba la desafiliación política de los militares crispó terriblemente las relaciones entre Oviedo y Wasmosy, fue así que se llegó al intento de golpe de estado de 1996. En aquélla ocasión, gracias a la presión diplomática de los países vecinos y de un EE.UU. bajo la administación de Bill Clinton, se evitó un enfrentamiento armado, siendo expulsado Oviedo del ejército, pero sin perder influencia sobre él. Aquél abril de 1996 fue un día de alegría y de sueños renacidos en una juventud democrática que empezaba a conocer la lucha cívica en las calles. Pero la incipiente transición democrática paraguaya no había producido beneficios a la gran mayoría del pueblo paraguayo. Fue así que, haciendo uso de las técnicas hitlerianas y nazifascistas, Lino Oviedo se empeñó en una trayectoria política que lo volcaría a ser candidato a la presidencia nacional por el Partido Colorado, el partído que gobernaba por más de 50 años (más que el PRI de México) Sus discursos y técnicas demagógicas, propias de Hitler, demostrarón ser efectivas para engañar y seducir al electorado paraguayo. Pero, en la recta final de la carrera a la presidencia, un tribunal militar lo juzgó y condenó por el intento de golpe de 1996. Sería su candidato a vicepresidente, Raúl Cubas Grau, el que ocuparía su lugar en la presidencia de Paraguay. Hasta ese entonces, Oviedo tenía amplia influencia en las fuerzas armadas paraguayas, gozando de la simpatía de la mayoría de los oficiales de rango medio. Cubas Grau, en violación de las formalidades constitucionales, liberaría a Oviedo de la prisión y condena que purgaba. Esto llevó a una crisis política extrema. Oviedo, siguendo los designios del “Mein Kampf” hitleriano, formó sus “grupos de choque” para ejercer la violencia política. Estos grupos no eran más que gente de la más pobre e ignorante, fanatizadas y prebendarizadas (corrompidas) hasta el fundamentalismo, que actuaban violentamente para aterrorizar a la ciudadanía democrática; a través de manifestaciones violentas y de discursos que incitaban a actos vandálicos y violentos contra políticos y grupos opositores.
Fue ante este grupo de gente, en una manifestación pública hecha en la plaza donde posteriormente sucedería la “Masacre del Marzo Paraguayo”, que Oviedo públicamente prometía “Hacer Correr Ríos De Sangre” si es que la Corte Suprema de Justicia anulaba el decreto presidencial por el cual fue liberado.
¿Acaso esto no fue instigación a la violencia, al delito y al crimen?
Poco tiempo después, el 23 de Marzo de 1999, el vicepresidente Luis María Argaña (opositor a Oviedo, pero perteneciente al Partido Colorado como aquél, funestamente aceptó aliarse con los seguidores de Oviedo para evitar la derrota electoral de su partido en 1998) fue acribillado a balazos mientras se dirigía a su oficina. Por el discurso de Oviedo, se le atribuyó automáticamente la muerte de Argaña. El proceso judicial concluyó con la condena a los autores materiales del magnicidio, pero sigue en relación a Oviedo, ya que las pruebas no son categóricas para acusarlo de tal asesinato.
Pero en lo que no hay dudas ni confusiones algunas es en la Masacre del Marzo Paraguayo, una matanza que reprodujo literalmente el famoso discurso de Oviedo y su frase de “Hacer Correr Ríos De Sangre” Me tocó sobrevivir a dicha masacre, fui un protagonista histórico de tal pesadilla y puedo asegurar que sí hubo un río de sangre, practicamente hubo una estela de sangre que cubría hasta 10 metros de una calle, porque en el apuro llevaban a los heridos y muertos a un campamento de primeros auxilios, a 200 metros del lugar donde se producía el enfrentamiento entre la juventud democrática y los grupos paramilitares de Lino Oviedo. Eso sin olvidar la variedad sanguinolenta de charcos rojos de sangre joven que estaban a doquier en las barricadas.
No hubo ningún camarógrafo que filmase tal rastro de sangre, la balacera los obligaba a mantener distancia y la policía se encargó rápidamente de limpiar tal horror apenas terminaron los combates. Algunos fotógrafos algo pudieron registrar.
Con la muerte de Argaña, se disparó el juicio político a Cubas Grau, varias veces bloqueado por los oviedistas y sus aliados comprados con jugosas prebendas. Este juicio político estaba por lograr rápidamente el objetivo de provocar la renuncia de Cubas, instaurar al presidente del Congreso (Luis Ángel González Macchi) en la presidencia, encarcelar de nuevo a Oviedo -anulando el accionar violento de sus fuerzas de choque- y llamar de nuevo a elecciones para normalizar la vida política paraguaya (regularización institucional que no se realizó finalmente, quedando Paraguay en la semi ilegalidad del gobierno de Gonzalez Macchi).
Lino Oviedo, por supuesto, estaba decidido a evitar tal juicio y, evidentemente, haría uso de sus fanáticos y sus fuerzas de choque paramilitar para detener definitivamente tal hecho. Es así que movilizó a sus fanáticos y así, tanto los opositores a Oviedo, como sus fanáticos, ocuparon la misma plaza, dividida por una valla que la policía había puesto, que de poco sirvió ya que verdaderas guerras campales con piedras se llevaban a cabo. Por supuesto, eran las fuerzas de choque de Oviedo los que generaban la mayoría de los ataques. Sin embargo, una pequeña pero creciente resistencia civil no armada se empezó a generar del lado de los demócratas (formado por una amalgama temporal de grupos políticos y sociales, destacando los campesinos de la FNC, que se habían acoplado mediante un acuerdo entre los políticos opositores y los dirigentes campesinos)
ANÉCDOTAS INÉDITAS DEL MARZO PARAGUAYO
Ya es hora de contar algunos detalles sobre el Marzo Paraguayo que no se han contado, lo que ningún periodista o cronista ha contado hasta ahora; porque ellos no estuvieron en las barricadas toda la noche, en el frente de los combates civiles, la intensa balacera y lo inadecuado de las filmadoras profesionales del siglo XX se lo impedían a muchos (los betustos aparatos de aquélla época los hubiesen convertido en blanco fácil para los francotiradores y grupos armados)
Desde antes de la noche de la masacre, antes del 26 de Marzo, se sospechaba que Oviedo iba a ordenar el ataque con francotiradores y paramilitares de sus fuerzas de choque. Se sospechaba de ello, ya que Oviedo calcaba las técnicas nazis de las S.A. y las S.S. en forma semi encubierta, con las variantes propias de un país del tercer mundo. Fue así que los grupos de jóvenes democráticos más combativos, de entre los manifestantes, prepararon neumáticos usados para rápidamente construir barricadas con fuego a manera de cortinas de humo, para evitar muertos lo más que se pudiera. El bendito viento norte de esa noche del 25 y 26 de Marzo de 1999 ayudo vitalmente a tal plan.
Los grupos combativos, los verdaderos luchadores civiles del Marzo Paraguayo, los verdaderos líderes de esa gesta ciudadana no fueron los líderes políticos del grupo denominado “Jóvenes Por La Democracia” a excepción de Enrique Sánchez, el único político que sí estuvo en las barricadas, en medio de las balaceras y la resistencia civil no armada, que se hacía con piedras y petardos para fuegos artificiales. Es imborrable de mi memoria que, al acabarse los petardos explosivos, lo único que servía para resistir a los grupos paramilitares armados eran las bengalas de luz. Flores multicolores contra armas de fuego, la belleza luminosa contra la fealdad asesina. Como en un sueño surrealista, las luces de múltiples colores vivos caían repetidamente sobre los paramilitares oviedistas. Tan repetido y testarudo era el ataque multicolor, que los oviedistas (partidarios de Oviedo) empezaron a retroceder, temerosos de quemarse con tan vivas acuarelas. Los valientes de la resistencia civil solo tenían la ayuda de la cortina de humo y el correr sin parar y arriconarse en cualquier objeto que sirviera de escudo contra las balas, no pocos fueron heridos por tal condición desfavorable de batalla, heridos pero no vencidos.
Los personajes grises de siempre, los eternos protagonistas de la tragicómica política paraguaya no fueron los héroes del Marzo Paraguayo. Apenas empezó la balacera y los muertos, ellos desaparecieron de las plazas, salvo algunos jóvenes líderes de los partidos de oposición de ese entonces, que se dedicaban a dar discursos grandilocuentes y vacíos de verdadero contenido en una tarima alejada de las barricadas y de los verdaderos combates.
Los únicos héroes que merecen tal nombre son los muertos y los lisiados, aquéllos que quedaron minusválidos por las balas que penetraron sus cuerpos. Los que luchamos en el frente, sobreviviendo a los disparos arteros y frenéticos, tal vez no merescamos tal título, después de todo, solo estábamos luchando por mantener una incipiente pero necesaria transición democrática, ya que sabíamos que si abandonábamos las plazas del Congreso, los oviedistas iban a ocupar el edificio del Senado e iban a impedir el juicio político contra Cubas Grau y posiblemente la propia existencia del Poder Legislativo paraguayo, con lo cual una dictadura con una farsa de apoyo popular iba a instaurarse de nuevo en Paraguay. Es decir, sucedería algo similar a lo que hizo Hitler y los nazis en 1933, cuando quemaron el parlamento alemán para justificar una dictadura cruel y sanguinaria.
Pero Lino Oviedo se equivocó, Paraguay en 1999 no era la Alemania de 1933 y luego de su intento de golpe de 1996, el Mercosur había instaurado la cláusula democrática, por la cual otros países podían intervenir en el territorio de un país socio para reestablecer la democracia. Así lo hizo Brasil, a través de Fernando Henrique Cardozo y así también lo hizo la inolvidable Maura Harty, embajadora de EE.UU. en ese momento bajo el gobierno de Clinton. Además, a diferencia de la Alemania de 1933, había una unidad opositora contra Oviedo.
Esta unidad no fue “Jóvenes Por La Democracia”, ellos no participaron de la resistencia civil activa, a excepción del dirigente ya citado, los verdaderos protagonistas de la resistencia civil no armada fueron los campesinos, los jóvenes de izquierda del Partido Patria Libre, los jóvenes católicos del Paraguay Jaipotava y una organización cuya ayuda fue clave: La barra brava del club de fútbol Olimpia, me refiero a los “Mafia Negra”, que sufrieron la pérdida de un activo miembro, Henry Díaz Bernal. También los estudiantes del CEUNIRA (Centro de Estudiantes Universitarios Residentes en Asunción, una organización con base popular y accionar activo y combativo) distintos estudiantes universitarios, entre los que estaba, estuvimos combatiendo, pero ninguno participó del latrocinio y corruptela generalizados que se impusieron luego del Marzo Paraguayo. Los que como buitres asaltaron el tesoro que la ciudadanía obtuvo con el Marzo Paraguayo no fueron los que combatieron y participaron de la resistencia civil no armada en las barricadas.
También la pastoral social, los bomberos voluntarios y muchos ciudadanos y organizaciones más actuaron como soporte de la resistencia civil en el campamento de primeros auxilios y víveres que se había improvisado en la Catedral Metropolitana. Por supuesto, los medios periodísticos fueron vitales, sin ellos no hubiese existido resistencia, entre ellos destaca Radio Ñandutí, sin cuyos informes oportunos muchos hubiesen muerto. El pilar de la resistencia civil fueron estos medios y periodistas, que a pesar que la mayoría no podía estar en el frente mismo, se mantenía cerca, informando de todo y ayudando a organizar la resistencia.
Cuando llegué a la barricada donde combatí, a Henry recién lo habían llevado, aún podía verse el charco de sangre donde cayó, esa sangre roja y viva que jamás olvidaré por el resto de mi vida.
La barricada en la que luché no fue la que estaba frente al edificio Zodiac (desde donde paramilitares oviedistas disparaban intermitentemente, matando a algunos e hiriendo a muchos) Sino la que se formó por un camión tumbado (los combatientes democráticos de algún lado quitaron una fuerza sobrehumana para tumbar un camión así) frente a la entrada del edificio del correo nacional. En realidad el camión no sirvió para nada de barricada, la barricada eramos los que combatíamos, avanzando y retrocediendo con nuestros fuegos artificiales y piedras, enfrentándonos a grupos armados con pistolas y fusiles de guerra para francotiradores. Las piedras y las bombas molotov eran nuestra herramienta de lucha, pero sobre todo el correr y crear fuego y humo, para que los paramilitares oviedistas no pudieran disparar fácilmente.
Lamentablemente no estábamos bien organizados, pero eramos tantos y no sé hasta ahora si eramos valientes o locos. Aún después de tantos años no sé establecer la diferencia, solo sé que en un momento dado me aterroricé porque fuimos atacados con petardos explosivos -los oviedistas usaban los petardos para encubrir el sonido de los disparos, ya esa noche lo sabíamos, cuando ellos disparaban sus petardos, sabíamos que nos estaban disparando con balas- y una de las pequeñas bombas de un petardo cayó entre nosotros, cuando la misma estalló, recordé que no hacía una hora que habían lanzado granadas de guerra desde un edificio cercano. Pero, milagrosamente (por esas causas invisibles) las granadas no estallaron. El estallido de la bomba me hizo recordar de dichas granadas, pero a pesar del terror y el temblor que sufrí, decidí seguir combatiendo, hasta que quedé solo en el punto desde donde luchábamos, a escasos metros del grupo armado liderado por el asesino Walter Gamarra (contra él es que luché con otros, días después sabría ello) y muy lejos de la seguridad del camión tumbado.
Cuando me dí cuenta que todos habían retrocedido, en los tantos avances y retrocesos que hacíamos, intenté regresar, pero los grupos paramilitares ya habían avanzado mucho y me estaban rodeando. En ese entonces dudé si quedarme escondido donde estaba o correr lo más rápido que puediera para que no me alcanzaran con sus disparos. Ya casi rodeado en un círculo que se iba cerrando, decidí retroceder lo más velozmente que pude. Cuando lo hice, una ola de estruendosos petardos sonaron tras mi espalda -sabía que me podrían estar disparando- corrí agachado y en zig zag (como lo harían supuestamente los soldados en un combate) y lamentablemente desde la barricada de "Correos" mis compañeros también me lanzaban sus petardos, pensando que era un paramilitar oviedista que los iba a atacar. Suerte que mis compañeros demócratas no tenían armas, si no, hubiese sufrido del fuego amigo. A pesar de lo vivido, ese no fue el mayor riesgo que corrí en mi lucha por la democracia y la libertad.
En el transcurso de la noche, de tanto en tanto y por la exigencia de congresistas opositores, la policía salía a resguardarnos, muy de vez en cuando. En ese momento no lo sabía, pero en la comandancia de la policía una lucha silenciosa se estaba dando. El máximo comandante policial, Niño Trinidad Ruiz Díaz, recibía órdenes directas de Oviedo para retirar a los policías de la calle, algo que muchos policías hacían con disgusto (ya que Oviedo era mal visto por ellos), de esta manera se daba vía líbre total a los grupos de choque paramilitar de Oviedo. Esto fue así hasta que luego de varios muertos en las barricadas, Trinidad Ruiz Díaz fue relevado de su cargo y la policía finalmente pudo actuar contra los grupos paramilitares. Pero el terror no acabaría con eso.
Algunos medios informarían días después que en la plaza existían infiltrados de las fuerzas paramilitares oviedistas, personalmente lo supe esa noche, cuando finalizaron los combates a la madrugada, pidiéndonos que nos retiráramos de la plaza (algo que no se hizo sino hasta el amanecer) Un hombre de edad, que durante la noche estuvo cerca de la barricada y que observaba todo lo que hacíamos, en un momento dado, cuando los combates terminaron, se acercó a nosotros y con una frialdad inhumana se burló de nuestra lucha, ostentando la insignia del movimiento político oviedista; claramente era parte de los grupos paramilitares de choque que nos atacaban. A pesar de todos los muertos y heridos que habíamos sufrido, apenas uno de los jóvenes con actitud agresiva le pidió que se retirara. Luego de tantos años comprendo la cruel labor que tuvo ese viejo,se merecía recibir alguna agresión física, pero en esos momentos la diplomacia internacional estaba actuando a nuestro favor y la policía resguardaba las barricadas, así que solo le pedí a un policía que echara del lugar al paramilitar oviedista.
Nunca olvidaré el amanecer del 26 de Marzo de 1999, el Sol salía, el día despuntaba y la resistencia civil; por primera vez en la historia del Paraguay, había obtenido una victoria sosteniendo una resistencia no armada contra grupos armados. El Congreso se había salvado de ser invadido por grupos paramilitares leales a Oviedo, las plazas quedaron toda la noche en manos de una pequeña pero activa ciudadanía democrática. El precio fue caro, enorme, más de lo que los que resistimos pensábamos que costaría...tanto por tan poco y tan poco para tanto sacrificio!.
Pero no fue tanto así. En aquél momento no lo podía percibir o razonar, solo con los años lo he notado, pero esa noche del 26 de Marzo se acabó la influencia hegemónica de los militares en política. Desde 1935 hasta esa madrugada ellos habían establecido el destino del Paraguay. La trilogía “Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas” se había roto definitivamente, perdiendo a su flanco más fuerte: El ejército. Al fin, luego de 64 años, los generales mandamases se acabaron.
La corrupción que sucedió después de tantas muertes es algo que el Paraguay ha padecido a lo largo de su historia. Pero los militares ya no influirían más en la política, a más del fallido golpe de estado de mayo del 2000, los militares políticos desaparecieron de Paraguay; a excepción de Oviedo, por supuesto, pero la condena que purga le resta protagonismo político. Hoy, a ocho años de tanto sacrificio ciudadano, sorprende como se quiere olvidar todo lo que Lino Oviedo hizo contra la democracia.
La propaganda para figurarlo como un prisionero político es enorme, pero falsa. Ya en 1999 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entendió en la causa contra Oviedo por el intento de golpe de estado de 1996, rechazando la denuncia que este presentó. Textualmente la CIDH estableció que “la Comisión considera que de la exposición del peticionario contenida en su denuncia original, en sus observaciones a la respuesta del Estado y en las demás presentaciones efectuadas a la Comisión, no surgen hechos que caractericen, prima facie, una violación por parte del Estado paraguayo de derechos consagrados en la Convención. Por tanto, y conforme a lo establecido en el artículo 47(b) de la Convención Americana, la Comisión debe declarar inadmisible la denuncia ” Por tanto, es categórico que la condena que purga actualmente Oviedo se ajusta a los Derechos Humanos.
Lino Oviedo con su discurso de “Correrán Ríos de Sangre” instigó e incitó a la creación de grupos paramilitares que ejercieran la violencia política y el terrorismo. Está más que comprobado que fueron sus fanáticos seguidores, de los grupos de choque paramilitar, los que masacraron a varios de los jóvenes que resistíamos sin armas y solo con piedras, petardos y esos benditos neumáticos quemados que nos sirvieron de escudos de humo contra las balas y los francotiradores oviedistas.
El poder judicial paraguayo, tan acostumbrado a las componendas políticas y a las dádivas corruptas, desvinculó a Oviedo de la Masacre del Marzo Paraguayo. Pero hay algo que ninguna víctima ha presentado aún, algo que Oviedo hizo contra toda la ciudadanía y que consiste en la tortura psicológica a la que todos fuimos sometidos por el reino del terror que Oviedo promovía con sus discursos y que encontró apoyo en Trinidad Ruiz Díaz y en esos grupos de paramilitares oviedistas que sembraron la muerte la noche del 25 al 26 de Marzo de 1999. Y el crimen de tortura no prescribe.
Y La Triste Sorpresa Luego de Tantos Años
No hace muchos días me ha sorprendido y espantado enormemente la forma descarada y poco inteligente en que Fernando Lugo ha coqueteado con el oviedismo, como no recordando a los muertos del Marzo Paraguayo, a los heridos, a todos lo que hasta ahora sufrimos las heridas psicológicas del terror que esa noche desgarró nuestras almas y cuerpos, pero no nuestro amor por la patria.
Fernando Lugo, en un ánimo descontrolado de protagonismo político, ha llegado a admitir que haría dupla política con Lino Oviedo. Lugo parece olvidar que eso mismo hizo Argaña...y Argaña fue asesinado. Lugo debe saber que Oviedo tiene cuentas pendientes con la justicia y que lo que dice no solo está fuera de lugar, sino que le da protagonismo renovado a alguien que causó tanto daño a Paraguay.
¿Acaso tenemos que pisotear tanto sacrificio, tenemos que volver a la oscura era de los militares políticos que subyugaban al destino del pueblo paraguayo?
Dar un innecesario protagonismo político a Oviedo nos lleva al olvido de sus actos dementes. Quien olvida su historia está condenado a repetirla. No repitamos una era que comenzó en 1935 y terminó con mucho dolor el 26 de Marzo de 1999.
No olvidemos la sangre derramada.
Alejandro Sánchez