Anécdotas Inéditas del Marzo Paraguayo
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Ya es hora de contar algunos detalles sobre el Marzo Paraguayo que no se han contado, lo que ningún periodista o cronista ha contado hasta ahora; porque ellos no estuvieron en las barricadas toda la noche, en el frente de los combates civiles, la intensa balacera y lo inadecuado de las filmadoras profesionales del siglo XX se lo impedían a muchos (los betustos aparatos de aquélla época los hubiesen convertido en blanco fácil para los francotiradores y grupos armados.
Desde antes de la noche de la masacre, antes del 26 de Marzo, se sospechaba que Oviedo iba a ordenar el ataque con francotiradores y paramilitares de sus fuerzas de choque. Se sospechaba de ello, ya que Oviedo calcaba las técnicas nazis de las S.A. y las S.S. en forma semi encubierta, con las variantes propias de un país del tercer mundo. Fue así que los grupos de jóvenes democráticos más combativos, de entre los manifestantes, prepararon neumáticos usados para rápidamente construir barricadas con fuego a manera de cortinas de humo, para evitar muertos lo más que se pudiera. El bendito viento norte de esa noche del 25 y 26 de Marzo de 1999 ayudo vitalmente a tal plan.
Los grupos combativos, los verdaderos luchadores civiles del Marzo Paraguayo, los verdaderos líderes de esa gesta ciudadana no fueron los líderes políticos del grupo denominado “Jóvenes Por La Democracia” a excepción de Enrique Sánchez, el único político que sí estuvo en las barricadas, en medio de las balaceras y la resistencia civil no armada, que se hacía con piedras y petardos para fuegos artificiales. Es imborrable de mi memoria que, al acabarse los petardos explosivos, lo único que servía para resistir a los grupos paramilitares armados eran las bengalas de luz. Flores multicolores contra armas de fuego, la belleza luminosa contra la fealdad asesina. Como en un sueño surrealista, las luces de múltiples colores vivos caían repetidamente sobre los paramilitares oviedistas. Tan repetido y testarudo era el ataque multicolor, que los oviedistas (partidarios de Oviedo) empezaron a retroceder, temerosos de quemarse con tan vivas acuarelas. Los valientes de la resistencia civil solo tenían la ayuda de la cortina de humo y el correr sin parar y arriconarse en cualquier objeto que sirviera de escudo contra las balas, no pocos fueron heridos por tal condición desfavorable de batalla, heridos pero no vencidos.
Los personajes grises de siempre, los eternos protagonistas de la tragicómica política paraguaya no fueron los héroes del Marzo Paraguayo. Apenas empezó la balacera y los muertos, ellos desaparecieron de las plazas, salvo algunos jóvenes líderes de los partidos de oposición de ese entonces, que se dedicaban a dar discursos grandilocuentes y vacíos de verdadero contenido en una tarima alejada de las barricadas y de los verdaderos combates.
Los únicos héroes que merecen tal nombre son los muertos y los lisiados, aquéllos que quedaron minusválidos por las balas que penetraron sus cuerpos. Los que luchamos en el frente, sobreviviendo a los disparos arteros y frenéticos, tal vez no merescamos tal título, después de todo, solo estábamos luchando por mantener una incipiente pero necesaria transición democrática, ya que sabíamos que si abandonábamos las plazas del Congreso, los oviedistas iban a ocupar el edificio del Senado e iban a impedir el juicio político contra Cubas Grau y posiblemente la propia existencia del Poder Legislativo paraguayo, con lo cual una dictadura con una farsa de apoyo popular iba a instaurarse de nuevo en Paraguay. Es decir, sucedería algo similar a lo que hizo Hitler y los nazis en 1933, cuando quemaron el parlamento alemán para justificar una dictadura cruel y sanguinaria.
Pero Lino Oviedo se equivocó, Paraguay en 1999 no era la Alemania de 1933 y luego de su intento de golpe de 1996, el Mercosur había instaurado la cláusula democrática, por la cual otros países podían intervenir en el territorio de un país socio para reestablecer la democracia. Así lo hizo Brasil, a través de Fernando Henrique Cardozo y así también lo hizo la inolvidable Maura Harty, embajadora de EE.UU. en ese momento bajo el gobierno de Clinton. Además, a diferencia de la Alemania de 1933, había una unidad opositora contra Oviedo.
Esta unidad no fue “Jóvenes Por La Democracia”, ellos no participaron de la resistencia civil activa, a excepción del dirigente ya citado, los verdaderos protagonistas de la resistencia civil no armada fueron los campesinos, los jóvenes de izquierda del Partido Patria Libre, los jóvenes católicos del Paraguay Jaipotava y una organización cuya ayuda fue clave: La barra brava del club de fútbol Olimpia, me refiero a los “Mafia Negra”, que sufrieron la pérdida de un activo miembro, Henry Díaz Bernal. También los estudiantes del CEUNIRA (Centro de Estudiantes Universitarios Residentes en Asunción, una organización con base popular y accionar activo y combativo) distintos estudiantes universitarios, entre los que estaba, estuvimos combatiendo, pero ninguno participó del latrocinio y corruptela generalizados que se impusieron luego del Marzo Paraguayo. Los que como buitres asaltaron el tesoro que la ciudadanía obtuvo con el Marzo Paraguayo no fueron los que combatieron y participaron de la resistencia civil no armada en las barricadas.
También la pastoral social, los bomberos voluntarios y muchos ciudadanos y organizaciones más actuaron como soporte de la resistencia civil en el campamento de primeros auxilios y víveres que se había improvisado en la Catedral Metropolitana. Por supuesto, los medios periodísticos fueron vitales, sin ellos no hubiese existido resistencia, entre ellos destaca Radio Ñandutí, sin cuyos informes oportunos muchos hubiesen muerto. El pilar de la resistencia civil fueron estos medios y periodistas, que a pesar que la mayoría no podía estar en el frente mismo, se mantenía cerca, informando de todo y ayudando a organizar la resistencia.
Cuando llegué a la barricada donde combatí, a Henry recién lo habían llevado, aún podía verse el charco de sangre donde cayó, esa sangre roja y viva que jamás olvidaré por el resto de mi vida.
La barricada en la que luché no fue la que estaba frente al edificio Zodiac (desde donde paramilitares oviedistas disparaban intermitentemente, matando a algunos e hiriendo a muchos) Sino la que se formó por un camión tumbado (los combatientes democráticos de algún lado quitaron una fuerza sobrehumana para tumbar un camión así) frente a la entrada del edificio del correo nacional. En realidad el camión no sirvió para nada de barricada, la barricada eramos los que combatíamos, avanzando y retrocediendo con nuestros fuegos artificiales y piedras, enfrentándonos a grupos armados con pistolas y fusiles de guerra para francotiradores. Las piedras y las bombas molotov eran nuestra herramienta de lucha, pero sobre todo el correr y crear fuego y humo, para que los paramilitares oviedistas no pudieran disparar fácilmente.
Lamentablemente no estábamos bien organizados, pero eramos tantos y no sé hasta ahora si eramos valientes o locos. Aún después de tantos años no sé establecer la diferencia, solo sé que en un momento dado me aterroricé porque fuimos atacados con petardos explosivos -los oviedistas usaban los petardos para encubrir el sonido de los disparos, ya esa noche lo sabíamos, cuando ellos disparaban sus petardos, sabíamos que nos estaban disparando con balas- y una de las pequeñas bombas de un petardo cayó entre nosotros, cuando la misma estalló, recordé que no hacía una hora que habían lanzado granadas de guerra desde un edificio cercano. Pero, milagrosamente (por esas causas invisibles) las granadas no estallaron. El estallido de la bomba me hizo recordar de dichas granadas, pero a pesar del terror y el temblor que sufrí, decidí seguir combatiendo, hasta que quedé solo en el punto desde donde luchábamos, a escasos metros del grupo armado liderado por el asesino Walter Gamarra (contra él es que luché con otros, días después sabría ello) y muy lejos de la seguridad del camión tumbado.
Cuando me dí cuenta que todos habían retrocedido, en los tantos avances y retrocesos que hacíamos, intenté regresar, pero los grupos paramilitares ya habían avanzado mucho y me estaban rodeando. En ese entonces dudé si quedarme escondido donde estaba o correr lo más rápido que puediera para que no me alcanzaran con sus disparos. Ya casi rodeado en un círculo que se iba cerrando, decidí retroceder lo más velozmente que pude. Cuando lo hice, una ola de estruendosos petardos sonaron tras mi espalda -sabía que me podrían estar disparando- corrí agachado y en zig zag (como lo harían supuestamente los soldados en un combate) y lamentablemente desde la barricada de "Correos" mis compañeros también me lanzaban sus petardos, pensando que era un paramilitar oviedista que los iba a atacar. Suerte que mis compañeros demócratas no tenían armas, si no, hubiese sufrido del fuego amigo. A pesar de lo vivido, ese no fue el mayor riesgo que corrí en mi lucha por la democracia y la libertad.
En el transcurso de la noche, de tanto en tanto y por la exigencia de congresistas opositores, la policía salía a resguardarnos, muy de vez en cuando. En ese momento no lo sabía, pero en la comandancia de la policía una lucha silenciosa se estaba dando. El máximo comandante policial, Niño Trinidad Ruiz Díaz, recibía órdenes directas de Oviedo para retirar a los policías de la calle, algo que muchos policías hacían con disgusto (ya que Oviedo era mal visto por ellos), de esta manera se daba vía líbre total a los grupos de choque paramilitar de Oviedo. Esto fue así hasta que luego de varios muertos en las barricadas, Trinidad Ruiz Díaz fue relevado de su cargo y la policía finalmente pudo actuar contra los grupos paramilitares. Pero el terror no acabaría con eso.
Algunos medios informarían días después que en la plaza existían infiltrados de las fuerzas paramilitares oviedistas, personalmente lo supe esa noche, cuando finalizaron los combates a la madrugada, pidiéndonos que nos retiráramos de la plaza (algo que no se hizo sino hasta el amanecer) Un hombre de edad, que durante la noche estuvo cerca de la barricada y que observaba todo lo que hacíamos, en un momento dado, cuando los combates terminaron, se acercó a nosotros y con una frialdad inhumana se burló de nuestra lucha, ostentando la insignia del movimiento político oviedista; claramente era parte de los grupos paramilitares de choque que nos atacaban. A pesar de todos los muertos y heridos que habíamos sufrido, apenas uno de los jóvenes con actitud agresiva le pidió que se retirara. Luego de tantos años comprendo la cruel labor que tuvo ese viejo,se merecía recibir alguna agresión física, pero en esos momentos la diplomacia internacional estaba actuando a nuestro favor y la policía resguardaba las barricadas, así que solo le pedí a un policía que echara del lugar al paramilitar oviedista.
Nunca olvidaré el amanecer del 26 de Marzo de 1999, el Sol salía, el día despuntaba y la resistencia civil; por primera vez en la historia del Paraguay, había obtenido una victoria sosteniendo una resistencia no armada contra grupos armados. El Congreso se había salvado de ser invadido por grupos paramilitares leales a Oviedo, las plazas quedaron toda la noche en manos de una pequeña pero activa ciudadanía democrática. El precio fue caro, enorme, más de lo que los que resistimos pensábamos que costaría...tanto por tan poco y tan poco para tanto sacrificio!.
Pero no fue tanto así. En aquél momento no lo podía percibir o razonar, solo con los años lo he notado, pero esa noche del 26 de Marzo se acabó la influencia hegemónica de los militares en política. Desde 1935 hasta esa madrugada ellos habían establecido el destino del Paraguay. La trilogía “Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas” se había roto definitivamente, perdiendo a su flanco más fuerte: El ejército. Al fin, luego de 64 años, los generales mandamases se acabaron.
La corrupción que sucedió después de tantas muertes es algo que el Paraguay ha padecido a lo largo de su historia. Pero los militares ya no influirían más en la política, a más del fallido golpe de estado de mayo del 2000, los militares políticos desaparecieron de Paraguay; a excepción de Oviedo, por supuesto, pero la condena que purga le resta protagonismo político. Hoy, a ocho años de tanto sacrificio ciudadano, sorprende como se quiere olvidar todo lo que Lino Oviedo hizo contra la democracia.
La propaganda para figurarlo como un prisionero político es enorme, pero falsa. Ya en 1999 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entendió en la causa contra Oviedo por el intento de golpe de estado de 1996, rechazando la denuncia que este presentó. Textualmente la CIDH estableció que “la Comisión considera que de la exposición del peticionario contenida en su denuncia original, en sus observaciones a la respuesta del Estado y en las demás presentaciones efectuadas a la Comisión, no surgen hechos que caractericen, prima facie, una violación por parte del Estado paraguayo de derechos consagrados en la Convención. Por tanto, y conforme a lo establecido en el artículo 47(b) de la Convención Americana, la Comisión debe declarar inadmisible la denuncia ” Por tanto, es categórico que la condena que purga actualmente Oviedo se ajusta a los Derechos Humanos.
Lino Oviedo con su discurso de “Correrán Ríos de Sangre” instigó e incitó a la creación de grupos paramilitares que ejercieran la violencia política y el terrorismo. Está más que comprobado que fueron sus fanáticos seguidores, de los grupos de choque paramilitar, los que masacraron a varios de los jóvenes que resistíamos sin armas y solo con piedras, petardos y esos benditos neumáticos quemados que nos sirvieron de escudos de humo contra las balas y los francotiradores oviedistas.
El poder judicial paraguayo, tan acostumbrado a las componendas políticas y a las dádivas corruptas, desvinculó a Oviedo de la Masacre del Marzo Paraguayo. Pero hay algo que ninguna víctima ha presentado aún, algo que Oviedo hizo contra toda la ciudadanía y que consiste en la tortura psicológica a la que todos fuimos sometidos por el reino del terror que Oviedo promovía con sus discursos y que encontró apoyo en Trinidad Ruiz Díaz y en esos grupos de paramilitares oviedistas que sembraron la muerte la noche del 25 al 26 de Marzo de 1999. Y el crimen de tortura no prescribe.
Y La Triste Sorpresa Luego de Tantos Años
No hace muchos días me ha sorprendido y espantado enormemente la forma descarada y poco inteligente en que Fernando Lugo ha coqueteado con el oviedismo, como no recordando a los muertos del Marzo Paraguayo, a los heridos, a todos lo que hasta ahora sufrimos las heridas psicológicas del terror que esa noche desgarró nuestras almas y cuerpos, pero no nuestro amor por la patria.
Fernando Lugo, en un ánimo descontrolado de protagonismo político, ha llegado a admitir que haría dupla política con Lino Oviedo. Lugo parece olvidar que eso mismo hizo Argaña...y Argaña fue asesinado. Lugo debe saber que Oviedo tiene cuentas pendientes con la justicia y que lo que dice no solo está fuera de lugar, sino que le da protagonismo renovado a alguien que causó tanto daño a Paraguay.
¿Acaso tenemos que pisotear tanto sacrificio, tenemos que volver a la oscura era de los militares políticos que subyugaban al destino del pueblo paraguayo?
Dar un innecesario protagonismo político a Oviedo nos lleva al olvido de sus actos dementes. Quien olvida su historia está condenado a repetirla. No repitamos una era que comenzó en 1935 y terminó con mucho dolor el 26 de Marzo de 1999.
No olvidemos la sangre derramada.
Alejandro Sánchez
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