Cuando las Garzas Ya No Vuelen
Sólo cuando se haya talado el último árbol; sólo cuando se haya envenenado el último río; sólo cuando se haya pescado el último pez; sólo entonces, descubrirá el hombre blanco que el dinero no es comestible.
Profecía de los Indios Cree
Ya es una realidad, no hay dudas. Hoy solo me queda contarle a mi hija que alguna vez por la vieja y polvorienta ruta IV se podía ver un horizonte verde, moteado de blancas alas, que juntas se desplegaban en un concierto de belleza natural, cientos y cientos de garzas juntas volaban al unísono, como una gigantesca nube que se levantaba al cielo. Eso era hace 20 años atrás.
Hoy casi ya no hay garzas en Ñeembucú y el futuro se ve mucho menos verde y más oscuro aún. Desde el nuevo trazado y construcción de la mal hecha ruta IV de asfalto, el suroeste de Paraguay perdió ese verde vivo que le caracterizaba, ganando cada día, cada mes y cada año más de gris asfalto que de vida.
No es que haya sido mala idea lo de asfaltar la ruta en un nuevo trazado, lo que sucedió es que no se tuvo en cuenta ninguna medida de compensación a la naturaleza. ¿A quién le importaba en aquél entonces? ¿A quién le importa aún hoy? Escasas voces expertas, como la de los investigadores Julio Rafael Contreras o Andrés Contreras, muy de vez en cuando recuerdan que el mal plan de esa ruta fue el génesis de una serie de males que cada vez aquejan más a los ñeembuqueños y al último espacio del sur de Paraguay con fauna silvestre fuera de reserva natural. Pero tienen que autocensurarse constantemente, porque una red de tradiciones antiecológicas arrecian cada vez que se habla de los problemas que genera cada acción desordenada de lo que mal llaman “progreso” en Paraguay. A la ruta IV se le sumó una serie de canalizaciones que sencillamente pasaron por alto la compleja red de humedales que hacen de Ñeembucú un lugar lleno de vida y belleza. Para rematar, terraplenados como el de Paso Pindó dieron el golpe de gracia a los humedales ñeembuqueños.
Tarde los ganaderos de la región se dieron cuenta del error de las canalizaciones que apoyaron, la larga sequía 2006-2008 les demostró que estaban tremendamente equivocados. Pero aún siguen apoyando la construcción de terraplenados que solo siguen alterando todo, sin que exista el más mínimo estudio completo y pleno de los humedales de Ñeembucú. Solo una universidad nacional, con el apoyo de organismo internacionales, podría hacer un estudio de tal envergadura y necesidad. Pero al final, solo bastan simples estudios superficiales de consultores privados para destrozar una red de vida acuática que tardó 8 mil años en formarse. Ya el Dr. Martín Almada expresó públicamente que era sorprendente que no exista una facultad de hidrología en un lugar dónde abunda el agua. En realidad se trata de la licenciatura en administración de humedales.
Pero esa licenciatura en poco tiempo estará demás. Ahora la última acción destructiva contra la naturaleza de Ñeembucú viene de lo que bien se tiene que llamar Mafia Suroeste, la mafia del suroeste de Paraguay. Esta mafia tiene como principal actividad el tráfico ilegal de combustible y lo hace robando cientos y cientos de tambores de combustible de barcos transportadores que pasan por los ríos de la zona. Los tambores son echados a la orilla de los ríos, luego los operarios de la Mafia Suroeste recogen los mismos y así se termina la operación. En el proceso decenas de litros de combustible caen al río, matando a los peces, envenenando a las aves y secando a las plantas y flores. No solo eso, muchas veces los capomafiosos tienen grandes depósitos de combustible en las pocas islas selváticas bajas que quedan en Ñeembucú (las que no han sido deforestadas todavía) Basta solo que una decena de estos tambores pierdan o filtren algo de su combustible para contaminar irreversiblemente los suelos de la región.
Hasta no hace poco tiempo existía un funcionario público que se destacaba por defender la rica naturaleza ñeembuqueña, Don José Balmaceda; ex fiscalizador de la SEAM (Secretaria del Medio Ambiente) quien en cumplimiento de la ley ambiental empezó a perseguir a los capomafiosos de la Mafia Suroeste llegó a decomisar 23 mil litros de combustible contrabandeado. Su fiel y destacada labor, premiada por el diario Ultima Hora, le sirvió que lo castigaran en la SEAM.
La idea era alejarlo de Ñeembucú para que no molestara más a la Mafia Suroeste. La idea parecía sencilla, salvo por la reacción de la ciudadanía antimafia de Ñeembucú, que no dudó en manifestarse en defensa de Balmaceda, además de la sorpresiva ayuda de los paraguayos en Nueva York. Se obtuvo una victoria parcial al lograr que Balmaceda sea reasignado a otra institución pública dónde pueda realizar funciones similares. Pero en el proceso el descontrol en la sobrepesca, la caza furtiva y la contaminación generalizada de los ríos por el contrabando de combustible sencillamente están sin límite alguno.
La acción de los paraguayos en Nueva York hizo que el máximo encargado de la SEAM viniera a Ñeembucú, al existir una presión extra desde el extranjero. Dicho funcionario no se reunió con la ciudadanía antimafia (que ya pidió su remoción del cargo) y antes que hablar con ecólogos, especialistas y estudiantes de ciencias ambientales, optó por una audiencia pública con pescadores nada interesados en el Medio Ambiente. Antes que hablarse de ecología, la audiencia se centró en temas sociales.
Lo cierto y lo concreto es que la destrucción de los humedales está avanzando con todo, la extinción de la fauna de Ñeembucú se está acelerando y la pesca ilimitada de hasta el pez dorado se está dando. No es difícil encontrar en Pilar vendedores de dorados que ofrecen en venta a lo que queda de dichos animales. Desde que José Balmaceda fue removido del cargo de fiscalizador de la SEAM, la destrucción de Ñeembucú está avanzando con todo. Lo certifica el biólogo Andrés Contreras por estudios preliminares hechos.
No hace muchos años un famoso periodista ñeembuqueño había titulado a un artículo de denuncia “Si las Garzas Hablaran” en referencia al tráfico ilegal en la zona. Hoy ya casi no hay garzas que puedan hablar y gracias al actual titular de la SEAM, en poco tiempo las garzas ya no volarán. Cuando las garzas desaparezcan, ya habrán desaparecido los humedales y la vegetación de Ñeembucú y cuando eso suceda, solo quedará un basto y vacío desierto lleno de muerte. Eso es lo que la actual administración de la SEAM le está dejando a los paraguayos del sur.
Alejandro Sánchez
Pacifista y Ecologista
Activista de la Teología de la Vida
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