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Tristes Historias de Explotación Económica Y Sexual de Vendedoras del Mercado de Abasto

 

"Si tenés frío, hambre y ningún peso encima, ¿qué vas a hacer?"

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Por María José Centurión e Ingrid Villalba

Si hay algo que puede llegar a converger en el Mercado de Abasto, incluso más que las frutas y verduras, son las historias marcadas por el infortunio.

Estela (nombre ficticio) llegó allí hace tres años y hoy lo califica como "maldito". Dice que su sueño es salir de ese lugar y demostrar que puede resurgir.

Pero su historia comienza antes de su llegada allí. Tras quedar embarazada a los 15 años y tener su bebé, fue embaucada nada menos que por la madrina de su hermano, quien le ofreció ir a Asunción a trabajar de niñera.

Con gran sorpresa se topó la niña al darse cuenta de que su puerto de desembarque era un prostíbulo donde ella era una de las principales atracciones.

Logró escapar gracias a un muchacho que luego se convirtió en su novio y la llevó a trabajar al Mercado de Abasto de Asunción.

Desde ese entonces está allí, sola, y de ahí en adelante formó una nueva familia, ya que a su propio hijo no lo ve hace más de un año debido a que no logra juntar el dinero suficiente como para ir a visitarlo.

"La venta de frutas ya no es negocio. Si tenes frío, hambre, estás sucia y no tenés un peso encima, ¿qué vas a hacer?", dice Estela, quien hoy tiene 19 años, pero vive las secuelas del abandono desde temprana edad.

Tras esa reveladora declaración, explica que teniendo relaciones sexuales con desconocidos puede ganar el dinero que haría en todo un día de trabajo, en apenas cinco minutos.

Dice que se suele aceptar desde G. 50.000 en adelante, que a veces los hombres las llevan a un motel, que los clientes pueden pedir un "servicio completo" o pueden contentarse con mirarla desnuda. Ella asegura, sin embargo, que sea cual sea la elección del interesado, "primero la plata y después la mano".

Explica que la mayoría de los "usuarios" trabaja en el Mercado como transportista o vendedor de mercaderías. Expresa que muchas veces estos están lejos de sus casas por mucho tiempo y que dan a las chicas un buen trato. "Son calidá; si tenés un problema o te falta plata, ellos te ayudan", indica.

NECESIDAD DE FIN DE AÑO. Estela dice que con el calendario tan avanzado, cuando el fin de año se acerca, las necesidades aumentan. "Llegan la fiestas y la gente quiere ir a sus casas, quieren tener ropa nueva y comprarse cosas, entonces hay más salida. Además, esta es la época de sandía y melón, y hay más hombres trabajando en el mercado, bajando y subiendo las frutas", comenta.

Ella, que es oriunda de una ciudad grande del interior del país, acota que en el mercado una niña de 12 años ya es considerada una mujer, y que es normal que las chicas sean víctimas de la explotación sexual.

Expresa, sin embargo, su deseo de que puedan tener una salida laboral más digna, como la realización de manualidades.

"LA PROSTITUCIÓN AQUÍ NO SE VA A ACABAR"

"La prostitución en el Mercado de Abasto no se va a acabar. Existe desde que este lugar comenzó", explica doña Clara, madre de Mariana, una chica de 16 años que según varias fuentes, era víctima del abuso sexual. (Nombres ficticios).

Clara asegura que las chicas se sienten responsables de la situación social y económica de la familia. Dice que ellas quieren colaborar y contribuir con plata, tanto para sus gastos personales como para los de la familia, razón por la que caen en esa vida.

La vida de Mariana, al igual que la de Estela, tampoco es ni fue fácil.

Ella tiene 16 años, según varias fuentes era víctima de la explotación, su padre murió asesinado por un peajero hace un tiempo, es la mayor de ocho hermanos, y apenas pudo culminar el octavo grado de la educación escolar media.

Para completar la escena, Clara dice que Mariana tiene actualmente un novio que también trabaja en el Mercado y que golpea a la menor de edad.

"Yo le digo que se deje de él, pero ella me dice que él no le hace nada", apunta.

Frases

"A veces te piden un servicio completo o solo quieren mirarte desnuda, pero siempre es primero la plata y después la mano."

"En el Mercado de Abasto, una niña de 12 años ya es considerada como una mujer. Acá es normal que las chicas se prostituyan."

 

 

 

 



En el Mercado de Abasto no hay reglas. Niñas y adolescentes no son atendidas ni por sus padres ni por las autoridades. Ante la situación de abandono, a veces, la única herramienta de que disponen es su cuerpo.

 

El Mercado de Abasto es mucho más que un centro comercial. Es casi una ciudad en la que se mezclan vidas e historias, donde pasa de todo.

Tras los puestos de frutas y verduras se esconde un submundo que acoge la explotación sexual de niñas, las drogas y la inseguridad.

Esa ciudad no duerme. De día aparenta una proveeduría que da lugar al intercambio de mercancía, pero a medida que cae el Sol ese velo desaparece, dejando a la vista otra realidad.

"El mercado es muy lindo de día, pero de noche se convierte en un monstruo que te traga", comenta una de las comerciantes del lugar, que sabe de lo que habla.

Esta mujer tiene ocho hijos. Uno de ellos, una niña de 12 años, es víctima de la explotación sexual. Si bien no depende de un proxeneta, se habla de explotación al ser utilizada por un adulto para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero u otro beneficio.

Hasta hace siete meses la pequeña acompañaba a su mamá en su puesto de trabajo y le ayudaba con la venta.

Durante sus recorridos por la "ciudad" (el mercado) conoció a otras chicas que ya se dedicaban a lo que para ella hoy es una práctica habitual: vender su cuerpo. Después de un tiempo se escapó de su hogar para ir a vivir con un hombre de unos 40 años.

Su madre está desesperada. La situación se le escapó de las manos, ya que cuando intenta que su hija deje esa vida, llevándola a su casa y encerrándola, la niña vuelve a escapar.

"El Estado tendría que hacer algo porque ya no tengo fuerzas. La Secretaría de la Niñez nunca apareció por acá, quiero que la lleven a algún hogar. Ya sufrí mucho, cuando la veía de noche en la parada de taxi me iba junto a ella y me tiraba cosas. Yo le hablaba, le decía que esa vida no era buena, pero no me hacía caso."

Repetición. Al igual que Jimena (nombre ficticio para preservar la identidad de la niña), al menos otras tres chicas son víctimas de explotación sexual en el mercado. La mayoría de ellas tiene historias marcadas por la pobreza, la falta de oportunidades y, por sobre todo, la ausencia estatal.

Actualmente Jimena parece estar embarazada, y posee una infección, según dice la madre.

La explotación sexual sucede así: las chicas se pasean por el mercado y los hombres se acercan y ofrecen dinero, que puede ir de G. 10.000 en adelante, dando lugar a las chicas que acepten o no. Según contó una de las chicas víctimas, suelen aceptar desde G. 50.000 en adelante.

Hay, por otra parte, una variación de "abusadores" que pueden oficiar también de novios, dándose así una relación más estable pero siempre a cambio ya sea de dinero, ropa, comida o un techo.

Trasfondo. Lo más llamativo de esta situación es el trasfondo, que casi siempre es una historia que se repite.

En el caso de Jimena, su ambiente fue creado con elementos como las peleas de sus padres; necesidades insatisfechas como la falta de educación (apenas culminó el tercer grado) o la incapacidad de solventar servicios básicos de agua o electricidad; o el compartir un humilde hogar con 7 hermanos.

Según comenta la madre de Jimena, a los 12 la niña se convirtió en señorita y todo comenzó a cambiar. "Ya no quería trabajar, dejó de compartir conmigo y, por último, se mudó a vivir con una amiga, y luego, desde hace cuatro meses, con un hombre adulto."

Agregó que ya hizo todo lo que estaba a su alcance. "Hice la denuncia a la Policía y me enviaron a la Codeni de Ñemby, donde me atendió una señora que no me tomó la denuncia, me retó porque no podía controlar a mi hija y me dijo que le tenía que pelar la cabeza y encerrarle."

Preocupación. Una situación que también preocupa a la señora es que su hija consume mucho alcohol. No entiende cómo las autoridades permiten que las criaturas de 12 años ingresen a las fiestas donde "toman, se emborrachan y hacen de todo".

"La situación acá es fea. Ojalá el Estado aparezca porque ellos tienen la culpa de que estemos así", culminó la madre.

Pero estas niñas y adolescentes no eligen este camino por opción, sino por necesidad. Sus padres no pueden proveerles alimentos y ropas, entonces ellas buscan la forma de acceder a sus derechos básicos.

 

CINCO TRAVESTIS. Un grupo de adolescentes, de entre 14 y 15 años, en su mayoría hijos de trabajadores del Mercado de Abasto, visitan casi todos los días a los travestis que ofrecen sus servicios frente al Abasto, durante la madrugada. Se quedan allí durante horas.

"Todos los días, de noche, los chicos van junto a los travestis, quienes ofrecen sus servicios gratuitamente a los chicos. Además, los utilizan como una forma de protección", señala una de las trabajadoras del Mercado.

Agrega que la mayoría conoce esa realidad pero nadie hace nada por detener la práctica.

Por otra parte, otra vendedora agrega que los chicos padecen enfermedades a causa del contacto con los trabajadores de la noche.

Así también, otra fuente señaló que un adolescente de 14 años forma parte del grupo de travestis.

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