La Huerta de Stroessner
Por lo menos 100 víctimas de la dictadura están enterradas en la “huerta de Stroessner”
*Por Idilio Méndez Grimaldi
Ayer fueron desenterrados dos cadáveres del patio de la ex Guardia de Seguridad, actual Agrupación Especializada de la Policía, en Asunción, conocida como la “huerta”. Es parte de un terreno macabro, donde fueron sepultadas, como mínimo, 100 víctimas de la dictadura de Alfredo Stroessner. Quien reveló el lugar de la sepultura es un ex presidiario, que ganó la confianza del entonces coronel Galo Escobar, ex jefe de ese cuartel de la gendarmería stronista.
La investigación la realizó en su totalidad el Ing. Augusto Ríos Tonina, quien conoció en época de la dictadura a Cantalicio Orue y a Sebastián López, alias “Lopito”, oriundo de Eusebio Ayala, ambos destinados a la “huerta” por Galo Escobar. También fueron “comisionados” otros soldados y suboficiales al lugar, cuyas identidades se desconocen aún.
Orué fue detenido el 9 de agosto de 1974 y torturado en el Cuartel Central de Policía durante 8 días, presuntamente por haber asesinado a una persona amiga de Stroessner. De allí fue trasladado a la ex Guardia de Seguridad, donde estuvo preso sin proceso judicial. Sin embargo, se ganó la confianza de Galo Escobar quien “lo premió” con el cuidado de la “huerta”.Orué llegó a cobrar una importante indemnización como víctima de la dictadura stronista, según consta en los archivos de la Defensoría del Pueblo.
En la ex Guardia de Seguridad, durante toda la década del 70, los restos mortales de los torturados y asesinados por la dictadura eran traslados en horas de la noche para su sepultura en la “huerta”. Al otro día aparecían sobre las tumbas frondosas plantas de banano, para despistar a quienes transitaban por el lugar.
Sin ningún apoyo oficial, ni del Gobierno ni de la Fiscalía, Ríos Tonina trabajó pacientemente para convencer a Orué para revelar dónde fueron enterradas las víctimas de la dictadura. Desconfía de los altos funcionarios del Gobierno, ya que considera que gran parte del plantel son stronistas, razón fundamental del statu quo para combatir la corrupción, el enriquecimiento ilícito de los stronistas y los crímenes del régimen dictatorial. Mantuvo contactos y realizó algunos trabajos de investigación con Agustín Goiburú (h), quien sigue buscando los restos de su padre asesinado por Stroessner en la sede del Comando de Estado Mayor.
En mi caso particular, acompañé a Ríos y a Goiburú en un viaje al interior, para ubicar el domicilio y conversar con “Lopito”, quien aún tiene mucho temor para revelar donde enterró a decenas de personas. Aunque no usa términos refinados, “Lopito” sabe que la oligarquía actual se forjó gracias a la feroz dictadura de Stroessner y que esa oligarquía está dispuesta a poner todo tipo de trabas, inclusive atentar contra su vida, para que no se develen tantos crímenes del stronismo, piedra angular del Operativo Cóndor, prohijado por la CIA de los Estados Unidos. Se tiene conocimiento de la existencia de los archivos del Operativo Cóndor, que estuvo bajo el cuidado de Galo Escobar, ya fallecido, por encargo del general y expresidente de la República, Andrés Rodríguez, tras el derrocamiento de Stroessner.
Al final, Rios Tonina fue a contactar con algunos agentes fiscales. Se mencionó el nombre de Arnaldo Giuzzio, entre otros, y se montó un operativo para gravar con cámara oculta a uno de los testigos. Pasaron los días y las semanas, iban y venían reuniones, pero un Rios Tonina impaciente, desconfió de la lealtad de los fiscales, a sabiendas que responden a directivas de la USAID, la agencia de cooperación de los Estados Unidos. Su desconfianza aumentó porque ciertos fiscales quisieron la participación de un canal de televisión, obviamente para el show.
Rios aprovechó la disputa interna entre los miembros de la Comisión de Verdad y Justicia y convenció a Antonio Palazón a solicitar al ministro del Interior, Rafael Filizzola, para permitir el ingreso al patio de la Agrupación Especializada. Con anuencia de Filizzola, allí fueron ayer, en el lugar donde indicó Orué, y en menos de una hora encontraron dos cadáveres, lo que el wasmosysta Pancho de Vargas no halló en tres semanas en 1992, tras dejar como queso gruyer la “huerta de Stroessner”.
Tras el hallazgo, inmediatamente se montó el show en el lugar y ya se empezó a embarrar toda la cancha. La principal inquietud de algunos periodistas stronistas es si alguien se “arrepintió” y contó donde estaban los cadáveres de las víctimas del stronismo. En realidad, en Paraguay nunca nadie se arrepiente. O acaso se arrepienten los oligarcas que robaron a diestra y siniestra bajo la dictadura de Stroessner y ahora fungen de honorables ciudadanos, dueños de medios de comunicación y doctos en materia de democracia. ¿Por qué deberían arrepentirse los sepultureros que recibían órdenes para sepultar en tumbas NN a personas que ni siquiera conocían? Algunos son alcohólicos que arrastran sus vidas atormentadas y otros apenas están dispuestos a colaborar si hallan personas que realmente quieren el cambio en Paraguay.
¿Qué ocurrirá ahora? Si la Fiscalía no desea hallar los más de 100 cadáveres sepultados en la Agrupación Especializada, tiene que exponer a los testigos. Ya tienen la grabación de uno, es cuestión que le entregue a la prensa amarilla y stronista, sin profundidad ni seriedad, para destrozar a quien colaboró para hallar estos dos cadáveres. Si los fiscales toman realmente en serio el trabajo, primero tienen que despejar la zona de “público” y de la prensa, convocar a los testigos, bajo garantía de guardar su identidad e integridad. Al final de cuentas, los únicos que pueden develar exactamente el lugar de las tumbas son los sepultureros. A ellos hay que convencerlos, no como hacía Stroessner, bajo amenazas y torturas, sino mediante una paciente persuasión, como hizo Ríos Tonina.
Si se llega a desenterrar por lo menos la mitad de los sepultados en la ex Guardia de Seguridad se podrá completar la trágica historia reciente del Paraguay, para mantener fresca la memoria del pueblo adormecido. Porque hay que saber muy bien que Stroessner fue sostenido por Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría, que hoy vuelve a sacudirse como un fantasma desde Honduras, donde militares hondureños, entrenados por los Estados Unidos, acaban de derrocar a un presidente constitucional, Manuel Zelaya. Quizás ya no sea el Plan Cóndor, pero de seguro es un plan que muchos stronistas alientan hoy mismo contra el actual gobierno elegido democráticamente por el pueblo, para construir nuevas “huertas” abonadas con la cultura de la barbarie y la negación de la dignidad humana.
(*) Periodista investigador. Autor del libro “Los Herederos de Stroessner”
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