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Un Gran Final Para Una Gran Historia de Amor

COMENTARIO: En nuestra cultura se valora demasiado las historias de amor apuradas, espontáneas y aceleradas. Desde Romeo y Julieta hasta las telenovelas latinoamericanas, pasando por los cuentos infantiles como "La Cenicienta" existe una tendencia a exaltar los "amores espontáneos" como el verdadero amor. La ciencia de la psicología y la sociología han descartado esto. El verdadero amor no es un sentimiento pasajero, no es  una mera sensación, no es algo que nace de la noche a la mañana. Es ante todo una reflexión, una creencia, una trascendencia o, parafraseando a Erich Fromm, es un compromiso de fe, sobre todo de fe espiritual. Mientras que en Europa y demás países "desarrollados" la mayoría de las familias están destrozadas por la cultural individualista y consumista (capitalista) en países no tan "desarrollados" encontramos historias de verdadero amor, de amor de familia, el Núcleo Base de la sociedad sin el cual no existe comunidad, ni sentimiento de fraternidad y por lo tanto conciencia de solidaridad, base del desarrollo de una sociedad con Justicia Social. No es casualidad que en los países "no desarrollados" las familias estén fortalecidas en igual proporción con que no se destruye la naturaleza y que las familias se destrozan en la misma medida que se destruye la ecología (ecología emocional ). Por eso, esta historia no es una mera anécdota, es -en sentido científico y místico- la Verdadera Historia Sociopolítica y Espiritual de Todos Los Tiempos.

 

Alejandro Sánchez.

 

(artículo anterior: Una Grandiosa Historia de Amor)

 



La mamá estuvo trabajando todo ese tiempo en Estados Unidos, lejos de su esposo e hijos, pero la necesidad de estar con su familia la obligó a volver. El reencuentro estuvo cargado de lágrimas y de alegría.

Por Patricia Figueredo

pfigueredo@uhora.com.py

El rompecabezas recuperó la pieza que le faltaba. Ahora solo hay tiempo para las risas, las lágrimas de emoción, los abrazos, las miradas que penetran hasta el alma de cada uno. La casa vibra y el ambiente es positivamente distinto.

Ya no hay necesidad de conectarse a internet para chatear. Tampoco estar prendidos al teléfono para recibir o hacer una llamada de consulta sobre decisiones de familia. Mamá Natalia ya está en casa. Volvió de Estados Unidos -el país de las oportunidades como refiere- para quedarse.

El avión aterrizó a las 10.10, pero entre valijas, maletas y tantas cargas, recién se pudieron ver casi 30 minutos después de lo previsto. Cada minuto era vivido con ansia. Finalmente, todos los nervios y las ganas de encontrarse se descargaron en un grandioso abrazo y muchísimos besos.

Nadie podía hablar con palabras. El brillo en la mirada de cada uno decía las palabras más hermosas que se decodificaban con el corazón. Ellos entendían perfectamente ese idioma. Solo querían estar juntos y no soltarse más.

El tercer domingo de junio Última Hora publicó la historia de esta familia, destacando a Juan Oviedo como un papá todoterreno, porque cuidó a sus tres hijos durante 3 años y medio mientras su esposa trabajaba en el Norte.

Aunque en todo momento destacó el valor de Natalia, sus actos dejaban ver el esfuerzo que ponía día a día. Cocinar, limpiar, llevar a los chicos a la escuela, trabajar, ser amigo, compañero, papá, consejero, no era un trabajo sencillo.

Natalia sabía eso. Y aunque el dolor de estar lejos de ellos le quemaba muchas veces por dentro, el deseo de forjarles un mejor futuro a todos sus amores y saber que sus pequeños estaban bien actuaban de combustible para que su vida arrancara cada mañana.

"El día que partí de acá fue como haber muerto en vida. Tuve que anularme prácticamente. El dolor de verse en la necesidad de separarse de la familia es muy grande, pero sabía que era por el futuro de ellos", relata la mujer rodeada de los brazos cariñosos de sus hijas Nicole y Montse.

Las niñas no se le despegan un solo segundo. Es como que tienen el deseo de recuperar cada instante que estuvieron lejos. Mientras, Natalia comenta que el no estar en el primer día de clases, Día de la Madre o en Navidad "te consume por dentro".

Sabiendo que esa situación terminaría y que solo era algo pasajero, seguía adelante. Ella en Estados Unidos y los suyos en Paraguay. Sin embargo, ahora asegura que no volvería a separarse de ellos. Es tiempo de compartir y vivir unidos, cerca.

DESAFÍO DE MUJER. Con un inglés básico, sin tanta experiencia y lejos de su tierra. Así fueron los comienzos de Natalia en América del Norte. "Empecé haciendo de cajera, luego hice un trabajo de hombre, que es estacionar autos, esté como esté el clima, y por último trabajé de niñera", detalló.

Actualmente tiene un inglés perfecto, nuevas amistades y muchas enseñanzas que le dejó su estadía en ese lugar. Ella se había propuesto hacer y dar lo mejor de sí sea cual sea el trabajo que le toque desempeñar.

Considera que esa actitud le da el aval de decir: misión cumplida, al momento de recordar otra situación difícil que le tocó vivir: los prejuicios hacia los latinos. "Aún se dan casos en los que se siente y nos siguen considerando exclusivamente como la clase trabajadora. Pero igual, ese país me dio mucho y estoy agradecida", sostiene.

Independiente a haber vuelto, las ganas de seguir emprendiendo y trabajando continúan. Para eso pretende estudiar opciones que sean factibles y puedan ser un éxito y no una mala inversión que le haga perder tiempo y dinero.

MULTIMILLONARIOS. Esta familia es riquísima. Tal cual. Y así se consideran ellos mismos: multimillonarios. Pero en el amor, valores y en las cosas que no se pueden comprar con dinero.

Papá Juan así lo ratifica a cada rato y mamá Natalia se sorprende de la fortaleza, devoción y firmeza que encuentra en cada integrante de la familia. "Eso es doblemente gratificante", expresa entre mimos y más mimos con sus hijas. Amín, el hijo mayor, se muestra más reservado pero también demuestra lo feliz que está.

"Aprendimos a respetarnos mucho más. A valorar la unión en la familia. El valor que tiene ese minuto de calidad que le podés dar a tu hijo es maravilloso y ahora vemos eso desde otra perspectiva. Aprendí a disfrutar cada segundo", añade Juan.

Esta familia supo trabajar en equipo y ellos bien lo saben. El resultado se nota a simple vista. Amigos y familiares atestiguan el gran tesoro que encierra cada uno de los protagonistas de esta historia y a Juan no le queda más que decir que ahora se ríe "con el corazón. Al fin me siento completo".

 

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