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Un Artículo Sobre El Hedor del Poder Judicial En Paraguay

 




A lo largo de la transición política, el poder más cuestionado pero que menos cambios ha tenido es el Poder Judicial. Agazapados tras ese búnker en la vieja y tranquila Sajonia, los jueces hacen y deshacen la Justicia sin importarles la opinión pública, la crítica de los medios o las encuestas nacionales o internacionales que lo ubican entre los poderes más corruptos.

Ellos son inmunes e impunes. Total, la última palabra la tienen ellos. Son campeones en corporativismo.

El fallo de la Corte Suprema de Justicia que anuló la grabación como prueba de coima en un caso que involucra al ex canciller Rubén Melgarejo Lanzoni, y cuyo efecto beneficiará al ex fiscal Juan Claudio Gaona, puso en punto de mira a la Corte Suprema, pero sobre todo a uno de sus miembros: el ministro liberal Miguel Óscar Bajac, preopinante del tema.

Los fiscales pusieron el grito al cielo porque sostienen que dicha sentencia tendrá efectos catastróficos para casos pendientes que pueden echarse a perder a partir de esta jurisprudencia.

El debate jurídico es complicado no solamente por la complejidad del tema sino porque los jueces tienen la virtud de convertir lo blanco en negro o al revés, y los simples mortales no hablamos el idioma autointerlocutorio.

El tema Bajac va mucho más allá del debate jurídico que desató su fallo (más literal que nunca).

El ministro que ha ingresado a la máxima instancia judicial de la mano de su partido, el PLRA, camina hoy en la cuerda floja.

Es que ha sido la cara visible de una sentencia que pone de luto a la Justicia.

Pero no hay mal que por bien no venga. Esta situación fue un disparador que pone en el escenario al Poder Judicial. Así nos enteramos de numerosos fallos que lo ponen bajo sospecha.

Bajac conoce el mundo político. Por ello, al día siguiente del fallo fue directo a la Cámara de Diputados a pedir auxilio. Fue a la bancada que hoy más necesita de la Corte: el partido Unace, que perdió cupos en el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Defenestrados sus diputados de esos codiciados cargos por sus propios colegas, presentaron una acción de inconstitucionalidad. Dicen que Bajac prometió su voto a favor de la reincorporación de los cuestionados Gustavo Mussi y José López Chávez, que ejercieron un poder cuasimafioso en dichos organismos.

Para eso están los amigos. Bajac testeó la temperatura política y cuando empezó a crisparse fue rápido buscando aliados. Nunca hay que descartar un juicio político. Pero Bajac no debe preocuparse mucho, sus correligionarios liberales no analizan la Justicia con la vara de la honestidad sino con la vara de las conveniencias. Él es un cupo del PLRA en la Corte y un cambio puede ser riesgoso. El otro liberal, Sindulfo Blanco, también de cuestionada actuación y compañero fiel en las sentencias de Bajac, juega al perfil bajo. No es momento de sacar la cabeza.

TRAMAS. Para destituir a un presidente de la República, ministro de la Corte u otro alto funcionario no basta con que sea ineficaz o corrupto; debe haber voluntad política basada en la negociación fría de cupos de poder.

En el principio de su mandato, el presidente Fernando Lugo amagó con los cambios de la Justicia. No le fue bien. A los colorados no es convenía absolutamente este tipo de acuerdos. Tienen la mayoría absoluta en la Corte. Y los liberales se contentan con dos. Es mejor no arriesgar cupos. La Corte funciona con apenas 7 de los 9 miembros. La vacancia de Wildo Rienzi sigue en subasta. Y ni siquiera hay intento por llenar la de José Altamirano, quien renunció hastiado del hedor de la Justicia.

EMBLEMÁTICO. Bajac no es un ministro que se circunscriba a la mera acción judicial. Tras el polémico fallo, saltaron los trapos sucios y se supo de bocas respetadas que quería nada menos que la administración del aeropuerto Guaraní, una mina de oro donde entran millones de dólares, pero que muy poco va al fisco. Los políticos se matan por ir allí o enviar a algún ahijado. Eso quería Bajac. Por eso, con su recomendado a cuestas, fue a pedir en soberbio tono de ministro al director de Aduanas, Javier Contreras, que ese puesto debía ser para su ahijado. El duro ex fiscal, que tiene experiencia de lucha con el poder, le ninguneó y encima lo escrachó al relatar públicamente cómo Bajac fue a su despacho exigiendo el cargo.

Se sabe cómo operan los jueces, cómo circula el dinero a cambio de sentencias. Pero pocas veces se tienen escenas públicas tan grotescas.

Este caso es una pintura espantosa pero didáctica. El Poder Judicial requiere una cirugía mayor. Gracias a Bajac la mira ha girado nuevamente hacia la labor de los magistrados. El político corrupto es un problema, pero lo que mata la democracia es la venalidad de la Justicia.

"(Bajac) Entró con una mujer y me dijo que apoyaba el trabajo que venía haciendo y que me iba a apoyar para confirmarme en mi cargo. Me presenta a la mujer, que, según él, era su ahijada. Era una abogada que, al salir Bajac, me explicó que era la representante de la esposa de un narcotraficante, Arnaldo Moreira de Macedo. En ese caso se obtuvo condena, pero se perdieron casi G. 2.000 millones. Pese a aquella visita a mi oficina, Bajac integró la Corte en ese mismo caso. Él no se separó."

(Fiscal Arnaldo Giuzzio)

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