Cuando La Tierra Tiembla
Nada más sólido que el suelo que pisamos. De hecho cuando pensamos en algo seguro, hablamos de cimiente, de bases sólidas, de pisar tierra, de establecer el terreno, de ganar territorio. La Tierra nos resulta indestructible, eterna e infinita. Por ello, para los que vivimos en llanuras y paisajes suaves, un temblor es como el fin del mundo, todo lo que para nosotros significaba seguridad se sacude y estremece… castigo divino, ira proverbial, advertencia del gran creador.
El temblor o movimiento telúrico del 21 de Junio en Pilar, Paraguay (ni siquiera se llamaría sismo) no sería nada llamativo en países como Chile, Perú, Ecuador, Colombia, el estado de California en EE.UU. o en muchos países del mediterráneo como en Italia (sacudida más por los hábitos polígamos y pedófilos de sus representantes políticos) De hecho el día que Pilar y zonas aledañas sufrieron una suave sacudida, también habría ocurrido un pequeño sismo de grado 4 en la escala de Richter en Ecuador, según la agencia EFE. Revisé todos los diarios comerciales de Ecuador para corroborar tal información, no aparecía en titulares como noticia destacada, parece que para los ecuatorianos un sismo de grado 4 es cosa de todos los días, tan común y corriente que ni siquiera merece un titular.
La realidad es que nuestra Tierra no es ni sólida, ni eterna ni infinita, está en permanente movimiento y cambio. Lo que pensamos y damos por seguro no lo es. Pensamos que los peces de los ríos son infinitos y por eso los peces se están acabando. Pensamos que los esteros y humedales siempre estarán ahí y por eso los estamos destruyendo. Pensamos que las selvas y bosques nunca terminarán y por esto estamos aniquilando las últimas selvas y arboledas. Pensamos que usar agroquímicos no contamina el medio ambiente y no afecta a nuestra salud y sin embargo, grandes científicos como el francés Gines Eric Seralini nos dice que basta un agroquímico diluído cien mil veces en agua para matar a un bebé o para dejarlo mal formado de por vida… o sencillamente para morir de cáncer como sucede con muchos en las ciudades de Paraguay o como sucede más aún en Itapúa, Caaguazú y San Pedro.
Que el suelo tiemble nos asusta y sorprende, pero no nos asustamos de que casi ya no queden selvas en Paraguay, de que seamos el país más envenenado del mundo según el científico Ramón Fogel, de que los niños pidan comida en los semásforos, de que nuestro progreso y nuestra economía nos estén matando rápidamente.
Es que algo mucho peor que un sismo está pasando con nuestra Tierra y nosotros somos los que generamos esa catástrofe más presente que futura.
Abogado Alejandro Sánchez
Activista de Derechos Humanos y Ecologista
Pacifista Solidario Internacional
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