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El Trabajo De Los Derechos Humanos En Paraguay

¿Porqué inicio una bitácora o serie de anécdotas sobre Paraguay y los Derechos Humanos?


El tema es sencillo, la respuesta está en la Cultura de la paz, ese principio que nos salva de la Tendencia autodestructiva que tiene el ser humano, al querer aplicar la violencia y la fuerza en todo. En la era de las cavernas tal vez era un método válido para sobrevivir, pero es que los cavernícolas aprendieron a fabricar bombas atómicas y hoy por hoy, si no se cambia la Cultura de la violencia por una cultura de la paz y los derechos humanos, la humanidad y la vida en el planeta se extingirán.


Como ejemplo basta EE.UU., cuya cultura de las armas y la violencia permitió que alguien como George W. Bush llegara al poder y al control del mayor arsenal nuclear del planeta, amenazando con usarlo si se le da la oportunidad. Por supuesto, el resultado fue un nuevo auge del armamentismo convencional y nuclear sobre todo, que afecta a muchos países en el mundo.


Pero bien, Paraguay no tiene armas nucleares ni las va a tener, sin embargo la violencia suele ser muy contagiosa y mientras más sociedades rechacen la cultura de la violencia, más posibilidades tenemos de que las demás sociedades superen esa cultura y evolucionen hacia algo más avanzado y armonioso. En la actualidad todas las sociedades están integradas y lo que le pase a una, le afecta a las otras.


Se pueden expresar más detalles de esta relación, con números y estadísticas incluso. Pero el que está correctamente informado entiende lo que digo.


Estamos en una sociedad global que se construye con acciones locales.


COMO SE INICIA MI TRABAJO EN PARAGUAY


Antes de ser abogado ya tuve muchas luchas y reivindicaciones en las que participé. Pero mi labor como abogado y activista de derechos humanos se inicia en el año 2003 precisamente. Un trabajo ligado íntimamente a la organización a la que pertenezco: La Contraloría Ciudadana Y Defensoría Del Pueblo de Ñeembucú.


Este es un trabajo de voluntariado, no tengo sueldo, al contrario, dicho trabajo me ha reportado muchos gastos, pero son inversiones cuando se tratan de causas justas.


El primer caso que me tocó como defensor fue el de un muchacho a quien habían acusado de narcotráfico. Le tendieron una trampa y se convirtió en el chivo expiatorio, en el culpable de turno. Este caso se llevó a juicio oral y si no fuera por la presión legítima de la Contraloría ciudadana y de otro abogado defensor, el muchacho iba a terminar condenado a 15 años de cárcel en forma injusta a sus 18 años de edad.


A pesar de que salió absuelto, libre de culpa y pena, este muchacho soportó un año de cárcel, encerrado al lado de asesinos y matones a sueldo condenados. El chico era pobre y los pobres no tienen derechos frente a la justicia, ni en Paraguay ni en Europa ni en ningún otro lado.


Fue mi primer juicio oral y es el que más orgullo me causa, ya que un inocente hoy disfruta de su libertad, trabajando honradamente.


Pero la historia no tuvo un final tan feliz. El muchacho tuvo que salir de la ciudad donde vive su familia, ya que los policías que le tendieron la trampa lo seguían persiguiendo. Nunca más pudo volver permanentemente a la ciudad donde vivía, es decir, en Pilar, Paraguay.


Lamentablemente el Estado no lo indemnizó en lo más mínimo, su año de cárcel nunca podrá recuperarse, ya que el juicio que había que hacerle es costoso, largo y existe la orden no escrita de que todos los jueces paraguayos rechacen las demandas contra el estado.


Esa es la virtud del poder judicial paraguayo, un poder judicial que no cambió para nada desde la dictadura de Stroessner. Un poder judicial que se maneja de la misma manera que hace 50 años atrás, donde la corrupción y el autoritarismo antidemocrático reinan como en un régimen nazifacista.


A ese monstruo inhumano aprendí a enfrentarme durante todos estos años y sobre él me explayaré más adelante.

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