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AVANZA LA GUERRA SUCIA CONTRA EL NUEVO GOBIERNO PARAGUAYO (Primera Parte)

 


Sección I

“La excelencia en el arte de la guerra es someter al enemigo sin tener que luchar con él”

Tzun Tzu (El Arte De La Guerra[1])

Esta máxima, que rompe con la definición primordial hecha por Von Clausewitz[2], es el orientador máximo de las denominadas “Guerras de cuarta generación”[3] basadas, principalmente, en el pensamiento asimétrico (golpear sin fuerza para anular con precisión, atacar sin avanzar, luchar sin presentarse a la batalla) propio de la filosofía oriental[4] y que fue inicialmente ideada bajo la doctrina de las guerras de baja intensidad de Kissinger. La guerra sucia, la guerra sicológica, mediática y el terrorismo de estado y paraestatal le son propias. Hoy, en el mundo globalizado, la guerra abierta (a la que se refiere Clausewitz) no es posible en muchos escenarios. Así, las guerras encubiertas antes de la guerra abierta son el campo ideal de batalla no de las naciones, sino de los imperios económicos transnacionales.

La guerra no es la simple confrontación y aplicación de fuerzas que Clausewitz teorizó, es la manipulación, confusión y división del enemigo; que a veces ni siquiera sabe que está siendo atacado. El campo de batalla no es el que se forma con fusiles y armas sofisticadas, sino que reside en lo sicológico, político, social y económico; sobre todo en este último punto. Pero tanto la guerra sucia (un tipo dentro de la guerra de cuarta generación) como la guerra abierta participan del mismo resultado: Violencia que resulta en la muerte o en lesiones corporales graves.

Golpes Suaves y Golpes Encubiertos

Thierry Meyssan, el analista francés que detalló la farsa del autogolpe de estado del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., ha denominado “golpe suave” a un conjunto de operaciones encubiertas de guerra tendientes a derribar a un gobierno y sumir en la total servidumbre a pueblos enteros[5]. En el contexto de la crisis mundial actual, esos gobiernos son todos aquéllos que o no se sujetan a las directrices de las oligarquías mundiales (y sus satélites nacionales) o perturban gravemente la dinámica impuesta por estas oligarquías; verdaderas mafias por actuar clandestinamente; al margen de las propias leyes que imponen públicamente o que contradigan la doctrina de los derechos humanos.

Esta oligarquía mafiosa se rige principalmente por un fanatismo en el egoísmo y el inmediatismo materialista; lo cual los obliga a valorar todo en base al poder que puedan adquirir. Poder, manipulación, dominación, sometimiento y condena a la servidumbre infrahumana, todo esto es producto de un ego desquilibrado que desprecia la ética humanista. Todos los seres humanos tenemos en potencia este ego, solo una minoría aprende a manejarlo innatamente y muchos lo aprenden culturalmente. Lamentablemente cada día son más pocos, ya que la cultura hegemónica imperante es la capitalista-consumista, la cultura del “ego competente” por excelencia. No es fácil cambiar una cultura que se funda en el atavismo instintivo del ser humano; por ello la guerra continuará, eternamente, hasta que se supere la actual civilización.

En Paraguay, esta guerra de dominación se inició desde 1956, cuando Stroessner dio un golpe de estado, con apoyo de la embajada de EE.UU. Gracias a los gobiernos progresistas de la región, se puso fin a dicha guerra el 20 de abril de 2008. Pero otro tipo de guerra comenzó a partir de dicha fecha: Una guerra sucia cuyo fin es un golpe encubierto para derrumbar el gobierno de Fernando Lugo.

Sección II

La victoria de Fernando Lugo y la Alianza Patriótica para el Cambio se dio por dos condiciones esenciales: 1- La pertenencia de Paraguay a un orden regional democrático (Mercosur, OEA, etc.) que como nunca veló por la transparencia de las elecciones paraguayas; gracias a los gobiernos progresistas de la región, y 2- La falta y hasta el rechazo absoluto que el ejército paraguayo manifestaba silenciosamente hacia el gobierno de Nicanor Duarte Frutos. Quizás la división interna del partido colorado contribuyó, pero no más que a aportar más votos para el nuevo gobierno.

Sin embargo, en sociología y politología se sabe que el poder real es el económico. En ese sentido la mayor parte de los aparatos productivos y de comercialización está en manos de grupos vinculados a la oligarquía que detentó por décadas el poder político. El poder político no tiene respaldo del poder económico (si lo tiene es muy limitado) y los grupos sociales populares apenas tienen fuerza representativa y dinamizadora de la sociedad. El poder de la Iglesia Católica es meramente semiótico y diplomático; su alta capacidad de movilización social es espiritual, no económica. A ello se agrega que el nuevo gobierno está rodeado de medios informativos acostumbrados a recibir jugosas ganancias con los recursos del Estado; mediante una especie de connivencia con los antes todo poderosos del partido colorado. Muchos de estos medios masivos son satélites de grupos transnacionales oligárquicos, mediante prestanombres paraguayos. Es decir, la mayoría de los medios responden a los intereses de la oligarquía nacional y mundial; pocos realmente están cercanos a los intereses populares.

El gobierno de Fernando Lugo y la APC están débiles, pero mucho más débiles en el congreso; donde la mayoría pertenece a la oligarquía (tanto la cleptómana como esa pequeña oligarquía “ilustrada”) De esta manera el nuevo gobierno está prácticamente en una situación de sometimiento al mismo grupo que gobernó por más de medio siglo.

Se pueden firmar todos los acuerdos, todos los consensos que se quieran, pero la oligarquía paraguaya querrá recuperar el poder político y para ello recibirá ayuda de la oligarquía mundial imperialista. Básicamente, para derrocar encubiertamente al gobierno de Fernando Lugo y la APC, se necesitan dos líneas de acciones:

1- Guerra mediática contra el nuevo gobierno

2-Guerra sicológica-política.

Guerra mediática[6]

Esta guerra ya comenzó, con el tema de las ocupaciones campesinas. La satanización de unos pobres campesinos desnutridos se ha iniciado, en algunos medios oligárquicos en forma abierta, en otros más sutilmente. A esta satanización se le une la sutil pero persistente culpabilización de las ocupaciones al nuevo gobierno. Tal situación provocó una movida poco astuta dentro del partido liberal; muy presionado por su dinámica de política clientelística y por contar con una parte de la oligarquía paraguaya en sus filas. Emitieron un comunicado defendiendo una postura muy parcial y sectorial sobre el conflicto rural emergente (en realidad dicho conflicto lleva décadas, pero siempre fue invisibilizado por el poder político de la oligarquía).

Guerra sicológica[7]

Hermana de la guerra mediática, la guerra sicológica no solo opera a través de los medios (mediante manipulación de las masas) sino a través de redes de desinformación mediante cotilleo, rumores y difamaciones encubiertas. En el contexto de una sociedad de tendencia autoritaria; por décadas sometida a una dictadura, a la ignorancia y a la mediocridad (falta de pensamiento racional-crítico); las redes de desinformación por cotilleo funcionan excelentemente, mucho más si van acompañadas por comandos de espionaje (como los que la CIA y capomafiosos paraguayos tenían o tienen instalados en Paraguay) Dentro de la guerra sicológica se incluyen:

1-Operaciones de sabotaje político

En este sentido, el partido liberal es; históricamente; un grupo político fácilmente víctima de las guerras sicológicas y sabotajes políticos. Cooptado en parte por la oligarquía, apenas si pudo generar una candidatura progresista como la de Federico Franco. Sin embargo, durante la transición democrática, este partido cayó en el clientelismo político por el grave error del “Pacto de Gobernabilidad”. Este sistema prebendario se convirtió en una máquina gigantesca que mantuvo sometido a dicho partido a una “oposición de papel” que prácticamente colaboraba con la oligarquía cleptómana y zipaya del imperialismo económico. Esta misma maquinaria es la que está obstruyendo las posibles políticas racionales y progresistas de su candidato electo. La presión es tanta, que tuvo que salir Federico Franco a denunciar que dentro del partido liberal se estaba gestando un verdadero sabotaje contra el diálogo entre Franco y Lugo, es decir, un sabotaje contra el nuevo gobierno[8].

Franco, prácticamente, habló del inicio de las operaciones de golpe encubierto contra el nuevo gobierno paraguayo...antes de que este asuma la administración del estado!!!

2-Asesinatos Selectivos

Los asesinatos selectivos le dan el distintivo de guerra a las operaciones de golpe encubierto. Estas operaciones no tienen un mando central que las dirige (no se trata de un ejército con jerarquías verticales), en cambio tienen una red funcional de grupos independientes pero interrelacionados por los mismos intereses y objetivos. Así, narcotraficantes, oligarcas de la soja transgénica, contrabandistas, funcionarios corruptos, agentes extranjeros y hasta espías internacionales trabajan separados, pero colaborando unos con otros en información y coordinación de acciones.

Sería el caso de Eloy Villalba un sindicalista rebelde y honesto que fue asesinado por narcotraficantes[9]; el movimiento Tekojoja responsabiliza de su muerte al posible narcodiputado Magdaleno Silva. Villalba sería la primera víctima de una guerra sucia que busca derrocar un gobierno electo democráticamente.

En esta guerra los asesinatos no están prohibidos. La mafia siempre actúa así, en forma encubierta, clandestina y traicionera; sobre todo en Paraguay, donde reinó por sesenta años.

Alejandro Sánchez.



[8] Ver más en http://www.lanacion.com.py/noticias.php?not=188153 y un intento de retractación en http://www.lanacion.com.py/noticias.php?not=188268&fecha=2008/05/28  y también en http://www.lanacion.com.py/noticias.php?not=188394&fecha=2008/05/29  

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